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Sandra Álvarez y la conciencia ambiental a través del arte
- 31/12/2020 00:00

Sandra Álvarez nació en Colombia, pero desde hace 20 años reside en Panamá. Se considera a sí misma una mujer multifacética, amante del arte y la naturaleza. Además, se desempeña en la industria automotriz desarrollando talleres en Centroamérica.
Aunque tiene una agenda bastante ocupada siempre busca espacio para dedicarle tiempo a una de sus pasiones favoritas, la pintura. “Para hacer lo que nos gusta es cuestión de saber organizarse. Soy mamá, tengo mi trabajo, pero siempre le dedico un momento a la pintura”.
Describe su conexión con el pincel como “única”, donde puede plasmar su lado creativo y fluir con la inspiración que le llegue desde el corazón.
Su pasión por la pintura surgió desde temprana edad, su madre fue la encargada de encaminarla en este sendero. “Mi mamá me inscribió en clases de pintura, ella fue quien sembró en mí el amor por el arte”.
Álvarez continuó afianzando su habilidad en talleres particulares. A los 14 años se mudó a Panamá, y una vez culminó su etapa escolar, viajó a distintos países donde siguió capacitándose en esta área. “Cuando estuve en Costa Rica, tomé inducciones de óleo, en Japón me inscribí en clases de acuarelas, en España también me capacité en pintura, mientras tomaba mi maestría. Siempre trato de acompañar lo que haga con el arte, porque es lo que me relaja e incrementa mi creatividad”.

En cuanto a su estilo pictórico está marcado por una paleta amplia de colores, donde emplea distintas técnicas para retratar a mujeres gunas, paisajes y animales en peligro de extinción. “Mis obras son el reflejo de sueños y el amor por lo que realizó. Me encantan los atardeceres”.
Su compendio de viajes le ha servido como inspiración para sus obras. Luego de una visita a San Blas plasmó el retrato de una mujer originaria panameña. “He estado en muchos países y diversos lugares, pero lo que más me encanta es que siempre intento aprender acerca de sus culturas y esto lo llevo al lienzo”.
Arguye que con sus creaciones en acrílico su propósito es “crear espacios de coexistencia con el medioambiente” y a la vez su objetivo es “sensibilizar a la sociedad sobre los problemas ambientales que tenemos en la actualidad. Es necesario respetar el espacio donde vivimos. Esparcir amor es la clave”.
“En mis cuadros también añado elementos reutilizables como flores secas, o algún otro utensilio que se pueda reciclar. Todo depende de la temática de mi creación y así mismo voy incorporando”, comenta.
De igual manera señala que trata de pintar al menos semanalmente. “Pinto por encargos y al mismo tiempo estoy desarrollando productos eco amigables, por ejemplo, tengo botellas de acero inoxidable con mi arte en ellas; este proyecto lo saqué adelante junto con una amiga”.
Un año tan atípico como 2020 no ha parado la creatividad de Álvarez, al contrario, le ha permitido fluir sin complicaciones. “Inicié mi última creación cuando arrancó la pandemia. Decidí pintar una mariposa por cada día que estuviéramos en confinamiento, evidentemente aún lo sigo pintando. Este cuadro significa mucho para mí. Este año ha sido de transformación. Por eso digo que es el año de la mariposa, donde hemos tenido que adaptarnos y con altibajos hemos salido poco a poco hacia adelante”.
Hasta el momento, Álvarez ha pintado más de cien cuadros, pero de todas sus obras, la insigne es un arte donde retrató la mano de una mujer guna. “En este arte pinté parte de su vestimenta y las tortugas marinas”. El cuadro hace homenaje a la fundación que creó hace 10 años, llamada Tortuguías.
Su amor por el medio ambiente y su sentido de justicia por la conservación de la fauna y flora la llevó a crear la fundación. “En 2010 surgió Tortuguías. Siempre quise crear una iniciativa para ayudar al medio ambiente. Recuerdo que una vez me llegó un correo a mi cuenta, donde había fotos de personas cargando huevos de tortugas marinas. Pensé que era en Panamá, pero al final era en Costa Rica; sin embargo, en ese momento le envié la información a todos mis contactos y les conté del proyecto de conservación que quería hacer. Muchos se sumaron y otros me recomendaron personas apasionadas por la protección de las tortugas marinas”.
“Actualmente seguimos en la ardua labor de la preservación de la vida de las tortugas marinas en Panamá. Desde hace seis años, laboramos junto al Banistmo, que nos patrocina dos proyectos de conservación, uno en Punta Chame y el otro en Cambutal, donde tenemos biólogos de campo y asistentes comunitarios a los que gracias al apoyo de este centro bancario, podemos costearles sus salarios”.
“Las tortugas marinas son indicadores de la salud de los océanos. Un hecho lamentable es que de cada mil neonatos solamente uno llega a la edad adulta. Pero lo positivo de todo esto es que en estos años hemos logrado liberar a más de 350 mil neonatos de tortugas marinas”, manifiesta Álvarez, “le doy seguimiento a esta iniciativa junto a las voluntarias. Todas trabajamos en diferentes industrias, pero lo que nos une es el amor incondicional por la naturaleza”.
Con relación a sus próximos proyectos artísticos subraya que para 2021 tiene planeado lanzar una línea de mascarillas y bolsas reutilizables con sus diseños. “Las mascarillas desechables demoran mucho tiempo en degradarse. Estoy comprometida con el cuidado al medio ambiente y justo eso lo presento en cada uno de mis trabajos. La conservación de la naturaleza es lo que me mueve a diario”.