Jacinda Ardern, la juventud de un liderazgo con popularidad

Actualizado
  • 18/06/2020 00:00
Creado
  • 18/06/2020 00:00
Tras convertirse en uno de los primeros países en eliminar la covid-19, el Gobierno neozelandés liderado por la mujer de 39 años, se enfrenta a la tensión de dos casos confirmados este miércoles y a la necesidad de recrudecer los controles fronterizos para dar continuidad a las políticas tan elogiadas por líderes y medios del mundo frente a la pandemia

Luego de que el pasado 9 de junio Nueva Zelanda recuperara la normalidad tras, según el gobierno, eliminar por completo el nuevo coronavirus dentro de sus fronteras, el liderazgo de Jacinda Ardern, de tan solo 39 años, vuelve a estar bajo la lupa internacional al conocerse, este miércoles, la detección de dos nuevos infectados a causa de errores en el control a dos personas (mujeres que habían llegado desde el Reino Unido y viajaron unos 650 kilómetros, desde Auckland a Wellington, sin terminar el período obligatorio de cuarentena ni someterse a ninguna prueba) procedentes del extranjero, según cita la agencia EFE.

Es un “fallo inaceptable del sistema”, confesó Ardern durante una rueda de prensa en la que anunció el nombramiento del jefe-asistente de Defensa, Darryn Webb, para la vigilancia de todas las instalaciones de cuarentena y aislamiento y realizar una auditoría de los protocolos y sistemas existentes para que sean implementados en su totalidad.

Este error “no debe pasar y no debe repetirse”, recalcó al insistir firmemente en que “el control de nuestras fronteras tiene que ser riguroso”, si bien estos dos nuevos casos rompen el registro de 24 días sin casos de coronavirus en el país oceánico (donde suman 1,156 los casos confirmados, incluidos 22 muertos según EFE), vale la pena mirar el dinamismo que le ha llevado a la primera ministra a ganar la popularidad de la que hoy presume.

Una carrera

Nacida el 26 de julio de 1980, en Hamilton, Nueva Zelanda, en agosto de 2017 pasó a ser líder del Partido Laborista y luego, en octubre de 2017, a los 37 años, se convirtió en la primera ministra más joven del país en más de 150 años.

Antes de obtener una licenciatura en estudios de comunicación (2001), Ardern comenzó su asociación con el Partido Laborista, al que se uniría en 1999.

Después de su graduación, Ardern lograría un puesto en el personal de la primera ministra Helen Clark, la segunda mujer en ocupar el cargo más alto de Nueva Zelanda y la heroína y mentora política de Ardern.

Un camino que la llevaría hasta 2017, año decisivo para sus aspiraciones políticas. Su carismático optimismo, fuerza y encanto, “con los pies en la tierra” como citan algunos medios internacionales, rápidamente energizaron a los votantes, especialmente a las mujeres y a los jóvenes, y, en respuesta, el número de encuestas preferenciales de su partido, para las elecciones generales, aumentó.

La joven mujer pidió educación universitaria gratuita, reducciones en la inmigración, despenalización del aborto y la creación de nuevos programas para aliviar la pobreza entre los niños. En términos más generales, prometió un “trato más justo” para los marginados. Algunos expertos y analistas del sector comenzaron a caracterizar a Ardern como una rock star, haciendo paralelismos con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, y el expresidente estadounidense Barack Obama.

Según medios internacionales, le ha caracterizado su cercanía comunicacional con la población.
Pisada feminista

También se convirtió en una especie de ícono feminista después de su respuesta a la pregunta de una entrevistadora sobre si planeaba tener hijos. Inicialmente, Ardern dijo que no tenía problemas para responder la pregunta. Sin embargo, al día siguiente, cuando otro entrevistador dio a entender que los empleadores tenían derecho a saber si las posibles empleadas planeaban tomarse un tiempo libre del trabajo para tener hijos, Ardern respondió: “Decidí hablar sobre eso, fue mi elección ..., pero para otras mujeres es totalmente inaceptable en 2017 decir que las mujeres deberían responder esa pregunta en el lugar de trabajo. Es decisión de la mujer cuándo tener hijos. No debe predeterminar si se les da o no un trabajo o si tienen oportunidades de empleo”.

En junio de 2018, Ardern, quien mantiene una relación sentimental y compromiso con Clarke Gayford, dio a luz a su primer hijo, una niña llamada Neve. Se convirtió así en la primera líder de un país en casi 30 años en dar a luz mientras estaba en el cargo.

Lo cierto es que, pese a este desliz, los pasos de la primera ministra de Nueva Zelanda han sido motivo de elogios y ejemplo para el mundo, en medio de una gestión marcada por la cercanía, templanza y humanidad, además de estrategias drásticas y efectivas para mitigar el golpe del nuevo coronavirus en su terreno.

Empatía

Para medios como The Guardian, Ardern ha resultado ser “una mezcla de acero y amabilidad”, no solo durante la pandemia. Ya en 2019 Ardern había recogido congratulaciones por cómo manejó la peor masacre en la historia moderna de Nueva Zelanda: el tiroteo contra dos mezquitas en la ciudad de Christchurch, que mató a 50 personas e hirió a decenas más, según reseñó la BBC.

Además, su estilo de liderazgo en positivo hizo que la gobernante de uno de los países más pequeños del mundo, lograra ser incluida durante dos de sus tres años de gobierno (2018 y 2019) en la lista de las 100 personas más influyentes del mundo, de la revista Time.

Con la embestida del coronavirus como prueba de fuego, su estrategia de cerrar las fronteras y ordenar una cuarentena de cuatro semanas, cuando aún no se había registrado ninguna muerte a causa de la covid-19, fueron determinantes. Además de ser el primer país que pudo eliminar el virus en su territorio, Nueva Zelanda ha registrado algunas de las cifras más bajas de casos y muertes del mundo.

Además, la madre y política fue elogiada por gestos como el recorte de los sueldos del gobierno en solidaridad con los afectados. A mediados de abril, la primera ministra anunció que tanto ella como sus ministros reducirían sus sueldos en un 20% durante seis meses, para mostrar “liderazgo y solidaridad” con los trabajadores en el frente de batalla y quienes perdieron sus ingresos durante la pandemia, reseñó BBC.

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