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- 19/11/2025 00:00
En los últimos años, en Panamá se han multiplicado los peluches, pines y accesorios con la figura de un curioso animal de ojos tiernos y cuerpo redondeado. Los capibaras se han convertido en parte de la cultura pop global y en un souvenir infalible para turistas, niños y coleccionistas. Este animal sudamericano, antes desconocido para buena parte del mundo, pasó del anonimato a dominar vitrinas, redes y estanterías enteras. Pero ¿qué son los capibaras y cómo nace el furor hacia estos animales?
El capibara, también conocido como carpincho, es el roedor más grande del mundo. Originario de países como Argentina, Brasil, Colombia y Venezuela, suele habitar zonas húmedas y pantanosas. En redes sociales como TikTok, Instagram y X se volvió símbolo de calma, humor absurdo y buena vibra. Su apariencia simpática y su personalidad tranquila lo convirtieron en el material perfecto para la cultura digital. Videos de capibaras bañándose, reposando junto a otros animales o caminando sin prisa conquistaron millones de reproducciones. La viral canción “Capibara” de Capy Jam, usada en incontables clips, consolidó la estética del “capibara chill”, convirtiéndolo en un ícono global.
Millones de usuarios empezaron a compartir clips que mostraban a este roedor gigante simplemente existiendo: nadando, descansando, mirando al horizonte con la serenidad de quien no tiene prisa. Ese contraste entre la vida frenética en redes y la quietud del capibara conectó con un público global que rápidamente adoptó su imagen como refugio emocional. Esa presencia digital dio paso a un nuevo universo de productos: peluches redondos, stickers, pines, accesorios para el cabello y hasta mochilas, que llenaron por completo almacenes y tiendas de Panamá.
En Panamá, la llegada de los capibaras fue rápida y natural. Las tiendas identificaron de inmediato su potencial y a eso se sumó el auge de videos virales y la tendencia entre jóvenes que buscaban artículos “cute”, coleccionables y fáciles de compartir en redes. Para entender cómo se vive esta tendencia desde adentro, conversamos con Jennifer Cano, vendedora de la tienda de artesanias y souvenirs ‘Arte y color’ en Casco Antiguo, una de las zonas donde los capibaras se han convertido en una verdadera fiebre.
Todo indica que el capibara encontró aquí un espacio fértil por dos razones: la fuerte influencia de las tendencias globales en el consumo juvenil y el atractivo turístico del país, siempre abierto a incorporar nuevas estéticas vinculadas a la fauna, lo autóctono y lo exótico.
“Ya la venta de los capibaras lleva aproximadamente tres años, que es lo que hace que se inauguró el local. Pues es un animal que recién salió mucho a la luz, estuvo escondido mucho tiempo, y pues también representa la fauna de Panamá, entonces decidimos formarlo parte de nuestro lugar, de nuestro local, pues ya que bueno, nos representa también, tanto como el perezoso”, señaló.
El capibara, evoca una conexión simbólica con otros animales conocidos, como el perezoso. Esa familiaridad indirecta ayudó a que su figura fuese aceptada sin resistencia. Hoy, el abanico de productos es amplio y se renueva constantemente: “Vendemos pines, peluches, vinchas, sombreros, medias y algunos peluches vienen con cobijas. Y tenemos el ‘Sonny Angel’ versión capibara, que muchos buscan.” añadió.
La demanda no tardó en consolidarse. Hoy, los productos relacionados a capibaras se renuevan de manera constante. Peluches que incluyen cobijas, versiones gigantes, figuras coleccionables, pines y accesorios de todo tipo forman parte de la oferta que se mantiene en movimiento.
La fiebre del capibara en Panamá es también una ventana a los modos de consumo actuales. Muestra cómo la cultura digital influye de forma directa en lo que se compra, regala y exhibe. Si antes la publicidad definía los patrones de mercado, hoy lo hacen los algoritmos y las comunidades online. Los jóvenes buscan objetos que no solo sean estéticos, sino que transmitan una emoción o un estado de ánimo.
El capibara muestra un cambio en la relación entre objetos y significado. En épocas anteriores, los souvenirs representaban lugares, monumentos o símbolos patrios. Ahora, en una cultura hiperconectada, pueden representar emociones, momentos virales o personajes ajenos a la geografía local. El capibara circula en Panamá porque habla el lenguaje de su tiempo. No está ligado a un sitio específico, sino a una sensibilidad compartida que nace en redes y se expande por el mundo.
A diferencia de otras modas que desaparecen con la misma velocidad con la que se instalan, el capibara ha sabido sostenerse. Su permanencia se explica por su estética neutra, fácil de asociar con mensajes positivos. También por su capacidad de adaptarse a múltiples formatos. Peluches, llaveros, gorras, mochilas y accesorios.
Al observar la expansión del capibara en Panamá, surge una pregunta: ¿hasta cuándo durará? Aunque es difícil predecir el ciclo exacto de una tendencia, hay indicios claros de que su camino está lejos de terminar. La generación joven continúa consumiendo contenidos que lo tienen como protagonista, y las plataformas mantienen viva su imagen a través de nuevos videos, canciones y reinterpretaciones.
Los comercios lo siguen incorporando en sus líneas de productos porque responde a una demanda estable. Y la estética que representa, centrada en la suavidad y la calma, conecta con un estado emocional colectivo que se mantiene vigente. Este fenómeno no solo habla del capibara como animal, sino también de la manera en que entendemos los objetos hoy.
En una época marcada por la velocidad, la competencia por la atención y la saturación de estímulos, un animal que representa la quietud terminó conquistando un lugar inesperado. La historia del capibara en Panamá es, al final, una historia sobre cómo lo simple puede resonar más que lo espectacular. Y sobre cómo las tendencias, cuando logran tocar una emoción colectiva, encuentran su camino incluso en los lugares donde nadie lo habría imaginado.