La huella afrodescendiente en Panamá: impacto y desarrollo

Actualizado
  • 25/01/2021 00:00
Creado
  • 25/01/2021 00:00
Este domingo se celebró el Día Mundial de la Cultura Africana y Afrodescendiente. En ese sentido, mostramos la historia y las contribuciones sociales de este grupo étnico desde su arribo al territorio nacional
El baile congo fue designado como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, en 2018.

La presencia africana en Panamá se desarrolló en dos etapas. Así lo plantea el historiador, geógrafo y diplomático Omar Jaén Suárez, en un artículo de su autoría publicado en la revista Lotería.

En aquel entonces (No. 296-297 de noviembre-diciembre de 1980) relató que el primer período se inició durante la época colonial mediante la llegada de los grupos de esclavos que permanecieron en el territorio nacional, y el resto solo estuvo de paso y fueron trasladados a otros países.

De igual manera, señaló que entre el continente africano y Panamá solo mediaba una corta estadía antillana, de trasbordo. “Los fenómenos de interacciones culturales y el peso e intensidad de la aculturación y la transculturación fueron notables durante los siglos XVII y XVIII por la magnitud del contingente de esclavos presentes, sobre todo en la región transístmica y particularmente en la ciudad de Panamá”.

El catedrático manifestó que la inserción de estos esclavos en un modo de producción típicamente esclavista de la ciudad, creó una estructura de relaciones y una dialéctica de intercambios semejantes a las que se han estudiado en el resto de la América tropical. “Es a través de las ciudades de Panamá, en primer lugar, y de los principales poblados del interior que África se impone al istmo ganando en gran medida el alma de los dominantes blancos. Luego la presencia africana aparece también en el cuerpo de las crecientes poblaciones mestizas y localizadas en bolsones urbanos y rurales, en las regiones más integradas a las economías de mercado”.

Suárez también destacó que otro África ya estaba transformado y evolucionado en las Antillas de habla inglesa y francesa, y más adelante se hizo presente en Panamá, desde mediados del siglo XX cuando importantes contingentes de trabajos antillanos de las obras canaleras decidieron después de terminada su obligación laboral permanecer en el istmo, localizados más en las ciudades de Panamá, Colón y la Zona del Canal.

Por su parte, la experta del Grupo de Trabajo del Protocolo de San Salvador de la OEA, Urenna Best, comentó que para remarcar las contribuciones de los afrodescendientes en el istmo, es importante ubicarse en el tiempo en cuanto a su llegada a la nación. “Los afro llegaron con la época de la colonia e hicieron aportes en el área de la agricultura con el cultivo del ñame, sandía y una serie de siembras que están vinculadas al África. Los caribeños trajeron cultivos como el banano. Mucha de la producción nacional es resultado de los cultivos que estaban trayendo las personas del Caribe para desarrollar la industria bananera en Panamá”.

En Panamá, los fenómenos de interacciones culturales fueron notables durante los siglos XVII y XVIII.

Best sostuvo que en ocasiones, cuando se habla de monumentos históricos y de lugares como Panamá La Vieja, el Casco Antiguo, el Fuerte de San Lorenzo y Portobelo, se omite la vinculación de los aportes efectuados por los afrodescendientes.

“Los grupos negros no solo hicieron labores ligadas a la mano de obra pesada, también en la metalurgia, saneamiento y otras prácticas que lograron implementar a su llegada al continente”, expuso Best, “no solo por su fuerza física fueron traídos a Panamá, esta premisa es la que usualmente se enseña en la escuela, cuando es todo lo contrario. En realidad, estos grupos étnicos de África cada uno manejaba un área específica, algunos se dedicaban a la alfarería y dichas técnicas fueron fundamentales para edificar los lugares que mencioné anteriormente”.

Best cita como ejemplo lugares como Cartagena, San Juan en Puerto Rico, República Dominicana, donde residieron esclavos y sus huellas no solo quedaron en la cultura, sino también en las infraestructuras, razón por la cual son muy similares, así como ocurre en España, donde se aprecia el mismo estilo de edificaciones.

Las Antillas de habla inglesa y francesa y más adelante se hizo presente Panamá, desde mediados del siglo XX.

