- 12/01/2022 00:00

La pandemia aceleró de forma obligatoria la adopción de nuevas tecnologías en el ámbito laboral, cambiando totalmente nuestra forma de vivir, compartir y trabajar. En Panamá, el teletrabajo fue la tendencia tecnológica laboral No.1 al inicio de la crisis sanitaria y se vio como la solución de muchas empresas para seguir funcionando en un escenario complicado de restricciones de movilidad y/o cuarentenas.
Tras casi dos años de haberse promulgado la Ley de Teletrabajo en Panamá (Ley N°126 de 18 de febrero de 2020), podemos empezar a medir y ver los beneficios que trajo, pero también se hacen evidentes los riesgos y consecuencias negativas de su abuso y mala implementación.

1. Flexibilidad: la idea de poder trabajar desde cualquier lugar balanceando nuestra vida profesional con nuestra vida personal y familiar.
2. Medioambiente: teletrabajar involucraba menos movilización hacia los centros de trabajo fuera por auto, avión u otro medio de trasporte que pudiese generar contaminación por la utilización de combustibles fósiles.
3. Familia: poder trabajar desde casa suponía más tiempo para la atención y convivencia con hijos y familiares (padres, abuelos, etc.)
4. Economía: las empresas en teletrabajo generaron importantes ahorros en temas de alquiler de oficinas, viajes de negocios y amenidades. Desde el lado del trabajador generó ahorros en gastos de traslado, alimentación y vestido.

5. Salud: el teletrabajo permitía mantener el distanciamiento físico, evitar aglomeraciones y guardar cuarentena afectando lo menos posible la continuidad del negocio en las áreas donde la presencia física no era obligatoria. Adicionalmente el balance trabajo-vida debía ser positivo para la salud mental.
A medida que fue avanzando la pandemia, el home office vio tanto fanáticos como detractores. Los fanáticos predicaban las bonanzas ya explicadas y otras más; los detractores argumentaban que el sistema original de trabajo en la oficina era más productivo, creativo y administrable.
Durante los últimos meses de 2021 las preguntas que muchas empresas y trabajadores se hacían respectivamente eran: ¿cuándo podemos regresar a la oficina? y ¿tendremos que regresar a las oficinas? Este escenario se tradujo en una batalla generacional de argumentos a favor y en contra, no necesariamente enfocados en la realidad ni en el futuro.
Tomando en cuenta nuestra experiencia personal, nacional y la experiencia de otras naciones podemos comentar sobre las dificultades que conlleva el teletrabajo y que deben ser abordadas a futuro:
1. El teletrabajo es una habilidad que se adquiere y se cultiva: muchas empresas pensaron equivocadamente que enviar a su personal a teletrabajo significaba que el esquema era el mismo solo que ya no desde un cubículo u oficina. Gerenciar/administrar personal de manera remota es una historia totalmente distinta que hacerlo de manera presencial.
Al no poder ejercer control o supervisión física ni psicológica como en la oficina, muchos jefes/gerentes vieron su propósito en duda o riesgo. Se requiere una serie de habilidades blandas y destrezas tecnológicas para poder ser un buen jefe/trabajador en la era digital. La habilidad de teletrabajar es algo que no todos tenemos, pero puede ser aprendida y las empresas deberán invertir en este tipo de capacitaciones y cultura profesional.
2. El teletrabajo no es la capacidad de trabajar todo el tiempo: antes del auge del teletrabajo tuvimos el auge del correo electrónico y de la mensajería instantánea (Slack, WhatsApp, Telegram) a través de nuestros celulares. Estas tecnologías permitieron que el trabajo fuera más allá del horario regular de oficina, entrometiéndose en el tiempo familiar o personal e impulsó la cultura de extrema eficiencia (o tóxica) donde el que contesta más rápido o en menos de 24 horas es percibido como el más diligente/eficiente.
Este efecto de eliminar las barreras o límites logró ubicar al trabajo como nuestra prioridad diaria, dejando poco o nulo espacio para todo lo demás.
3. Control: al pensar que el teletrabajo era únicamente la simulación del trabajo de oficina en un lugar remoto, decidimos que tenía que medirse de la misma manera, con un reloj y horarios definidos.
Toda la flexibilidad y balance que suponía traer el teletrabajo fue intercambiado por extremo control. Las empresas mediante programas ahora pueden medir el tiempo que cada trabajador está frente al monitor, conectado a la red de la oficina, inclusive la cantidad de teclas oprimidas. Este extremo control obligó al trabajador a estar conectado para trabajar y hacer comunidad en vez de un lugar solo para trabajar.
5. El teletrabajo y la comunidad: debido al trabajo remoto mucho del tiempo que invertíamos en sociedad para traslados (hacia y de regreso), almuerzos de trabajo y happy hours se vieron disminuidos y empezamos a invertir mucho más en temas individuales y personales. Lo anterior afectó las comunidades y negocios donde trabajamos y vivimos, ya que al no movilizarnos a la oficina:
a. El sistema de transporte recibe menos ingresos (peajes-combustibles) y por ende baja su capacidad de atención.
b. Los pequeños negocios en zonas de oficinas pierden, ya que hay menos clientela y movimiento comercial.
c. La industria de bienes raíces comerciales disminuye, a la vez que la industria de bienes raíces para vivienda personal sube. Muchas empresas paran de gastar en alquiler y el gasto se traslada al trabajador que busca la manera de adecuar su hogar a las necesidades del trabajo.
6. La brecha de desigualdad tecnológica: la implementación del teletrabajo dejó al descubierto los niveles de desigualdad que hay en la sociedad, donde ciertas comunidades –por falta de acceso a internet y a recursos tecnológicos– no pueden aspirar a las nuevas profesiones del futuro y quedan relegadas a solo ocupar los puestos que no permiten ningún tipo de teletrabajo.
Se crean dos grupos de ciudadanos: los que pueden aspirar a una vida laboral más balanceada y los que sirven físicamente a los anteriores, que denominamos irónicamente “trabajadores esenciales”.
Si bien es cierto que en Panamá tenemos una Ley de Teletrabajo y una reglamentación de dicha ley, debemos actualizar ambos documentos en conjunto con nuevas legislaciones no solo enfocadas en teletrabajo per se, sino también en hacer crecer nuestra sociedad aprovechando todos los beneficios y enseñanzas de los últimos dos años.
Que no quepa duda de que el teletrabajo llegó para quedarse, de que existe la posibilidad de vernos en una situación de pandemia/confinamiento similar a futuro (por ejemplo, la aparición del ómicron) y de que el futuro del empleo debe encaminarse a hacer del trabajo una parte más de nuestras vidas y no el eje central de estas.