El objetivo principal de este equipo interinstitucional, según el Ejecutivo, será gestionar la crisis social y laboral que enfrenta la provincia
- 21/06/2020 00:00

El 21 de junio es el día internacional por la educación no sexista, ocasión oportuna para hacer algunas reflexiones en torno a la incorporación de una educación que se aleje de toda discriminación -por razones de género- en la sociedad panameña.
Existen muchas definiciones de lo que es la educación no sexista. En breves palabras, se puede definir como aquella en la que no existe, por así decirlo, una división entre lo que se espera entre hombres y mujeres, de conformidad con los estereotipos de géneros que aún existen en la sociedad. Es una educación con equidad de género, inclusiva, que promueve igualdad de oportunidades en diferentes áreas, tales como el acceso a la educación, las experiencias de aprendizaje y los niveles de rendimiento, el respeto y la valoración de la diversidad entre los géneros.
Se trata de un proceso que involucra muchos aspectos; no basta simplemente con la eliminación del lenguaje sexista, ni se limita a la utilización del “os/as” en los libros de texto o en el lenguaje oral. Las actuaciones alternativas en el campo de la educación implican ir más allá de lecciones ocasionales o superficiales, para sumergirse en lo profundo, incorporando una perspectiva coeducativa y de género tanto en el currículo como en la organización del trabajo en las empresas, en los hogares y en las relaciones sociales.
La reflexión sobre el proceso educativo debe pasar por el tamiz de que debe ser una prioridad en los centros educativos de cualquier nivel promover la autoestima y la seguridad de las niñas y de las jóvenes, no solamente en las áreas tradicionalmente consideradas femeninas, sino demostrar a los niños y a los jóvenes, que ellos también pueden y deben realizar tareas y ocupaciones consideradas hasta ahora como femeninas. Esto significa que es necesario potenciar tanto en niños como en niñas, una valoración real de sus capacidades y de sus aptitudes y que ambos puedan desarrollar las mismas actividades y funciones independientemente del sexo.
El mayor enemigo de la promoción y liberación de las mujeres es la visión androcéntrica que la mayoría de los seres humanos poseen -incluidas las mujeres- y es precisamente ese androcentrismo el que debe combatirse. Para ello hay que tomar conciencia sobre la propia marginación y opresión para poder enfrentarla. El único camino es la educación no sexista.
La universalidad en la causa por la igualdad de género es una lucha que lleva años y sin embargo, las mujeres todavía son consideradas diferentes a los hombres en muchos sentidos y en diversos ámbitos, tanto en el plano personal como laboral, teniendo que enfrentarse cada día a situaciones que no tendrían que experimentar.

Uno de los mejores ejemplos de desigualdad está en la educación, que como sistema juega un papel fundamental, por ser un mecanismo de producción y reproducción del sexismo que se observa en todos los niveles educativos, en especial al instalar desde tempranas edades principios normativos sobre cómo deben ser y comportarse niños y niñas. Por otro lado, se considera a las niñas y mujeres más aptas para carreras humanistas, sanitarias o pedagógicas, con menores sueldos, en tanto que a los niños y hombres se les estima más aptos en carreras de ingeniería o matemáticas, que involucran mejores salarios y mayor proyección social.
Aún en muchos países las niñas siguen teniendo menos oportunidades de ir a la escuela que los niños, en especial, por razones históricas y sociales, al considerarse que su rol es la maternidad y el trabajo doméstico y que su educación no es considerada tan importante.
Hay que educar en igualdad de género desde la infancia, para prevenir la desigualdad en el futuro. De allí que la educación no sexista es una perspectiva crítica y transformadora, que busca visibilizar, denunciar y eliminar las prácticas sexistas y discriminatorias en el ámbito educativo, para generar una educación basada en principios democráticos, equitativos e igualitarios.
El proceso hacia una educación no sexista es una meta que puede alcanzarse, si empezamos desde ya a deshacer los roles y comportamientos asignados por la sociedad a niños y niñas, desmitificando las imágenes estereotipadas del hombre y de la mujer, avanzando en un sistema educativo que logre incorporar en la práctica el uso del lenguaje no discriminatorio y potenciando, entre otras cosas y un mayor acercamiento de las niñas y las jóvenes a las ciencias y a la tecnología en igualdad de condiciones.
Es cierto que la lucha por la equidad de género no es una batalla ganada, pero continuamos caminando hacia ese objetivo sin perder la esperanza. “La naturaleza ha dotado a la mente femenina con la capacidad para asimilar conocimientos y privando a la mujer de la oportunidad para adquirir esos conocimientos, los hombres actúan contra los intereses del bienestar público”. María Agnesi Pinottini (filósofa, científica y matemática italiana, 1718-1799).