No hay tal culebra con pelos

E stos días de lluvia, me he sentido de vuelta a un tiempo que daba por perdido, o quizá sea mejor decir superado. A una patria (y no es...

E stos días de lluvia, me he sentido de vuelta a un tiempo que daba por perdido, o quizá sea mejor decir superado. A una patria (y no es Portugal) que dormía el sueño de los justos, acurrucada sobre una hoja amarillenta de algún libro mal escrito de Historia de Panamá o de Relaciones de Panamá con Estados Unidos.

Quizá sean novelerías mías, porque ando muy sensible desde que arrancó el paro en la Caja de Seguro Social (si cuando trabajan se muere la gente, imagínate ahora). Pero varias veces me ocurrió que analizando el acontecer nacional (que por estos días rima con conspirar), en medio de la charla alguien decía ‘Ya llegó el nuevo embajador de Estados Unidos y se le acabó el relajito a este gobierno’. Como si más o menos fuese el mismísimo Capitán América el que ha venido a poner orden y disciplina in the Banana Republic; y en vez de responsabilidades diplomáticas, tuviese alguna suerte de poder sobrenatural.

No sé, no sé… No descarto que el resto sepa algo y el trasnochado sea yo. Porque pronto pasó de ser un mero rumor callejero, para convertirse en noticia. En un diario amigo leí que en medio de la crisis que no es crisis, pero se le parece bastante (como los extraterrestres que aterrizan en Chepo o las legiones de drogadictos malintencionados que conspiran contra el Gobierno Nacional, que solo algunos ven y otros no), el flamante embajador había llegado encargado de ‘alzar la voz frente a los peligros que se ciernen sobre la institucionalidad y la democracia en Panamá’.

Figúrate tú, ombe… Ya no se puede confiar ni en la prensa internacional. Uno leyendo noticias dizque serias sobre la situación en Estados Unidos y figurándose que si acá llueve, por allá no alcanzan los paraguas. Pero ya se ve que tantos problemas no han de tener, cuando les sobra tiempo para alzar la voz por las democracias ajenas. Y también el dedo índice si hace falta. Menos mal y cuánto me alegro.

De todas formas, aprovechando la ocasión para darle la bienvenida, invito al nuevo embajador a olvidarse de encargos y a relajarse en nuestras lindas playas. No se meta a loco (ya bastante con los que tenemos y muy pronto vamos a empezar a exportar) y disfrute comiendo nuestras ricas carimañolas. Eso de andar defendiendo lo indefendible, ya pasó de moda. Si este país no tiene arreglo, y el día que lo compongan nos lo van a cobrar. Y todo el mundo sabe, aunque nadie ya lo recuerde, que solicitar y/o recibir ayudas de los países amigos, sale muy caro. Al menos eso sustentan los libros de historia olvidados.

Y por más que el G20 insista, aquí no nos sobra ni se lava dinero. Y el poquito que tenemos, y el de los hijos de nuestros hijos, ya está comprometido para pagar la deuda pública; que más que externa se la pasa metida, la muy entrometida, en los mil y un impuestos que me (y nos) sacan a diario. Amén de los que vendrán. No, qué va. A ver si ahora inventan un nuevo tax anti corrupción o un arancel para sufragar la vacuna contra el cambio democrático. Así en minúscula, señor corrector. No sea intrigoso.

Y para terminar con optimismo, les dejo una cita del Excelentísimo: ‘¿Quién ha dicho que en Panamá hay una crisis institucional?’. Nadie, mi General. Digo, Señor Presidente. Esos son puros embustes de la oposición. Si aquí ni siquiera hay institucionalidad, mucho menos democracia, y dentro de muy poquito tampoco habrá Panamá.

COLUMNISTA

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