Entre la PC y el violín japonés

  • 01/02/2015 01:00
Yumi Kurosawa, intérprete del milenario instrumento del koto, se presentará en Panamá. 

El sonido del koto tiene la profundidad que solo un instrumento de cuerda asiático puede tener. Cada vez que una uña de marfil hala el plástico tensado, mientras la otra mano del intérprete manipula la cuerda, se produce un quiebre en el sonido, una curva en la onda de resonancia que rememora aquellas épocas de dinastías japonesas ancestrales.

‘Algunas veces la gente me dice que mis canciones y forma de tocar los quiebra al punto del llanto’, confiesa Yumi Kurosawa —la intérprete y compositora que se presentará el viernes 6 de febrero en el Teatro Balboa—, evidenciando la aguda impresión que causa en la audiencia los sonidos de esta arpa japonesa milenaria.

HERENCIA MUSICAL

Con apenas 14 años ya levantaba el primer premio de la Competencia Nacional de Koto de Japón. Un logro que repetiría tres años después, poco antes de cumplir la mayoría de edad.

Los logros no habían sido una cuestión del destino. Por sus venas corre la sangre musical de sus padres, ambos intérpretes consagrados de koto, un instrumento cuya fragilidad es directamente proporcional al rígido entrenamiento que hay que seguir para lograr que de aquella caja broten armonías cautivantes, apetecibles para el oído exigente.

Por eso no es sorpresa que la preparación de Yumi Kurosawa haya empezado cuando tenía tres años. Al estar sumergida en una atmósfera donde las notas del koto se entremezclaban con los de un shamisen y otros instrumentos musicales propios de la tradición nipona, su primer recuerdo con la música es difuso, como si hubiese nacido con ella.

Hoy reside en la ciudad de Nueva York, en Estados Unidos. Allí guarda consigo tres kotos de 13 cuerdas, dos de 20 cuerdas y uno de 17 cuerdas. ‘El koto no es como un violín o un cello —menciona Kurosawa—. La madera, el cuerpo del instrumento, es muy suave y delicada, por eso cada músico debería tener varios’. Un shamisen , esa especie de banjo o guitarra japonesa, completa su colección de instrumentos japoneses de cuerda. Su familia, de hecho, es dueña de una tienda de instrumentos musicales tradicionales en la isla asiática.

Este vínculo entre familia y música se condensó en un concierto de koto. Aunque asegura que son muchos los conciertos que a ella le vienen a la mente cuando pone a trabajar la memoria, nunca pasa por alto el concierto que dio junto a sus padres y dos sobrinos. Tres generaciones sobre un escenario hacían gala de su talento y destreza sobre un instrumento que llegó a Japón desde China hace más de mil años.

TÉCNICA PROPIA

Otra de las presentaciones que no se desvanece en su memoria es el día que tocó junto a toda una orquesta sinfónica, en Hawaii. La isla que es punto turístico paridisíaco, se embelesaba ahora aún más con el repertorio de una compositora, que se fusionaba con todo el esplendor de los imponentes sonidos que emite una orquesta sinfónica, en aquella ocasión bajo la batuta del maestro Naoto Otomo.

Esta no había sido la primera vez —ni probablemente sea la última— que Kurosawa compartía el plató. A los escenarios que se ha subido alrededor del mundo, y desde hace 13 años en Nueva York, lo ha hecho varias veces junto a artistas visuales, bailarines y, por supuesto, otros músicos de distintas corrientes y géneros —a Panamá, por ejemplo, llega con el percusionista Deep Singh—, e incluso ha compuesto música para el Houston Ballet Project, el cual estrenará la primavera siguiente. ‘Solo diría que amo trabajar con otras artes’, dice.

Lo interesante del espectáculo que monta Yumi Kurosawa es que expone tanto la técnica tradicional para interpretar el koto, como la técnica contemporánea, su propia técnica.

Fue en un laboratorio de computación de música en la universidad donde empezó a experimentar musicalmente con la computación. Hasta ese momento, a ningún intérprete de koto, un instrumento de rigor tradicional, se le había ocurrido mezclar los conocimientos rígidos con lo plástico y flexible de la informática. Así fue amasando su propio estilo al posar sus manos sobre el arpa japonesa, con fuertes influencias de ritmos de nuestros tiempos, como el jazz y la electrónica, con ciertos espacios para el arte de la improvisación.

‘La improvisación le agrega un elemento más a una canción, y me encanta. Sí improviso si la estructura de la canción es apropiada o cuando hago una canción con ese propósito, pero no todo el tiempo’, enuncia Kurosawa, que contra todo pronóstico: no escucha música koto. ‘Escucho todo tipo de música pero no música koto, a menos que sea en ocasiones especiales’. Y se entiende, porque es un género que hay que sentarse a oír con detenimiento.

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