“La arquitectura de la Zona del Canal estuvo inspirada en las edificaciones de los afrodescendientes e indígenas que vivían allí antes de la construcción del Canal”, sustentó.

En adición, destacó que en los libros de historia se hace alusión a que los afroantillanos trajeron cultivos e ingredientes que eran parte de la gastronomía del Caribe. “La gastronomía local está influenciada por la cultura afrocolonial y afroantillana. Muchos platillos que nosotros comemos y conocemos no están conectados a la cultura española, sino a la africana. Muchas personas no entienden este contexto porque lamentablemente no se ha hecho el compendio histórico apropiado y no se ha educado a la población sobre los aportes de los afrodescendientes”.

Contribuciones

La activista y embajadora de Panamá en Trinidad y Tobago, Selvia Miller, comentó que el istmo es una nación cultural muy especial y el aporte de los afrodescendientes al país forma parte de la historia local que tiene varias etapas; la misma abarca el área artística, gastronómica, musical, la mano de obra y personajes destacados. “En el deporte tenemos a Panamá Al Brown, Irving Saladino; en el arte a Olga Sinclair. Estas contribuciones se reforzaron a nivel social cuando se estableció El Día de la Etnia Negra en Panamá mediante la Ley 9 del 30 de mayo del año 2000, para conmemorar la diversidad étnica que tiene el país y resaltar los aportes de los negros al desarrollo de Panamá a través de los años”.

En el sector educativo mencionó la gestión de George Westerman, un intelectual escritor panameño, a su lista agregó al sociólogo y profesor Gerardo Maloney. En cuanto a la participación femenina elogió a la profesora Melva Lowe de Goodin, quien escribió un libro acerca de la época de la colonia, igual expuso los aportes de Kaira Harding que redactó el libro Color café. “Ella ha destacado en la educación y en la política. La magíster Angélica Simpson es autora del libro “El cabello que Dios me dio”.

En la política señaló a Rómulo Escobar Bethancourt, abogado y negociador de los tratados del Canal firmados en 1977 entre Panamá y Estados Unidos.

En el sector musical nombró a Basilio Antonio Fergus Alexander, uno de los primeros cantantes panameños de fama mundial.

En la danza destacó el baile congo que se reconoce como Patrimonio Cultural Inmaterial por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), y el bullerengue, una expresión artística de la provincia de Darién. “En los aportes a la música también están el calipso, los ritmos caribeños y la influencia de Jamaica en el regué que aquí se desarrolló en el idioma español. Siempre he dicho que los panameños somos una fusión de culturas”.

En cuanto a la cantante de jazz, Idania Dowman manifestó que la participación de los afrodescendientes en los diversos sectores en el istmo ha sido sobresaliente. “Hemos tenido personajes que han trabajado arduamente para la transformación del país. Puedo mencionar a Gerardo Maloney, Roberto Barrow, Urenna Best, Graciela Dixon, entre otros”.

Precisamente en el jazz desarrollado en el territorio nacional anotó que “Luis Russell, Danilo Pérez, entre otros, han aportado al género; la lista es larga, muchos aportaron para que el jazz tuviera su propia característica en la región”, opinó la cantante, “me atrevo a decir que fuimos protagonistas de la creación del jazz latino en la mezcla de tambores caribeños que tienen una métrica distinta al jazz como tal. Hoy más que nunca hay que estar orgullosos de nuestra raza”.

En esa línea, Billy Herron, productor y vicepresidente de la Fundación Danilo Pérez, remarcó otros aportes de los afrodescendientes en el tejido cultural panameño. “Hemos tenido muchas contribuciones y fusiones gracias a las migraciones desde la época colonial”.

De igual manera enfatizó la importancia de todo el legado en el tambor congo y el folclórico, ambos provenientes de África. “Hay investigaciones que relatan el aporte de los afro a la música istmeña, por ejemplo, las de Luis Carlos Pérez, Danilo Pérez que dejan en evidencia que el jazz en Panamá formó parte del desarrollo de este género musical”.

“En el caso de la música urbana, esta se despliega en comunidades de la población afrodescendiente en desventaja social y que terminan utilizando este género para manifestar su realidad. Toda la música que escuchamos hoy tiene un 95% de contribución afro. El ritmo y el baile tienen un linaje que viene de África y el Caribe”, aseguró.

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