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- 31/07/2011 02:00
Se suben en una skate o patineta para hacer piruetas arriesgadas, se lanzan hacia un abismo y arrancan a toda velocidad. Es así como muchos de los jóvenes panameños viven su vida en estos tiempos. Los deportes extremos son la elección de estos muchachos para salir de su rutina, dando un giro de 360° que, en muchos casos, se vuelve real.
Cada vez más estos deportes que sobrepasan los parámetros de la normalidad se hacen más populares en el país.
¿Qué pasa que han tenido tantos valientes dispuestos a experimentar? Italo Barrera, joven de 19 años que corre motocross desde los 6, cree que es muy fácil enamorarse y hacerse adicto. Tanto como para poner ganas, tiempo y dedicación, aunque el ambiente no lo promueva: ‘Al motocross aquí le falta propaganda, no tiene el mismo nivel que en otros países, pero como ves, nosotros ahora estamos yendo a Costa Rica a competir y así poder ganar experiencia para que este deporte gane popularidad’, dice.
No es el único fanático del riesgo. Ni el único que apuesta a promover las prácticas aquí: ‘Me encantan los deportes extremos, ahora practico skate, surf y salte bungee’, dice Vivian Costa, joven de 18 años que pasó por casi todos esos deportes.
En Panamá, los deportes extremos o de aventura crecen y ganan muchos seguidores. Casi siempre son jóvenes que encuentran allí la pizca de adrenalina que no quieren dejar de tener una vez probada.
Pero muchas veces cada uno de estos adictos a las hazañas sin límites no sabe de dónde salió este conjunto de deportes que rompen las reglas y mucho menos por qué lo llaman así.
¿Como surge?
Las prácticas extremas se remontan a los tiempos en que el hombre es hombre. Pero fue después de una frase muy conocida, de un periodista y escritor norteamericano muy famosos de la década del 50, Ernest Hemingway, que esas prácticas son nombradas, identificadas. ‘Hay solo tres deportes: corridas de toros, carrera de motos y el montañismo, el resto son sólo juegos’, sentenció. Con este pensamiento se empieza a diferenciar este lleno de adrenalina y riesgo a la vida del deportista que lo desempeña, comparado con un juego común. Por eso se llegó a un término tan realista como deporte extremo.
Las experiencias de ese tipo hacen vivir un peligro con dimensión que ningún otro deporte puede igualar. Pero eso no es excusa para el que lo practica, todo lo opuesto: ese es el motivo para practicarlo. ‘El miedo a que tal vez sufras algún daño es adictivo’, dice Luis Carlos Williams Sarabia, que se ejercita en paintball profesional desde hace 5 años y no piensa parar nunca. No hacen falta explicaciones para comprender la devoción y la dedicación que tienen los jóvenes panameños hoy por estos juegos.
Panamá evoluciona, cada día, en diferentes usos, costumbres y prácticas que introducen los jóvenes. Los deportes sin límites son un ejemplo: los adolescentes están dispuestos a llevar a otro nivel diferentes cosas que alimentan la cultura panameña. Y vivir al extremo.