La historia artística de Julio Záchrisson reposa en el MAC

Actualizado
  • 18/08/2022 00:00
Creado
  • 18/08/2022 00:00
El legado del pintor, grabador y escultor panameño Julio Záchrisson forma parte de la colección permanente del Museo de Arte Contemporáneo de Panamá, luego de que unas 400 obras fueran donadas a la institución
Fotografía del artista panameño Julio Záchrisson en su juventud.

El deseo de Julio Záchrisson antes de dejar el plano terrenal fue que sus obras regresaran a su país natal, Panamá. Y así se cumplió. Unas cuatrocientas obras del maestro reposan en las instalaciones del Museo de Arte Contemporáneo (MAC) para formar parte de la colección permanente.

Záchrisson nació en ciudad de Panamá en el año 1927 y falleció en Madrid en 2021. Es considerado uno de los artistas panameños más relevantes y con mayor trayectoria internacional. Participó en más de 20 exposiciones colectivas en el MAC, además de siete individuales. La primera, en 1963, y la última, una retrospectiva de grabado, se realizó en 2015.

La directora del MAC, María Lucía Alemán, expresó que “es bonito ver su deseo cumplido; cuando las obras entraron sentí que su espíritu estaba presente, la donación es un cuerpo de obra tan grande e importante, representa el trabajo de su vida”.

“Es un honor que su obra vuelva a Panamá y más ser la institución que lo recibe, esto le aporta a nuestra misión de poder mostrar la diversidad de culturas que tiene el país; él trata mucho esos temas, así que es una manera de que los visitantes del museo puedan apreciar la idiosincrasia panameña reflejada en las obras” resaltó la directora.

Obra de Julio Záchrisson (1987) que forma parte de la colección donada por el artista al MAC.

A pesar de que el artista se radicó en España, no perdió el amor por su tierra. En muchas de sus obras representa el patrimonio cultural, “una bandera, el cerro Ancón, el Cristo Negro de Portobelo, entre otras. Es una manera bonita de compartir lo que somos los panameños”, agregó Alemán.

Hoy jueves 18 de agosto, a las 7:30 p.m., el MAC inaugura la exposición 'Julio Záchrisson, un artista entre dos orillas', en la que se mostrará un recorrido por todas las épocas que él trabajó y todas las técnicas que llegó a utilizar.

Juan Canela, curador jefe del MAC, detalló que el acervo “es un universo complejo; obviamente no estarán todas las obras en esta exposición, con la donación, más adelante se podrán hacer muchas muestras”, agrupadas en una diversidad de temas. “Hay trescientas obras en papel, hay grabados, dibujos, esculturas, pinturas...”, agregó.

Por otra parte, Alemán relató que el proceso de donación inició hace dos años. En vida, Záchrisson se acercó al museo a través de su sobrino, Marcos Giralt, quien tuvo conversaciones con la directiva del MAC. “Giralt trabajó a favor y aportó toda la información que se necesitaba para realizar la donación, porque es una responsabilidad enorme conservar esto, difundirlo y vincularlo. Fue un proceso bien largo y estuvieron involucradas muchas personas”.

Qué Chévere, 2002, obra de Julio Záchrisson, parte de la colección donada por el artista.

La directora del MAC reveló que tener la colección es un gran compromiso, “debíamos evaluar si éramos capaces, como institución, de recibirla, debíamos conocer las cantidades, cuáles eran las obras, nos enviaban fotos, teníamos reuniones, nunca pensamos en no recibirla, pero sí estudiamos mucho dónde las íbamos a guardar, si cabían en la bóveda, si teníamos las condiciones de conservación...”.

Laboratorio Gráfico Julio Záchrisson

Alemán anunció que el laboratorio gráfico será nombrado en homenaje al artista. “Además, queremos organizar todos los documentos que recibimos en la donación y unirlos con los archivos que tenemos; la idea es poder compartirla dentro y fuera de Panamá con investigadores, docentes y estudiantes para dar a conocer su trabajo”.

