La mujer y nuestras realidades

  • 23/09/2014 02:00
La realizadora tiene una maestría en guión y ha tomado cursos de estudios de género

Lucía Carreras estudió Ciencias de la Comunicación en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) en Guadalajara. Nació en la Ciudad de México, pero a los nueve años se mudó con su familia a la Perla Tapatía y volvió cuando tenía 26 al años D.F.

La realizadora tiene una maestría en guión y ha tomado cursos de estudios de género, dirección de actores y de montaje, entre otras cosas. Es coautora del guión de Año bisiesto , filme dirigido por Michael Rowe, que ganó el premio Cámara de Oro a la Mejor ópera prima en la 63a. edición del Festival de Cannes.

Carreras filma La casa más grande del mundo , en codirección con la guatemalteca Ana Virginia Bojórquez. La historia trata sobre el viaje iniciático de una niña pastora maya mam (etnia al noreste de Guatemala y el sureste de México).

Su madre entra en labor de parto, por lo que tendrá que hacerse cargo del cuidado de las ovejas.

‘Es como el enfrentamiento de esta niña con su necesidad de hacerse adulto de repente, de hacerse responsable de esa parte, que es una realidad de los niños en la montaña’, explica Lucía.

Y respecto a ‘Tamara y la Catarina’, revela que es filmada en Jalisco. Desde Nos vemos, papá , aspiraba a rodar la película en Guadalajara, ciudad en la que residió de los 9 a los 26 años.

Para ella los escenarios también son fundamentales para abrazar el argumento y aclara que no es que sea una historia centrada o escrita para desarrollarse en la ciudad, sino para una urbe grande del país: la Perla Tapatía de México entra en el perfil.

Tamara y la Catarina retrata un encuentro de soledades. Los personajes principales: una mujer de 40 años con retraso mental, de una zona pobre de México, y una señora que vende quesadillas. La primera se lleva un bebé de un puesto de revistas y así ambas tendrán que afrontar la situación con el recién nacido, creando una estrecha relación mientras intentan devolver al bebé.

DE ACÁ PARA EL MUNDO

Lucía disfruta de contar las realidades de México y Centroamérica no desde la particular mirada fuerte de la mujer latinoamericana y desde lo social.

‘Hay que hablar de nuestra propia realidad. Por general cuando nos lanzamos a contar historias de otras latitudes son un fracaso’, remarcó sin dudar Carreras.

Y confieza que le gustan mucho las historias crudas en el cine, las soledades y los personajes de mujeres que se salen de los esquemas, como las historias de las mujeres migrantes, el caso de la niña Sara en La Jaula de oro.

‘Aunque no creo que el cine deba ser discursivo en sentido de plantear cómo deba ser la mujer, por ejemplo, más bien el cine es un reflejo de la realidad e identidad de un pueblo’, agregó.

EN LA PELEA POR CONTAR

En cuanto al cine centroamericano piensa que nuestra región pelea por tener cine.

‘Creo que México, Argentina y Brasil son países que ya tienen una industria propia y debemos ayudar a los países más chicos que están en esa construcción de su propio cine’, remarcó la directora.

A la vez analiza que muchas veces contar con una industria no es garantía de que se produzca buen cine, ‘en México ahora hay más fondos y así como se hacen buenas películas, se está haciendo mucha mierda’.

Y cerró con la idea de que ‘la falta de recursos despierta la creatividad. Es una especie de bendición disfrazada y obliga al creador de la historia a narrar con lo poco’.

Para una mujer joven y latinoamericana como Lucía Carreras el balance del cine de la región en general es positivo, pero se tendría que marcar como objetivo hacer un frente común de cine latinoamericano.

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