“La historia me está defendiendo”

Jorge Serrano Elías es un hombre díficil de definir. El controvertido ex Presidente de Guatemala, asilado en Panamá hace 17 años, fue ac...

Jorge Serrano Elías es un hombre díficil de definir. El controvertido ex Presidente de Guatemala, asilado en Panamá hace 17 años, fue acusado por muchos de sus compatriotas de corrupción y de haber pasado de la bancarrota al subir al poder, a ser millonario. Su visión de sí mismo y de los acontecimientos que desencadenaron su exilio es, sin embargo, muy diferente. Él se considera el abanderado del proceso de pacificación de Guatemala, uno de los países más inseguros y violentos de la región, y endilga toda la responsabilidad por la corrupción, la ausencia de justicia, el crecimiento del narcotráfico y el deterioro económico, precisamente a quienes en 1993 lo obligaron a abandonar su patria junto a toda su familia.

Este hombre de 65 años, recio y seguro de sí mismo, no ha perdido, a pesar del tiempo transcurrido y la amargura del exilio, la pasión al explicar su visión histórica de los hechos y hablar de los sucesos que lo llevaron a buscar asilo primero en El Salvador y después en Panamá.

En el piso 14 del Edificio Capital Plaza en Costa del Este, donde tiene su empresa y trabaja junto a sus cinco hijos, un frío gélido nos envuelve mientras Serrano accede a responder parsimoniosamente al interrogatorio de FACETAS. Sentado detrás del escritorio que preside su amplio despacho, poco a poco va soltando algunas opiniones acerca de él mismo, con las cuales demuestra que se tiene en muy alta estima. Se califica como un hombre polifacético que en lo profesional ha tenido vidas paralelas al desarrollarse simultáneamente en el negocio inmobiliario, el campo de la educación -que asegura es su pasión- y en la política. Se define como un hombre innovador y arriesgado “al que a veces le va bien y otras mal, pero más bien que mal” y que en Guatemala tiene tanto amigos como enemigos porque es, en sus propias palabras, “un líder que parte las aguas”.

Serrano Elías subió a la presidencia de Guatemala postulado por el Movimiento de Acción Solidaria (MAS), partido fundado por él mismo en 1990 y compuesto por grupos cooperativistas, con el 68% de los votos. El ex presidente define su gobierno como de centro derecha, con alto contenido social, libertad de mercado y promotor de empresas con responsabilidad social, y asegura que su propósito era acercar los poderes económicos y políticos a los sectores populares, con el fin de establecer los caminos para erradicar la violencia e impulsar el proceso de paz en el que él había trabajado arduamente desde 1990, como miembro de la Delegación de Reconciliación Nacional que firmó el acuerdo básico para la paz con la guerrilla.

Por estos antecedentes, su ascenso al poder en 1991 generó gran expectativa entre los distintos sectores de la población. Sin embargo, el 25 de mayo de 1993 sorprendió al país al ordenar la disolución del Congreso de la República y la Corte Suprema de Justicia, entre otras instituciones -según él- para defender la democracia. “Eran instituciones que no eran democráticas, que estaban totalmente corrompidas y manejadas por el narcotráfico y por mafias incrustadas en ambos organismos”, asegura un tanto exaltado y casi perdiendo la compostura que ha mantenido en toda la entrevista. “Si estuviera en circunstancias similares, creo que lo volvería a hacer”, enfatiza para dejar en claro que de ningún modo considera ese intento de autogolpe como un error de juicio por el cual deba ser responsabilizado.

Este fallido intento puso fin abruptamente a su gobierno en 1993. ¿Por qué fracasó? “Me traicionaron”, dice Serrano a modo de explicación y menciona a una cúpula militar “corrupta y pequeña”, aliada con un sector empresarial, empeñado en la privatización de importantes sectores del Estado, que fue la que -según su versión- le dio un golpe a su gobierno.

Aunque la versión oficial que se difundió fue que Serrano abandonó el cargo, él asegura que no renunció y que se mantuvo en su despacho de la Casa Presidencial hasta pocas horas antes de salir al exilio. Recuerda vívidamente que mientras veía por televisión los acontecimientos, el entonces ministro de defensa declaraba “vacante su cargo por abandono”. Con una emoción imposible de ocultar y temblándole la voz asegura que los grupos que lo sacaron del país “han tenido por 18 años pavor de que yo regrese y mantienen la persecución en mi contra y la satanización de mi persona”. A pesar de la dureza de los juicios emitidos sobre él desde entonces, Serrano, está convencido de que, de haberse mantenido en el poder, su país hoy sería otro.