“Él, en vida, decidió que la obra tenía que volver a Panamá. Aunque Julio siempre regresaba de visita, nunca volvió a vivir en el país, y que esto haya sido su voluntad antes de irse significaba que debíamos estar seguros de que su obra sí iba a volver. En cierto sentido es realmente el regreso del artista a su lugar, así lo sentí cuando entraron las obras”, concluyó la directora ejecutiva.

Lea en nuestra edición dominical “Záchrisson, temas, motivos y técnicas, un recorrido por su obra”.

Julio Záchrisson regresa a Panamá
Záchrisson toma firmemente la herencia de las vanguardias históricas latinoamericanas
Marcos Giralt

Desde 1952, cuando abandonó Panamá para formarse en México, y hasta su muerte en Madrid en diciembre de 2021, Julio Záchrisson regresó a su país en diversas ocasiones. Aquí realizó exposiciones, recibió reconocimientos, reencontró amigos y ganó otros. Záchrisson no fue uno de esos expatriados que se mimetizan con su tierra de acogida.

Durante los 60 años que residió en Madrid participó de la escena artística, enseñó, aprendió y trazó innumerables y poderosos lazos afectivos.

En cierta medida se consideraba un español más, con derecho al orgullo y la queja. Sin embargo, eso no le impidió llevar siempre bien alta su condición de panameño. Hablaba en panameño, se movía en panameño, bailaba en panameño, amaba en panameño. Consiguió el milagro de serlo, además, en una versión siempre actualizada. Su habla, por ejemplo, no se quedó anquilosada en las calles del barrio viejo de su juventud. Con solo escuchar un modismo nuevo una sola vez, se lo apropiaba y era capaz de usarlo con la cadencia y sentido correctos.

Como todo artista genuino, Záchrisson no cesó de buscar experiencias y lenguajes artísticos nuevos, asimiló influencias, y a la vez fue, de modo asombroso, tremendamente fiel a su singularidad originaria. En México, su arte se mexicanizó bajo el influjo social de los grandes muralistas y grabadores, y en España se españolizó en un largo idilio con Goya, Zurbarán, El Greco, Velázquez... Pero incluso en su etapa más política y en la más tenebrista asoma subrepticiamente una mirada desacralizadora, juguetona, que solo puede provenir de su trópico natal. Todas las épocas de la producción de Záchrisson son buenas, pero es en la última –la que comienza a fraguarse a finales de los 70, eclosiona en los 80 y se prolonga con una fertilísima furia creadora el resto de su vida–, en la que adquiere su rango imperecedero de clásico. Este es el Záchrisson que toma firmemente la herencia de las vanguardias históricas latinoamericanas, de Ribera, de Orozco, de Lam, de Tamayo, la revuelca en la selva llenándola de máscaras y de ídolos, y la funde sin complejos con la tradición europea de Rousseau, de Picasso, de Klee. Irrumpe el color, y sin abandonar las artes gráficas ni el dibujo, se agiganta como pintor.

Julio Záchrisson no tuvo hijos y tanto él como su mujer, Marisé Torrente, quisieron que una parte emblemática de su obra, su colección particular, se alojara definitivamente en Panamá. Con la ayuda de amigos, de profesionales de la cultura, de abogados, de técnicos y de los responsables de turno gubernamentales, se estudiaron diversas opciones –se requería un espacio duradero, unas condiciones de almacenaje adecuadas y, sobre todo, recursos, músculo y voluntad para difundir el legado– y al final fue el propio artista quien decidió aceptar las garantías que en ese sentido le proporcionaba el MAC. La gran acogida dispensada por su equipo y junta directiva, que rápidamente hicieron de Záchrisson una causa propia, allanó para felicidad de todos el camino.

La exposición 'Julio Záchrisson, un artista entre dos orillas' es un destilado de una colección de más de 400 piezas que trazan un recorrido completo por toda la trayectoria artística de Záchrisson. Su regreso simbólico a Panamá, que a partir de ahora custodiará el MAC para disfrute y enseñanza de todos.

El autor es escritor, sobrino y albacea de Julio Záchrisson
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