El Código de Núremberg y el nacimiento de la bioética

Actualizado
  • 09/02/2021 00:00
Creado
  • 09/02/2021 00:00
Tras el juicio realizado a más de 20 doctores de la tragedia nazi, surge el código, que le da cabida a la práctica de los derechos humanos en la medicina

En el marco de la reciente celebración del Día Internacional de Conmemoración del Holocausto (27 de enero) Zeava Rubin, médico especialista en neurofisiología, recordó durante una entrevista que al finalizar la Segunda Guerra Mundial se realizó el primer juicio en la historia al que fueron citados alrededor de 20 médicos que participaron en la tragedia nazi, con resultados de trascendencia para la medicina.

Sala 600 de los juicios de Núremberg, hoy convertida en museo. En esta sala, el 20 de noviembre de 1945 inició el proceso para juzgar a los altos dirigentes de Hitler.

Tras de este juicio se estableció el Código de Núremberg, el cual es el primer código de bioética establecido en 1947, que recogió las diez normas para llevar a cabo experimentos con seres humanos, incidiendo en la obtención del consentimiento voluntario de la persona y que se ha considerado como la piedra angular de la protección de los derechos de los pacientes.

Los responsables de la elaboración del código, que comprende una declaración de diez principios éticos, fueron dos médicos estadounidenses que participaron como asesores del Tribunal en el juicio a los médicos nazis: el psiquiatra  Leo T. Alexander y el fisiólogo Andrew C. Ivy.

Precisamente, el Dr. Alexander, analizando las prácticamente nulas aportaciones reales para el avance de la ciencia médica de todos los programas de investigación basados en el crimen de Estado, afirmó que “el resultado fue un significativo avance para la ciencia del asesinato o ktenología”.

Aunque este código no ha sido adoptado formalmente como norma legal por ninguna nación o por ninguna asociación médica, su influencia sobre los derechos humanos y la bioética ha sido profunda, ya que su exigencia básica, el consentimiento voluntario de la persona, ha sido mundialmente aceptada y es articulada en numerosas leyes internacionales sobre derechos humanos, señala la red de medios The Conversation.

Unas de esas directivas recalca que, el consentimiento voluntario del sujeto humano es absolutamente esencial. Explicando que la persona afectada deberá tener capacidad legal para consentir; deberá estar en situación tal que pueda ejercer plena libertad de elección, sin impedimento alguno de fuerza, fraude, engaño, intimidación, promesa o cualquier otra forma de coacción o amenaza; y deberá tener información y conocimiento suficientes de los elementos del correspondiente experimento, de modo que pueda entender lo que decide.

Esto debido a que, en el siglo XIX en la Alemania nazi, había fuertes corrientes de racismo que derivaron en la eugenesia, lo cual consistía en esterilizar a las personas que no querían que se reprodujeran, en contra de su voluntad.

En los años de 1933 a 1939 la eugenesia se convierte en una realización obligatoria para las personas con condiciones de retardo mental, epilepsia, sordera, deformaciones físicas, esquizofrenia, entre otras enfermedades. Alrededor 400,000 personas fueron esterilizadas con la finalidad de tener una “raza perfecta”.

La salvaguarda

En el campo de la medicina es muy importante salvaguardar el derecho a la vida. Zeaba Rubin destacó el importante compromiso de los médicos al tener presente que su misión es buscar el  bien  de su paciente, dentro de las limitaciones que plantee la condición clínico-patológica de este y las propias, aunque cambiantes, de la medicina como actividad humana.

“Los que estudiamos medicina pensamos que esto es una misión porque es una profesión en la que además de ciencia, el sentido humanitario y la humanidad que hay en ella deben ser el faro”, dijo.

La Asociación de Cardiopatías Congénitas (Aacic) apunta que la bioética es el estudio sistemático de la conducta humana en los campos de las ciencias biológicas y de la atención de la salud, en la medida en que esta conducta se analiza a la luz de los principios y valores morales.

La bioética no defiende una actitud moral concreta ni busca ofrecer respuestas determinadas y definitivas. Huye de los posicionamientos morales extremos, pero busca una reflexión fundamentada, crítica y argumentada que se centre en la singularidad de la situación concreta.

La bioética aporta unos elementos de reflexión que ayudan a analizar la situación concreta con el fin de construir la decisión más acertada. La bioética no determina cuál es el bien, sino que alienta a las personas inmersas en la situación del conflicto para que lleguen a un acuerdo a través del diálogo y el respeto.

De acuerdo con Rubin, las limitaciones y los cuidados que se deben tener en cada acto, no solo se limitan a la medicina, sino a todas las disciplinas.

Según la organización Mundial de la Salud (OMS), un enfoque de la salud basado en los derechos humanos ofrece estrategias y soluciones que permiten afrontar y corregir las desigualdades, las prácticas discriminatorias y las relaciones de poder injustas que suelen ser aspectos centrales de la inequidad en los resultados sanitarios.

El objetivo de esta perspectiva basada en los derechos humanos es que todas las políticas, estrategias y programas se formulen con el fin de mejorar progresivamente el goce del derecho a la salud para todas las personas. Algunas de las intervenciones para conseguirlo se rigen por principios y normas rigurosos; una de estas menciona la no discriminación, la cual procura garantizar el ejercicio de los derechos sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición, por ejemplo, discapacidad, edad, estado civil y familiar, orientación e identidad sexual, estado de salud, lugar de residencia y situación económica y social.

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