“No todas las maternidades son felices”

Actualizado
  • 05/12/2023 00:00
Creado
  • 05/12/2023 00:00
Este es el nombre de la campaña que aborda un fenómeno normalizado en Panamá: el embarazo en las niñas y adolescentes en Panamá

Escuchar que un vecina, amiga de colegio, o una prima siendo una niña o adolecente está embarazada es muy común. Es más, no genera alerta. Se ha normalizado en el país. La oficina de Panamá del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) lanzó este lunes la campaña social “No todas las maternidades son felices” para generar conciencia sobre esta problemática.

Según Edith Castillo Núñez, representante de UNFPA Panamá, la iniciativa es una respuesta a la normalización del embarazo adolescente. “No podemos normalizar el embarazo en la adolescencia, pues está vinculado a contextos de pobreza y a la reproducción de desigualdades sociales, además refleja situaciones de violencia sexual y de abuso”.

“No todas las maternidades son felices” consta de tres videoclips en los que se exponen tres escenarios distintos cuando una niña o adolescente queda embarazada. En uno de ellos se muestra cómo una menor y su entorno termina más empobrecido por este embarazo, ya que, de acuerdo con especialistas, la mayoría de estas adolescentes provienen de lugares de escasos recursos, y además, el embarazo impide el correcto desarrollo de sus vidas.

En el segundo videoclip se presenta cómo una adolescentes es vista por la sociedad tras el anuncio del embarazo: indiferencia y menosprecio de su familia y el colectivo que le rodea. En el tercer videoclip se pone en evidencia un incesto y el silencio cómplice en la familia.

En este último video al ser un tema delicado como el incesto, se buscó la forma de enviar en mensaje y a la vez ser sutiles, pero que se comprenda. “El incesto ocurre en las familias. Por el miedo al qué dirán, la familia decide callar”, detalló Omar Polo, vicepresidente creativo de McCann Panamá, empresa encargada de los tres videoclips.

En los video no se ven situaciones de adolescentes de la clase media alta, sobre esto, Polo respondió que fue a propósito, ya que generalmente las situaciones difíciles se dan en las embarazadas de la clase empobrecida, y el UNFPA Panamá trabaja en estas poblaciones. “Lo ideal era grabarlo en las comarcas, pero las protestas [contra el contra entre el Estado y Minera Panamá] no lo permitieron”.

De acuerdo con Castillo Núñez, si bien cierto se han dado avances en el país, no de una forma acelerada como se hubiese querido “porque son problemas estructurales que requieren no solamente de la intervención del Estado, sino también de la actuación de la comunidad, de la familia; del entorno de protección en el que deben estar las niñas y adolescentes”.

Por ejemplo, agregó Castillo Nuñéz, los datos sobre el incesto en Panamá es preocupante, por ser “es un problema que se ha duplicado, de acuerdo con las cifras. Es importante visibilizar la realidad de una manera mucho más cotidiana”.

“Hay que aceptar que es un fenómeno que se da en la sociedad. Se ha normalizado (...) Lo que se busca con la cápsula es plantear que es un fenómeno que es real, y que en este país está presente. Si bien es cierto ha registrado una disminución en edades tempranas, no hay que bajar la guardia. El espacio doméstico debe ser de protección para las niñas”, concluye.

Durante la grabación del video.
Un fenómeno que empobrece

El Fondo de Población de las Naciones Unidas publicó el estudio ‘Consecuencias Socioeconómicas del Embarazo en la Adolescencia en Panamá’. De acuerdo con el informe el costo asociado al embarazo en la adolescencia y la maternidad temprana en el país ascendía a $495,4 millones, según datos del año 2019; y si, a esa cifra, se le suma $15 millones por gastos en salud y $15 millones por pérdidas fiscales, el total sería 525 millones, monto que equivale a parar el Canal tres meses.

“La consecuencia más inmediata del embarazo en la adolescencia y la maternidad temprana es la interrupción de las trayectorias educativas de las mujeres. Esto es porque las mujeres que son madres desde la adolescencia suelen ser expulsadas de forma prematura del sistema educativo debido a la dificultad para conciliar sus estudios con las tareas de cuidado”, explica el estudio.

En Panamá, ser madre en la adolescencia implica una probabilidad tres veces menor de obtener un grado universitario que la registrada por una mujer que fue madre en su vida adulta, es decir un 11,7% versus 32%.

El menor nivel de escolaridad se traduce luego, al incorporarse en el mercado laboral, en un menor nivel de remuneración. Los ingresos de las mujeres que alcanzan una licenciatura completa triplican a los de las mujeres que solo tienen educación primaria completa en el país. En otras palabras, las mujeres panameñas de entre 20 y 57 años que alcanzaron la educación universitaria percibieron en promedio $14 mil 900 anuales, mientras que aquellas que alcanzaron el nivel vocacional-no universitario con nivel secundario percibieron, en promedio, $7 mil 400 anuales. Por último, aquellas que alcanzaron únicamente el nivel educativo primario —hasta 6 años de escolaridad— percibieron $5 mil anuales.

Otras consecuencias

De acuerdo con UNFPA Panamá, el embarazo en la adolescencia no solo tiene consecuencias negativas para las niñas y adolescentes y su entorno, sino para la sociedad en su conjunto. Entre ellos que las muertes maternas en adolescentes generaron un costo social para la economía panameña de$1,05 millón, mientras que los costos asociados a la atención salud de los embarazos adolescentes fueron de $14,3 millones.

“Si no se toman las medidas necesarias, las consecuencias por no hacer frente al embarazo en la adolescencia pueden generar pérdidas económicas irreversibles, tanto para las niñas y adolescentes como para el país en su conjunto”, puntualiza el estudio.

La tasa específica de fecundidad adolescente (TEFA) de Panamá para 2021 fue de 51.7, según información del Ministerio de Salud. La TEFA de América Latina y el Caribe es de 61.8, la segunda más alta del mundo.

Según cifras de los informes de los Juzgados de Niñez y Adolescencia, desde 2010 a 2022, el abuso sexual hacia niñas, niños y adolescentes se ha duplicado, pasó de 660 a 1393, respectivamente, siendo las niñas y adolescentes las más afectadas.

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