En una ocasión, la amenazaron de muerte

Actualizado
  • 21/05/2023 00:00
Creado
  • 21/05/2023 00:00
Vannie Arrocha acaba de publicar la segunda edición de su libro 'La Doctora - Lidia Sogandares'. Conversa sobre la vida y las vicisitudes que sufrió la primera médica panameña
Vannie Arrocha, comunicadora social.

En esta edición de Facetas, entrevistamos a Vannie Arrocha, quien tiene 18 años de experiencia en el área de la comunicación social y periodismo, ha trabajado y contribuido para los diarios La Prensa, La Estrella de Panamá, en la revista Ellas y en medios internacionales, como El Mundo. Actualmente, es consultora de comunicación y abogacía para el Fondo de Población de las Naciones Unidas. Su primer poemario Y Por este color de la piel fue publicado en el 2014. Formó parte del equipo de investigadoras del proyecto “Pioneras de la ciencia en Panamá: Porque fueron, somos; porque somos, serán” del Centro Internacional de Estudios Políticos y Sociales, y financiado por la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación. Con este proyecto, publicó dos libros en colectivo: Pioneras de la ciencia en Panamá y Pelaítas de ciencias: 9 historias de nuestras pioneras, ambos en 2022. Su libro La Doctora – Lidia Sogandares (2022) es la biografía de la primera médica panameña.

Esta es la segunda edición de La Doctora, Lidia Sogandares, La primera médica panameña. ¿Qué tiene esta edición que no tiene la primera?

Aunque conté con un apoyo económico de la Sociedad Panameña de Obstetricia y Ginecología, autopublicarse no es fácil ni barato. Hay que procurar calidad por medio de procesos: investigación, redacción, buscar quién haga la edición, la corrección de estilo, la diagramación, el diseño de portada, la imprenta. Punto y aparte es la distribución del libro. En Panamá, el autor tiene que estar en todo. Por tanto, hacer una primera edición es una odisea; hacer una segunda, es una hazaña. El trabajo actual, que consta de 500 ejemplares, incluye una fotografía de Tula (como llamaban a Lidia en casa) como reina del primer concurso estudiantil que se hizo para celebrar el primer aniversario de la Federación de Estudiantes de Panamá; la fotografía fue tomada por Carlos Endara y pertenece a la Colección de Mario Lewis. También incluye una carta de 1934 firmada del puño y letra de Tula, escrita justo luego de recibir su título en medicina de la Universidad de Arkansas Little Rock y mientras esperaba por ingresar al internado del Hospital de las Mujeres de Filadelfia. La Doctora, la biografía sobre la primera médica panameña, solo está disponible en tres puntos de venta: Librería Cultural Panameña, Babilonia Editores y en El Hombre de la Mancha.

En algunas páginas en Internet aparece 1908 como la fecha de nacimiento de Lidia y 1977 como su fecha de fallecimiento. En tu libro explicas que su fecha de nacimiento fue 1907 y de fallecimiento 1971, ¿qué otras imprecisiones existen sobre Lidia?
Portada del libro 'La Doctora, Lidia Sogandares, La primera médica panameña'.

Lidia Sogandares nació en 1907 según me informó su sobrina Lydia Payne (antes de fallecer) y fue por un error que sus papeles legales decían 1908. Murió el domingo 21 de marzo de 1971, no sé de dónde sacan que fue 1977, debe ser error de dedo. Se dice que a Lidia se le prohibió ejercer la medicina cuando llegó a Panamá en 1935, pero no concuerdo con esa tesis. Ella hizo una pasantía durante sus vacaciones en el Hospital Santo Tomás, si hubiese sido sujeto de discriminación por ser mujer no le hubiesen permitido hacer su práctica mientras era estudiante de medicina en esta institución. La feminista Esther Neira de Calvo y la segunda médica del país Hermelinda Cambra de Varela indicaron en escritos sobre Sogandares que fue la primera médica de Centroamérica, pero no fue así. La antecedieron una nicaragüense y dos salvadoreñas. Según el doctor Rafael de Gracia, sí fue la primera mujer médica especialista en obstetricia y ginecología de Centroamérica. Por último, Lidia se escribe con i de iglesia, hay quienes escriben Lydia e incluso Ligia.

