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- 12/03/2010 01:00
N adie debería hacer lo que no le gusta o lo que no puede ni desea. Esto está relacionado con las relaciones sexuales de quienes no la practican. Por ejemplo, los sacerdotes, y otras personas que por sus creencias religiosas deciden llegar vírgenes al matrimonio. Lo mismo se puede decir de los que no les apetece ejercitar su sexualidad por sus patologías o disfunciones sexuales: la disfunción eréctil, la eyaculación precoz, la anorgasmia femenina, el vaginismo, la dispareunia (coito doloroso) psicogénica o las aversiones y fobias sexuales. También se da la abstinencia sexual en parejas jóvenes y en matrimonios no consumados, aunque parezca extraño. Conviven juntos de la forma más normal y natural, pero, llegan a un acuerdo y de manera consciente y voluntaria de privarse de tener relaciones sexuales. Y, esto no significa que no sean felices. La felicidad la trabajan o la experimentan en otras actividades gratificantes.
No se podría decir que quienes reprimen la sexualidad por voluntad propia son personas con graves conflictos en otras áreas de relaciones interpersonales o que esto tiene un costo emocional. Muchas de estas personas se dedican y de forma exitosa a otras ocupaciones como en lo laboral, en lo artístico y/o religioso. Ahora bien, cuando existe la fobia sexual específicamente hablando y se termina en una abstinencia y sólo en ciertos casos, ya se puede inferir que se trata de algún trastorno de tipo sexual y hay que intervenir con terapias para erradicar la fobia. El problema es que a veces se presentan grandes crisis emocionales, dudas, decepciones y frustraciones que hacen que las personas no den la talla en su actividad sexual, teniendo como síntomas la soledad extrema, las patologías sexuales, y los trastornos psicológicos y mentales. En general se atiende con técnicas específicas, con terapias focalizadas; en algunos casos de aversiones y fobias graves o ataques de pánico frente a la escena sexual e incluso se trabaja con la terapia medicamentosa. En otros casos se utiliza la indicación de abstinencia sexual y por un período, en los comienzos de los tratamientos sexológicos como una manera de evitar los fracasos o para disminuir los niveles de exigencia y la ansiedad por el rendimiento o el intenso miedo al decepción. Sin embargo, no todas las personas pueden, saben, o quieren exteriorizar lo que sienten. Para esas almas intimistas, ermitañas, solitarias, desconfiadas y de cierta forma “hurañas” e “inexpresivas”, significa un reto muy grande, muy difícil abrir los arcos fuertes de sus sentimientos que de una forma u otra los han llevado a la abstinencia sexual. A diferencia de aquellos que de forma voluntaria y sin remordimiento alguno son felices en el esfera de la asexualidad. www.visionsexual.com