Sin silencio, no hay música

Actualizado
  • 03/07/2016 02:00
Creado
  • 03/07/2016 02:00
El manejo del silencio es tan importante como el de las melodías; es imprescindible para el ritmo y la emoción en la obra

Entre sonidos y silencios se va tejiendo la vida.

Una de las trampas del mundo contemporáneo ha sido banalizar la palabra y robarnos el silencio, ese espacio imprescindible para abrirnos a la verdad íntima y profunda. Alarmas, celulares, construcciones, música en altavoces, murmullos ininteligibles: el ruido nos contamina. Estamos tan acostumbrados a esta cacofonía que, por supervivencia, nos aislamos o los bloqueamos, cerrándonos también al canto de los pájaros, al sonido del viento o del mar, a la dulzura irrepetible de esa palabra exacta.

En su ensayo ‘Music at Night', Aldous Huxley escribió que ‘todo lo que es fundamental, todas las cosas que son para el espíritu humano más hondamente significativas, tan sólo pueden experimentarse, no expresarse. Lo demás, siempre y por doquiera, es silencio. Después del silencio, aquello que más se aproxima a la expresión de lo inefable es la música'. Y es que la música es capaz de conmovernos, de hacernos recordar: nos transporta y conecta con nuestros espacios más íntimos.

Pensar en música es evocar melodías, armonías y ritmo, ‘el arte de combinar los sonidos de la voz o de los instrumentos conmoviendo la sensibilidad', dice la RAE. Prima facie, difícilmente pensamos en el rol que juega el silencio dentro del marco expresivo y el concepto mismo de una pieza musical. Y es fundamental.

Para la RAE, el silencio es la ‘falta de ruido' o ‘una pausa musical'. En su libro The Concept of Music , el compositor y pianista neozelandés doctorado en Psicología de la Música, Robert Maconie, nos dice que ‘El silencio, como la naturaleza, es incansable e invencible: por más grandiosamente que ejecutemos un sonido, el silencio lo invadirá y lo cubrirá inexorablemente. Si el silencio es retenido, el sonido debe ser constantemente renovado. Pero si el sonido no tiene la posibilidad de morir, no tendríamos tampoco la posibilidad de repetirlo, o aún mejor, de reemplazarlo con otro sonido diferente. Sin el silencio, no podría haber música'. (El subrayado es nuestro).

‘EN LA MÚSICA, EL SILENCIO ES MÁS IMPORTANTE QUE LOS SONIDOS'– MILES DAVIS

En la música, el uso del silencio es esencial y en una buena interpretación, tiene tanto peso como el sonido. Por un lado es un elemento determinante de la forma musical porque delimita las dos fronteras del tiempo: el inicio y el final de una pieza. Por otro, el silencio es imprescindible para el ritmo y la emoción de la obra. Estas notas sin ejecución permiten el descanso de los intérpretes y, al combinarse el silencio musical de varios instrumentos, se puede entablar un diálogo entre ellos.

Hay silencios cortos que se utilizan para separar las diferentes frases musicales, otros largos que sirven para crear expectativa, tensión, darle color o acentuación dramática a la obra. Su manera de caracterizar una composición o interpretación musical es indiscutible: al igual que en una conversación, el silencio tiene muchos significados y logra diversos efectos.

En las composiciones de maestros de jazz como Thelonious Monk, Miles Davis y Amhad Jamal, el manejo del silencio es tan importante como las melodías. En la música clásica, un ejemplo poderoso del uso del silencio se puede apreciar en la parte coral del último movimiento de la Novena Sinfonía de Beethoven. La sucesión de melodías, acompañadas por el poema de Schiller, ‘Oda a la alegría', llegan a un momento culminante, un acorde monumental. Pero ese acorde alcanza ese grado de júbilo gracias al manejo maestro del silencio que le sigue.

Compositores contemporáneos como Arvo Pärt, Philip Glass y Michael Neyman - entre muchos otros- han hecho del silencio un arte compositivo. Toru Takemitsu, por su parte, vio en el silencio un punto de partida esencial, pero también reconoció la necesidad humana de llenarlo. ‘¿No ha sido el arte la rebelión de la criatura humana contra el silencio? Poesía y música nacieron cuando el hombre profirió un sonido, resistiendo al silencio... Confrontar el silencio produciendo un sonido es una forma más de verificar que existimos'.

En la sangre sonaba una canción antigua Anterior al sonido. No era muda lo sabes porque a veces resuena cuando se abre el silencio. Ada Salas

EL SILENCIO NO ESTÁ VACÍO: JOHN CAGE Y SU OBRA 4'33”

Teorías milenarias sostiene que no hay tal cosa como silencio absoluto: hasta los cuerpos celestes producen sonidos. Pero la ciencia ha conseguido crear espacios que pueden reducirlo en un 99.99%. Son las llamadas cámaras anecoicas: laboratorios diseñados para minimizar las reflexiones del sonido y los ruidos procedentes del exterior.

John Cage, el genial compositor, escritor, teórico y artista estadounidense, comprobó que ni en un cuarto aislado podemos lograr un silencio total: el latido del corazón, el sonido de nuestra respiración, de la sangre circulando (sonidos que se magnifican en un espacio sordo), lo impiden. Cage se sorprendió al escuchar un sonido agudo y otro grave. El ingeniero le explicó que el primero era su sistema nervioso y el segundo su circulación sanguínea.

Luego de esa experiencia, Cage compone 4'33” (1952). El título corresponde al tiempo que debe durar: el intérprete permanece en el escenario sentado al piano sin tocarlo, observando las partituras y pasando las páginas que simula leer. Los sonidos que se escuchan son los propios de sus gestos, de la sala, del público y las resonancias del exterior. Para Cage, que siempre la consideró como su obra más importante, ‘el propósito se cumple si la gente aprende a escuchar'.

Así como el silencio que separa y armoniza las notas es imprescindible en la música, en nuestro diario vivir también necesitamos esos espacios que nutren la sabiduría y la introspección.

Como escribió Adrienne Rich: ‘El impulso para crear comienza -a menudo terriblemente y con temor- en un túnel de silencio'. El arte –música, literatura, artes visuales- nos exige ese momento de atención, nos invita a iniciar ese viaje. No es un silencio que aisla, sino que nos conecta con nuestra singularidad percibiendo, desde allí, que formamos parte de un todo.

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‘El silencio, como la naturaleza, es incansable e invencible: por más grandiosamente que ejecutemos un sonido, el silencio lo invadirá y lo cubrirá inexorablemente.'

ROBERT MACONIE

COMPOSITOR Y PIANISTA

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