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- 19/10/2014 02:00
El mar no discrimina. Frente a su ímpetu desmesurado poco importan la condición social, los méritos y posesiones de cada quien. Los surfistas saben bien que cuando se adentran en él lo único de lo que pueden echar mano es su coraje, determinación y talento. Cuando se lucha por domar una ola poco importa la marca de la ropa que se vista o si tu apellido es Saavedra o González.
Esta parece ser la enseñanza al final de Rompiendo la ola , el más reciente largometraje de la documentalista Annie Canavaggio. Durante 78 minutos la realizadora cuenta la historia de Jean Carlos ‘Oli’ González, Alejandro Alfonso y Deivis Godoy, tres jóvenes surfistas de Santa Catalina, un pequeño pueblo en el Pacífico Panameño. En su playa enormes olas estrellan sus ribetes de espuma. Es un espectáculo natural que no solo atrae a los turistas, sino también a aquellos que busquen comulgar con el lado más brutal del océano.
La cinta, que será llegará a los cines el 23 de octubre, después de haber sido estrenada durante la pasada edición del Festival Internacional de Cine (IFFP) y de ser proyectada en el Festival Internacional de Cine de Varsovia (Polonia), fue rodada durante diferentes torneos de surf que tuvieron lugar en Santa Catalina durante los últimos tres años.
Canavaggio saca ventaja de su proximidad con los tres jóvenes veragüenses, a quienes ya conocía bien antes de empezar el rodaje. ‘No entiendo por qué dicen que tiene que haber una barrera entre la historia y el documentalista. En mi caso, me paso constantemente de un lado a otro’, señala la cineasta, egresada del London Film School y con 10 años de experiencia como documentalista.
SURFISTAS EN ‘VIDA REAL’
Hogares sin luz eléctrica, algunos con hasta 9 niños que corretean a pesar del hambre. Sus padres rezan para que no caigan enfermos, ya que la atención de salud es precaria. Algunos van a la escuela, pero pocos tendrán la oportunidad de continuar con su educación más allá de la primaria.
Son realidades difíciles a las que ‘Oli’, ‘Cholito’ y Deivis deben lidiar en su intento por abrirse paso en el mundo del surf profesional. Un circuito competitivo, donde los patrocinios los acaparan aquellos cuya imagen se adapta mejor a las necesidades de marketing de determinada marca, donde los surfistas de piel cobriza, cabello acholado o comportamiento desordenado son, por lo general, excluidos. Es un mundo donde competidores como Gary Saavedra se han abierto paso a la notoriedad, mientras que otros se mantienen dentro de una relativa oscuridad.
El documental plasma la forma como, a pesar de los contrastes y desigualdades, ‘Oli’, ‘Cholito’ y Deivis logran, gracias a sus habilidades y empeño, escalar posiciones en el ranking nacional. Canavaggio los acompañó durante unas competencias clasificatorias donde los tres fueron seleccionadas para representar, junto a Saavedra, al istmo en un torneo internacional.
El hecho de que a tres jóvenes del mismo pueblo les tocara dar la cara por Panamá, acompañando al flamante surfista de la capital, hizo sonar las alarmas de la curiosidad en la documentalista. ‘Cuando llega el momento de promociones, patrocinios y otros apoyos para los que consiguieron el cupo, no los veía en ningún lado; eso me llamó mucho la atención y quise saber por qué sucedía. Descubrí que esta especie de sesgo respondía a un fenómeno socio cultural, porque tenía sus raíces en la procedencia de los tres muchachos’, aseguró la documentalista.
La trama estaba dispuesta para un nuevo documental, el tercero de Canavaggio, que anteriormente había dirigido Liza... como ella , que cuenta la historia de un hombre guna que vive como una mujer en la ciudad de Panamá. Nuevamente el lente de la directora se enfocaría en individuos que atentan contra las estereotipos que la sociedad intenta imponer.
ASCENSO AL PODIO
El relato es, por momentos, conmovedor, sobre todo cuando Canavaggio se adentra en el entorno de los surfistas, revelando las difíciles condiciones en las que subsisten, mientras esperan a que rompa la ola perfecta, la que les permitirá aspirar finalmente a un futuro dentro del mundo competitivo de los patrocinios deportivos. ‘El mensaje que nos deja ‘Rompiendo la ola’ es que los límites te los pones tú mismo; y que la manera de salir adelante es enfrentando estas situaciones. Hay que luchar contra todas esas barreras, y una vez puedas vencerlas, es el momento de mirar hacia adelante con optimismo y determinación. Es una enseñanza de vida’, sostiene la realizadora.
‘Oli’ encarna perfectamente este ideal de superación. Abandonado por su madre y criada por su padre (un surfista local llamado Babalú) ‘Oli’ es un talento precoz, que desde temprano exhibe su habilidad sobre las olas.
Su gran oportunidad aparece durante el mundial de surf celebrado el año pasado. Allí supera a varios competidores foráneos -incluyendo a los representantes de Estados Unidos- y logra colgarse la medalla de plata en la categoría masculina. Un triunfo que lo redime de sus orígenes humildes, de su condición de ‘underdog’. Es un logro que Canavaggio no esperaba, pero que le imprimió un giro inesperado a su documental. ‘Ya habíamos terminado la filmación, pero luego durante el Mundial de Surf ‘Oli’ comienza a ganar... Llamé al camarógrafo y le dije que agarrara el primer bus... El documental termina con ‘Oli’ abrazándose con ‘Babalú’, su padre que había estado en la cárcel’, precisó.
Canavaggio asegura que más que un documental de surf, Rompiendo la ola cuenta una historia de superación, al presentar la forma como estos tres muchachos veragüenses lidian con la pobreza y los estereotipos. ‘También hace referencia al significado que para cada uno de ellos tiene el éxito. Para uno la felicidad puede ser ganar un premio, para otro puede ser permanecer en el sitio donde se siente más cómodo y vive tranquilamente; la felicidad también puede ser vivir en familia y alejarse de las competencias’, puntualizó. Cuando la ola del destino ruge jóvenes como ‘Oli’ no lo piensan dos veces y corren tras su sueño.