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- 16/08/2009 02:00
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Los libros para mi son como los cigarrillos para el fumador. Los que son o han sido fumadores entenderán lo que voy a explicar. Hay temporadas en mi vida en las que, a pesar de no poder, o no querer, leer, si no tengo cerca uno, dos o tres libros, me empiezo a poner ansiosa. Necesito abrir un libro, necesito poder aspirar ese olor a tinta, olor a aventura nueva. No uno, necesito varios. Necesito que, de vez en cuando, ellos me recuerden la inevitabilidad de la muerte “Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte, contemplando como se pasa la vida, como se viene la muerte tan callando (?)” y su deliciosa dulzura “¡Si, de la muerte, que debe ser hermosa! ¡Descansar en la blanda tierra obscura, mientras las hierbas se balancean encima de nuestra cabeza, y escuchar el silencio! No tener ni ayer ni mañana. Olvidarse del tiempo y de la vida; morar en paz”.. La riqueza de la vida ‘Traigo dentro de mi corazón, como en un cofre que no se puede cerrar de tan lleno, todos los sitios en los que he estado, todos los puertos a los que he arribado?’ El absurdo encanto del amor “La mujer contestó con este poema: / Conocer, no conocer, / Inútil es / Diferenciar / Tan solo el amor / Vuestro guía debe ser”.
A veces quiero renegar de mis congéneres “Yo, que había resuelto mantenerme al margen de toda sociedad humana y que agradecía a mi buena estrella el haber venido a parar a un sitio donde mis propósitos podían realizarse plenamente”. Y a veces también entiendo a través de ellos que sin humanidad, el mundo sería un lugar muy aburrido.
Todo está en los libros, todo, “Cosas de libros?cosas de libros? ¿y qué no es cosa de libros (?)? ¿Es que antes de haber libros, en una u otra forma, antes de haber relatos, de haber palabra, de haber pensamiento, había algo? ¿Y es que después de acabarse el pensamiento quedará algo? ¡Cosas de libros! ¿Y quien no es cosa de libros?”
Hay libros que te marcan, aunque no lo quieras, palabras que se te quedan grabadas como el sabor de un buen vino. Hay frases que marcan etapas, libros que te acompañan un tramo del camino y se olvidan y libros a los que vuelves una y otra vez. Y otros que leíste y cuyo título olvidaste pero de los que recuerdas vagos resabios y desearías poder recordar claramente para buscarlos de nuevo.
Los libros son los únicos amigos que nunca fallan. Compañeros de llantos y de borracheras. Compañeros de viajes, de noches interminables de estudio y de días largos de verano. Quien no haya leído un libro se ha perdido penas y alegrías. Egoísta el padre que le niega a su hijo el placer de la lectura. Maldito el gobernante que no facilita a sus gobernados el acceso a la lectura. Pobre del pueblo que no lee, pues está a merced de aquellos que lo quieren mantener en la ignorancia.
Lean, lean lo que quieran, ficción, ensayo, poesía. Clásicos, contemporáneos. Viejos, nuevos. Con fotos, sin fotos, largos o cortos. Lean. Nunca se arrepentirán de haber abierto un libro. Aunque quizás algún día se lleguen a arrepentir de no haberlo hecho. Aprovechen, llega la V Feria del Libro, ¿necesitan otra excusa mejor para leer?
(Gracias a Oscar Wilde, a Pessoa, a Jorge Manrique, a Ariwara No Narihira, a Emily Brönte, y a Miguel de Unamuno, por prestarme sus palabras en la columna de hoy para expresar aquello que mi verbo escaso no puede alcanzar)
*La autora es filósofa
AULLIDO DE LOBA