A la firmeza con la que cree haber acertado en sus acciones se opone una gran incertidumbre sobre las verdaderas razones del fatídico desenlace. Cuando se le pregunta sobre el tema, Serrano no logra explicar claramente por qué, habiendo sido elegido presidente con una alta votación y contando con un gran apoyo popular, la mayoría de los guatemaltecos le dieron la espalda en un momento crucial.

Antes de aspirar a la presidencia de su país, había formado parte del gobierno de facto del general Efraín Ríos Montt, converso como él a la fe protestante evangélica, en el cual encabezó el Consejo de Estado. Aunque controvertida y señalada como represiva y dictatorial, Serrano no duda en defender la gestión de Ríos Montt y las patrullas de autodefensa civil que operaban durante su gobierno, creadas para combatir la guerrilla pero que, aún después de decretada su disolución, continuaron aterrorizando a la población.

EL EMPRESARIO

Dueño de una inmensa fortuna lograda, según él mismo, gracias a su tesón empresarial desde antes de llegar a la presidencia, en Panamá el ex mandatario ha invertido en desarrollo inmobiliario, su principal actividad. Ha incursionado también en la minería no metálica y recientemente en el negocio de la educación privada.

En Guatemala, sin embargo, se considera que el origen de su fortuna es incierto. Sus oponentes aseguran que accedió al poder lleno de deudas pero que en poco tiempo se hizo millonario y es requerido en su país por malversación de fondos reservados, peculado, apropiación indebida de fondos públicos, violación de la Constitución y abuso de autoridad, entre otros delitos que, asegura el ex presidente, no han sido probados.

El hecho es que en Panamá, Serrano Elías se ha convertido en un empresario poderoso, que mueve grandes inversiones, aunque ha procurado mantenerse con bajo perfil. Uno de los proyectos de los que se siente más orgulloso es el de Ciudad Santa Fe, en Pacora, en pleno desarrollo y que consiste en la construcción de 16 mil viviendas de interés social, con áreas recreativas, escuelas y un orfelinato. Visiblemente molesto por la pregunta, niega que haya una intención de limpiar su imagen con “buenas acciones” detrás de estas actividades empresariales y afirma enfático que “nunca he pensado hacer esto por imagen”.

Jorge Serrano, amante de los caballos finos, es también propietario del Hacienda Country Club en Cerro Azul, que cuenta con picaderos para salto, cancha de polo, un restaurante que será relanzado próximamente y donde se está construyendo un campo de golf que se convertirá en una escuela para este deporte. Muy cerca al Club se encuentran las instalaciones de la nueva incursión empresarial de la familia Serrano, el Thomas Jefferson School, establecimiento escolar privado que abrirá sus puertas este año, por ahora con nivel preescolar y primaria hasta tercer grado.

Este hombre que aparenta más edad de la que tiene, ha encontrado entre los panameños un nuevo hogar. No sólo para sus inversiones, sino también para su familia, que está creciendo en Panamá, y para sus proyectos personales como su participación semanal en el programa radial de Mayín Correa en KW Continente, “La Palabra”, donde opina “con cautela” desde hace 8 años, sobre la situación del país y del mundo.

Quizás la adversidad y el haber tenido que abandonar su país indefinidamente han convertido a Serrano en un abanderado de la unidad familiar que asegura que si hay algo que lo conmueve profundamente es precisamente la desintegración de la familia. Por eso, y con el fin de proyectar fuera de su entorno inmediato la solidez de los lazos que unen a su prole, apoya un proyecto contra las drogas y pro fortalecimiento de la familia en Mañanitas de Teen Challenge.

Alto y todavía bien plantado, Serrano sonríe con frecuencia pero aún así no puede disimular el carácter autoritario que caracterizó su gobierno y con el que ahora lidera, al mejor estilo del patriarca latinoamericano, a su clan -su esposa Magda, los gemelos Jorge y Arturo, Juan Pablo, Magda y Amelí- a quienes reúne a diario en el comedor de la empresa para compartir el almuerzo y el día a día de cada uno.

Nostálgico por su tierra, dice pensativo que si se dan las circunstancias está dispuesto a regresar a Guatemala, pero no a defenderse porque “la historia misma me está defendiendo, me está dando la razón, porque el deterioro que anuncié está más claro que nunca”, enfatiza.

¿Héroe o villano?, sólo el tiempo lo dirá. Por ahora, el ex presidente -quien se deja ver poco en los círculos sociales locales - continuará viviendo indefinidamente en Panamá, donde tiene cinco nietos y una nuera panameños, sus cinco hijos se han proyectado profesionalmente y tanto él como su familia se sienten “felices y agradecidos” pero, sobre todo , como cualquier panameño más.

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