Retornando a hablar de imagen

M e he salido un poco del cauce y he hablado o escrito de temas cercanos, pero hoy vuelvo al redil para preguntarme: ¿Puedo evitar dar u...

M e he salido un poco del cauce y he hablado o escrito de temas cercanos, pero hoy vuelvo al redil para preguntarme: ¿Puedo evitar dar una imagen? ¿Puedo ser invisible cuando no me arreglo o me siento mal o triste? La respuesta en NO. Los sentidos están alertas permanentemente y notamos y nos notan siempre. Nuestra única posibilidad u opción es, ya que no podemos evitar proyectar siempre una imagen, que ésta sea positiva. Cansancio, enfermedad, problemas, disgustos, depresión, negligencia. Todas éstas son causas o excusas para no arreglarnos. Acción: Reacción. “¿Qué te pasoooó?”; “Te ves cansadaaaa”, etc. Todos comentarios ideales para exacerbar nuestro malestar o situación negativa. Ahora no sólo estoy cansada, enferma, problematizada, disgustada, deprimida o dejada: además estoy afectada porque me dijeron que luzco fatal. ¡Hola! Parece que eso buscábamos. La imagen es un camuflaje que gracias al reflejo positivo del espejo, los comentarios y miradas positivos de los demás y la sonrisa que genera un piropo, se va convirtiendo en nuestra realidad. Es un juego interesante. Si me veo bien, una serie de movimientos de energía se sucederán de tal efecto que es posible que me sienta mejor. Peor jamás, igual quizás, mejor seguro. Hay varios tipos o niveles de arreglo personal. No es necesario irse al extremo si no es nuestra naturaleza, pero el prójimo nota cuándo nos queremos. La gente presiente la autoestima saludable, el esfuerzo por lucir bien, que es una manera de querernos. Y a la gente le gusta comentarlo, y nos hace bien escucharlo. Pero sobre todo, cada uno de nosotros se merece darse el mejor reflejo posible en el espejo. Nuestra alma es intangible, nos cuesta darle color, forma, aspecto. Por una cuestión natural, es más fácil vislumbrar nuestra alma si miramos con alegría la envoltura. El ideal es ser bellos por dentro y por fuera (aunque no en los rígidos estándares actuales, sino lo bello real y humano). El físico es secundario, pero ES. Está y es. Y no podemos obviarlo. Amar nuestro cuerpo, cuidarlo, honrarlo. Comer bien, darle descanso, acicalarlo… es todo acerca del amor por nosotros mismos. Especialmente por las sonrisas que nos provoca el vernos bien, la sonrisa definitivamente alimenta el alma. Trillado como es, nada es más verdadero que el poder que da el equilibrio de todas las cosas. Despertemos hoy, ya. Lavémonos el rostro, sonriamos y vistámonos de color esperanza. Porque lo bello a la vista tiene su par en los rincones del alma, y así con todo, hasta el fin.

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