La ausencia de recursos públicos precariza los cuidados en el hogar

Actualizado
  • 31/03/2024 15:20
Creado
  • 31/03/2024 15:20
Para las cuidadoras, el no poder tener lugares en donde esparcirse incrementa el sentimiento de encierro, ya que muchas realizan hasta 12 horas de trabajo. La investigación es de Isabel Preciado del CIHAC

Para las cuidadoras de la zona metropolitana de la ciudad de Panamá no hay presencia estatal y recursos compartidos en donde residen. Se sienten solas y tienen un temor constante por la seguridad urbana. A la arquitecta Isabel Preciado se le confesó el pesar de estas mujeres durante su proyecto ‘Cuidando a quienes nos cuidan: espacios públicos y cuidados maternos en Panamá’, una investigación del programa de residencia de investigación 2023 del Centro de Investigación Histórica Antropológica y Cultural AIP-Panamá (CIHAC).

Este proyecto tenía como principal propósito analizar el papel de las mujeres en la familia, las barreras culturales e históricas que han restringido el acceso y el uso del espacio público. Los cambios en las leyes y políticas públicas y las voces y experiencias de mujeres panameñas de distintos sectores sociales sobre este tema.

Durante la presentación de los resultados de la investigación en el teatro Anita Villalaz, la arquitecta especializada en diseño urbano y sostenibilidad global, detalló los hallazgos de la investigación. Uno de ellos es que, “el cuidado es definido como una ayuda. Cuando a la persona se le da una remuneración por el cuidado, es visto como una ayuda. Y cuando no se le da una remuneración a una persona por el cuidado por un tema familiar, se veía como una obligación. Esto es muy importante tenerlo en mente porque si al cuidado se le sigue refiriendo como una ayuda, se complica todo el aspecto de profesionalizar [el trabajo]”.

Otro hallazgo, fue la ausencia de la figura masculina. En todos los encuentros con las cuidadoras, nunca se mencionó a la figura masculina como la proveedora del cuidado. Se le mencionó como el encargado de generar ingresos y traerlos a la casa, indicó Preciado.

La ausencia estatal y de los recursos compartidos fue otro aspecto que mencionaron las cuidadoras. “Durante las actividades de taller, cuando se les pedía que hablaran de los recursos que anhelaban para cuidar de una manera digna y cómoda, muchas mencionaron recursos estatales como, mejores parques para ir a recrearse, transporte público con mayor fluidez (...) Las cuidadoras pasan hasta 12 horas al cuidado, lo que no permite que tengan tiempo para su descanso o recreación”.

También durante las conversaciones con las mujeres, Preciado analizó el temor a la seguridad urbana. “Existe cierta obsesión por sentirse segura y tener una mayor conexión con el mundo exterior. Otro hallazgo, es el sentimiento de soledad grandísimo entre las mujeres”.

Para realizar esta investigación, la arquitecta hizo un análisis territorial en el cual pudo identificar cuáles son los recursos para los cuidados en el área metropolitana de Panamá, como los Centros de Atención Integral de Primera Infancia, escuelas, clínicas y distintos sistemas de transporte. También identificó los corregimientos donde había una mayor población femenina, es decir que el 50% de la población de estos corregimientos estuviese conformado por mujeres. También buscó datos sobre la población de 0 a 14 años.

Una vez que obtuvo esta data, identificó varios corregimientos con cierto grado de vulnerabilidad con respecto a los recursos de cuidados. Una vez que identificó los corregimientos, contactó a líderes comunitarios para facilitar encuentros comunitarios con ellos. Escogió tres distintos barrios: Villa Grecia (Las Cumbres), Villa Guadalupe (José Domingo Espinar), Brisas del Norte (Rufina Alfaro). Estos barrios tenían datos demográficos muy similares: escasos recursos de cuidado, mayor población femenina y mayor población de niños de 0 a 14 años. Los barrios también tenían ciertas diferencias como los diferentes niveles de poder adquisitivo, detalló.

Preciado hizo una encuesta en línea para saber cómo los capitalinos conceptualizan los cuidados. Mientras que en los barrios desarrolló cuatro distintas estrategias, la primera fue realizar una encuesta a las cuidadoras de estos barrios. Luego, realizó talleres comunitarios, entre esos solicitó a las cuidadoras que trazaran el recorrido de sus actividades diarias y cuidados en un mapa de su comunidad. También las cuidadoras hablaron sobre los anhelos que desean tener cuando realizan los cuidados. De estos talleres, la arquitecta escogió entrevistar a algunas cuidadoras para “entender cómo las maneras que las habían cuidado a ellas, había impactado a quienes ellas cuidaban”.

¿Cómo interpretó estos hallazgos?

De acuerdo con Preciado, los cuidados están feminizados y privatizados. Aquí existen dos componentes, el primero se le atribuye a la oferta inmobiliaria que hay y cómo se ve el habitar: como un producto, que puede ser repetitivo innumerables veces, en cualquier contexto y al final crea una situación hostil y no amigable. “Hacen falta espacios públicos”.

Por otro lado, el miedo y la obsesión que existe por la seguridad urbana genera de por sí unas ganas de este encierro, de esta privatización de espacios, de esta pérdida de comunidad, y en esta pérdida de comunidad, las más perjudicadas siguen siendo las cuidadoras, ya que si pierden la ayuda comunitaria, solo dependen de la familia para estas responsabilidades de cuidados. Y si en sus familias, el cuidado es exclusivamente de ellas, pues básicamente no tienen tiempo para su desarrollo personal. “Es evidente cómo hay una falta de comunidad grandísima en estos barrios”, acotó Preciado.

“La principal conclusión es que, lo único que puede romper ese ciclo vicioso es la colectividad (...) Las ciudades no son iguales para hombres y mujeres, y tampoco entre mujeres. El entorno en el cual habitan las mujeres impacta directamente en cómo se cuidan y cómo estas son cuidadas. Los cuidados son la acción más humana que existe. Todos hemos sido cuidadores. [Se trata de] de volver a definir el cuidado como una acción de responsabilidad social”, concluyó.

Isabel Preciado
Arquitecta
El cuidado es definido como una ayuda. Cuando a la persona se le da una remuneración por el cuidado, es visto como una ayuda. Y cuando no se le da una remuneración a una persona por el cuidado por un tema familiar, se veía como una obligación. Esto es muy importante tenerlo en mente porque si el cuidado se le sigue refiriendo como una ayuda, se complica todo el aspecto de profesionalizar [el trabajo]”,
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