Ritmos que son un festejo de lo lúdico

¿Cómo dar este primer paso? Tanteo, pienso trucos, sopeso, tomo en cuenta el espacio y el medio, consulto libros y me pongo nervioso. Si...

¿Cómo dar este primer paso? Tanteo, pienso trucos, sopeso, tomo en cuenta el espacio y el medio, consulto libros y me pongo nervioso. Si fumara lo haría; pero no es el caso, así que salgo al patio y dejo la mente en blanco. Miro hacia atrás, observo el umbral de la puerta y de repente ¡lo tengo!

Este inaugural artículo debo lanzarlo al mundo de la siguiente manera: A la muerte del escritor Paco Umbral, su colega Miguel Delibes dijo: ‘Fue un escritor que no hizo esfuerzos por hacerse comprender’. Así, amigos, inspirado en aquellas palabras, mis energías (ya lo habrán intuido) las emplearé únicamente para urdir canciones y forjar (inciertos con las) palabras. No pretendo otra cosa que jugar con esos embrujos llamados melodía y ritmo. (Y dentro del ritmo el silencio. Porque a jugar he venido al mundo.) Dispuesto estoy, sí, a compartir esta celebración de lo lúdico con aquellos de manos extendidas o pecho abierto; solo por el placer mismo de compartir, jamás para ‘hacerme comprender’ y mucho menos para ‘hacerme querer’, porque para esos efectos tal vez sea más fructífero cantar a guitarra y voz frente a un público preferiblemente lleno de paciencia y buena fe, tanto mejor si nos acompaña la violinista Graciela Núñez.

Habrá juego, o más bien pariremos juegos, y los partos serán dominicales y vendrán sin sangre, sin mucho pujar ni maldiciones. Saldrán como pepita de guaba, como se dice allá ‘onde uno. Pero habrá llanto. Porque un poco de llanto siempre hace bien, mejor aun si es a todo moco (no olvidemos que los niños pasan del llanto al juego en cuestión de segundos).

Hablaremos de todo, tratando de evitar, lo más que se pueda, aquello de caer en la tan desagradable todología que practican algunos colegas. (Nótese que uso el verbo ‘hablar’ conjugado en la primera persona del plural. No es algo gratuito; lo hago porque, de vez en cuando —como ahora— me acompañarán mis monstruos y demonios predilectos)

En esta columna nuestra —mi casa es su casa— nos ocuparemos primordialmente de música y literatura y, claro está, de aquellos que las construyen, aquellos (monstruos) que nos legan emoción y pensamiento, creaciones que surgen en mitad del delirio, el desamparo, la alegría, la desgracia, la iluminación o la oscuridad, pérdidas o encuentros.

También tocaremos temas relacionados a otras manifestaciones culturales. No faltarán los llamados ‘temas de actualidad’, sin dejar de meter las narices, el cuello y el cuerpo entero en el ayer, en lo pasado y lo enterrado, en lo remoto y sin embargo tan cercano y por lo tanto actual; porque, como ya todos deberíamos saber, el tiempo no es línea recta, sino círculo, o espiral, a según las imágenes poéticas de las que queramos valernos, como se valen de ellas (sacando metáforas de la manga) algunos filósofos con aires —con buenos aires, hay que decirlo— de poetas. Ahora, sin más (porque ya me voy pasando del límite de —las— palabras), nos vemos. Hasta el próximo juego, hasta el próximo parto.

MÚSICO Y ESCRITOR

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