Por la lectura del libro sabemos de las dificultades por las que tuvo que pasar esta mujer que quiso ir más allá de las reglas del patriarcado, por ejemplo, un padre que se opuso a que tuviera estudios superiores.

Manuel Sogandares, padre de Tula, se opuso a los estudios de su hija al principio por las costumbres de la época, pero cuando la feminista Esther Neira de Calvo le planteó el escenario prometedor que tendría su hija si continuaba los estudios superiores, él cambio totalmente, 180 grados. Pidió prestado para el pasaje de barco de su hija, fue su representante legal, se convirtió en su apoyo.

Por tu libro sabemos que Lidia Sogandares denunció el embarazo en la adolescencia desde la década de 1940, ¿qué otros problemas de salud reproductiva existían en su época? ¿Ya los superamos?

No hemos superado ni los embarazos en la adolescencia, ni los casos de multiparidad, ni la paternidad no responsable y nos sigue haciendo falta la educación sexual integral. Sin embargo, permíteme enfocarme en la esterilización femenina. La primera ley sobre este menester data de 1938. Luego siguió la Ley 48 de 1941, pero para poder acceder a la operación en un establecimiento público, se exigía cinco hijos a la mujer y demostración de carencias económicas. Estas medidas dificultaban hacer la solicitud. Es interesante que la Ley 41 no mencionaba al marido. Sin embargo, el formulario de consentimiento hecho por el entonces Ministerio de Salubridad y Obras Públicas solicitaba la firma de éste como requisito para realizar el procedimiento. El artículo 6 de la mencionada ley decía que: “Se considera esterilización de emergencia aquella que debe practicarse como parte de alguna operación quirúrgica” y en eso se basó La Doctora para hacer la ligadura de trompas a mujeres hipertensas o que presentaban cuadros complicados. Varios maridos se molestaron con ella por ligar a sus mujeres. En una ocasión, la amenazaron de muerte. Eran tiempos en que la mujer estaba supeditada al mandato del hombre. Ahora estamos supeditadas a la Corte Suprema de Justicia, en cuanto a esterilización femenina.

Lidia Sogandares, como médica, representa la ciencia en un país que todavía no deja hoy de estar marcado por la ignorancia y las soluciones mágicas. ¿No crees que más que haber sido una pionera en no pocas actividades, lo más importante es haberse atrevido a ejercer la ciencia y el conocimiento en medio de la mojigatería?

Tula era una niña de Taboga que deseó ser médica desde su infancia. Su referente fue su mamá, quien curaba las heridas que se hacían sus hermanos. Para mí, su camino hacia su destino comenzó en el Instituto Nacional, al graduarse con el primer puesto de honor. Eso fue fundamental para que la feminista Esther Neira de Calvo le consiguiera una beca de la Unión Panamericana (hoy OEA). Lidia fue pionera en la ciencia médica de Panamá, pero más que ser la primera médica lo que pesa es lo que hizo con sus conocimientos, los puso al servicio de la enseñanza, del gremio médico y de la salud de las mujeres que habitaban el país.

¿Qué crees que más movía a la doctora?

Puedo decir que algo que le partía el corazón a la doctora Sogandares era atender a tantas jóvenes menores de 20 años con tres y cuatro hijos sin padre. Puedo repetir como papagayo que atendía con igual esmero a la mujer del mecánico como a la del presidente porque pacientes de distintas clases sociales la recuerdan con gratitud, impactó en sus vidas. Y, aunque también ejercía la práctica privada, fue el Hospital Santo Tomás su lugar de trabajo predilecto. ¿Quiénes eran sus pacientes en este hospital? Las mujeres con escasos recursos.

Finalmente, ¿cuál podría ser el legado ético de esta doctora para los médicos panameños en la actualidad?

Precisamente atender a las mujeres por igual, sin distinción de clase social, etnia, etc., pero cómo emular a alguien que no conoces. Es importante que se siga escribiendo sobre la historia de la medicina en Panamá.

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