Más de 5.000 personas, según la policía, y alrededor de 10.000, según los sindicatos, se manifestaron este lunes en Bruselas para pedir a las autoridades...
- 31/08/2021 00:00
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“Panamá será en adelante un emporio universal de Comercio, como lo exige (sic) naturalmente su singular posición en el centro del globo”.
La convicción así expresada es el artículo primero del “Proyecto de Bases” para un establecimiento general de comercio en el istmo formulado para consideración del Congreso Anfictiónico de Panamá (1826) que, azar del destino, nunca fue presentado porque las sesiones ya se habían trasladado a Tacubaya, México. Sin embargo, en contadas ocasiones la historia es generosa y rescató el documento del olvido siendo publicado por vez primera en 1834, en la segunda edición del diario “El Vijía del Istmo” (sic). Según los entendidos, el texto habría sido elaborado antes de agosto de 1826; la dinámica actitud individualista del observador británico Dawkins -que aprovechó para negociar acuerdos comerciales por separado con los países participantes- no solo restó fuerza a las decisiones del Congreso en materia de integración comercial y el cese de pleitos territoriales, sino que consiguió dilatar la presentación del proyecto panameño al punto de etiquetarlo de extemporáneo.
Obtenida la independencia de España en 1821, la vida económica de Panamá se reorganiza con la esperanza de un rol protagónico bajo el proyecto anfictiónico del Libertador Bolívar. Sin embargo, a diferencia de lo que acontecía en otras latitudes liberadas del dominio de la Corona, el istmo dicta sus propios dispositivos, ni adaptados ni impuestos sino creados por los panameños para ellos mismos. Así, el 31 de diciembre de 1821 se promulga el Reglamento para el Comercio del Istmo de Panamá que establece -fruto de una combinación entre el espíritu del librecambio reinante y un panamericanismo incipiente- un régimen especial para los comerciantes y productos “[...] de los Estados del Perú, Méjico, Chile y Buenos Ayres” (Imprenta Libre de Panamá, 1822; Revista Lotería 127, 1966).
De otro lado, a efectos de proteger la industria local, la norma de 1821 “[...] prohíbe la entrada de toda ropa hecha, blanca o de color, de qualquiera clase que sea; y las botas, zapatos, sillas, sofaes, mesas, cómodas y demás obras de Carpintería” (sic). Una medida notable para su tiempo porque, llevado por los ideales de quienes más tarde constituirían la sociedad “Los Amantes del País”, busca fomentar y defender el comercio con las naciones latinoamericanas sin descuidar la propia. Esta visión pionera es producto de una mente previsora, progresista y práctica que no es posible atribuir a un solo hombre sino a la clase política convencida que había llegado el momento de recuperar la condición de “metrópoli mercantil”.
Un ejemplo de esa 'anticipación histórica' son las 17 tareas inmediatas -redactadas por el ciudadano A. Arosemena- presentadas al Congreso panameño en cuyo listado se lee “[...] 1O.-Que se haga un tratado especial de comercio para el Istmo con el Estado del Perú” (Gaceta Oficial del Departamento del Istmo, jueves 6 de marzo de 1823, No. 10), es decir, se plantea, entre otras acciones, extender la red de contacto ístmica diecinueve meses antes de la convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá que formulara José Faustino Sánchez Carrión, ministro de Relaciones Exteriores del Perú país que en ese momento estaba gobernado por Bolívar.
La delegación peruana compuesta por Manuel Lorenzo de Vidaurre y José María Pando fue la primera en llegar en junio de 1825. Las primeras instrucciones de los representantes son dictadas por Tomás de Heres y Vidaurre se sirve de ellas para elaborar en Panamá las bases del Congreso (Yépez, 1955; De La Reza, 2000). Pando pronto es reemplazado por Manuel Pérez de Tudela dado que es designado Ministro de Relaciones Exteriores (Porras, 1930) y serán ellos dos quienes reciban y dialoguen con los panameños Domingo de Obaldía, oficial municipal; Pedro de Obarrio, juez letrado de hacienda; Ramón Vallarino, administrador de aduanas; Mariano Arosemena, Lorenzo Moyano, y Mauricio Falmark, comandantes de caballería, infantería y artillería; José María Chiari; Tomás Miró; Carlos de Icaza, doctor; José Vicente Jaén, entre otros, recogiendo nociones que permiten que otros delegados pidan aprovechar el Congreso para “[...] hacer o renovar un tratado de comercio entre los nuevos Estados como aliados y confederados” (Gual, 1825, citado por De La Reza, 2000).
Así contribuyó Panamá, con lógica previsión del inmediato futuro, a robustecer la unidad de los sentimientos continentales.