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- 06/09/2021 00:00

Hay pensamientos que, al regresar a la memoria, rompen todos esos candados de oxidadas puertas que han sido cerradas por el tiempo, y que de pronto se abren sin necesidad de ser forzadas. En su interior, encontramos vacíos incolmables que han sido dejados por muchas preguntas sin respuestas. Entonces regresamos con ánimos serenos, en momentos menos esperados y nos proponemos a revisarlos… es así que, los colocamos en un orden aproximativo para tratar de dar una lógica a nuestra manera de pensar y a todos aquellos vacíos de contigüidades.
Eso es lo que me ha pasado al momento de sentarme a redactar el artículo que hoy lunes les presento, fruto de una interesante tertulia con mi hija Denisse. Buen inicio de semana para todos nuestros lectores.
Esa tarde, de un lunes de lluvias en mi terraza de Albrook, sentado junto a Denisse (mi hija) fui sometido a varias preguntas sobre mi último artículo, donde remarco con énfasis algunos conceptos sobre “ser talentoso y la genialidad”. Sus preguntas me llevaron a repasar algunos conceptos que forman parte esencial de una educación académica, además de derribar dentro de mí, esa perezosa apatía y prestarme a escribir con más claridad algunos conceptos que son fundamentales para la compresión de un mundo artístico siempre más complejo. Frente al cuestionamiento, como verán, tuve la oportunidad de analizar y dar rienda suelta a mis respuestas.

“¿Cómo haces para afirmar que una persona tiene talento o es genial?”, me pregunta Denisse. La interpelación resulta ser muy interesante, debido a que es directa y concisa en busca de una clara respuesta… eso es lo que ella espera de mí. Sigue preguntándome: “Hablas de creatividad, entonces un talento ¿debe ser creativo?”. Al responder, abro esos candados oxidados para buscar en mi intimidad, las justas respuestas.
Cuando hablamos de talento, hablamos de las capacidades extraordinarias (innatas) que cada individuo posee. Ellas se desarrollan a través de las distintas inteligencias o habilidades (inteligencias matemáticas, habilidades para la comunicación social, habilidades musicales, pictóricas, etc) que nada tienen que ver con la genialidad.
Esto se debe a que la genialidad viaja en parámetros diversos que podemos enumerar o asociar a los logros sin precedentes (lo que está fuera de lo ya establecido), creatividad sin límite, originalidad y universalidad. Es por esto que, podríamos afirmar que el talento no debe ser original, el genio sí debe serlo. La percepción que la sociedad tiene del genio es muy cercana a la manera como capta al ignorante, debido a que él (el genio) es visto como la persona desconectada de la sociedad o aquellas abrumadoras personas que nos inquietan por sus posturas exuberantes.
Al terminar esta respuesta, sigo buscando en el interior de mis profundos recuerdos, ese lugar donde siempre he sostenido que podemos medir la genialidad humana en tres parámetros: La grandeza del propósito, la pequeñez de los medios y la inmensidad de los resultados… ¡eso resulta genial!

Aunque mucha literatura sostiene que no existe una definición de genialidad, contamos con los elementos para estimular el pensamiento para interrogarse sobre este difícil tema… y eso resulta educativo.
Es claro que muchas habilidades tienden a realizar cosas exaltantes que nos acercan a lo genial; como resulta de igual manera - para el recorrido que el talento efectúa en su carrera, ser moneda de dos caras: el poder por exaltar su talento (de manera virtuosa) o abandono (catastróficamente: se le terminó la pista o no despegará nunca).
En ocasión del cierre de las celebraciones de la muerte de Dante Alighieri, fuimos invitados por la Embajada de Italia en Panamá, a la Feria del Libro, para leer parte de los versos del Paraíso de 'La Divina Comedia'. Lo interesante de esa ocasión fue regresar a leer el Primer Canto, donde Dante se cuestiona sobre su incapacidad para lograr escribir su comedia sin ayuda de la genialidad… Entonces, nos brinda una lectura que nos cae a la medida en esta búsqueda de respuestas.
Al comenzar (Dante) a describirnos su recorrido hacia su encuentro con lo divino, prosiguiendo en su primer canto (tercera cántica), invocando la ayuda de Apolo, declara los límites que la naturaleza humana posee y hace referencia al lugar donde residen las Musas y el Dios Apolo. Como usted sabe, el monte Parnaso es la patria simbólica de los artistas (de la literatura y todas las expresiones creativas del hombre). En la visión de Dante, nos dice que aquello (el monte Parnaso) está dividido, por las meridianas del sol en dos partes: en una parte se encuentra la fase diurna - bien descrita - donde moran las musas (métricas, versos, rítmica, etc.) y hacen parte de esos instrumentos que cada persona talentosa domina. En la otra parte, se encuentra el territorio de los Dioses - del Dios Apolo – declarándonos que existe aquella naturaleza que tiene sus bases en la magia de la inspiración y del poder de la imaginación, más allá de lo que la naturaleza humana puede percibir.
Entonces Dante insiste en decirnos la importancia de comprender “la impotencia de naturaleza humana” de contar con el empoderamiento de los instrumentos adquiridos basados en nuestras inteligencias. Que resultan inútiles si no son colmados por la parte del misterio creativo.
En la práctica, los artistas pueden ser dotados de las mejores técnicas del mundo, pero si no saben sublimizar su parte creativa, no sabrán tocar la parte exaltante de la genialidad. Cabe remarcar que Dante entiende la genialidad como acto de comunión con algo más divino y de alta presencia espiritual, en su caso la presencia de Dios.
Al responder y explicar esto a Denisse, ella retoma la palabra y me pregunta: “¿Por qué es importante saber esto? ¿Un artista debe ser libre, sin límites?”. Mi respuesta fue inmediata: “El artista y todos nosotros, necesitamos en nuestra formación intelectual; estar claros en esto que sigue”:
Los principios de algunas formas de enseñanza se basan en dotar a los alumnos de instrumentos avanzados que les servirán para enfrentar a cabalidad el desarrollo de sus habilidades. La parte didáctica debe estar dirigida al empoderamiento de todos aquellos sistemas que faciliten ese recorrido. Un ejemplo: el pintor aprende a conocer sus pinceles, las mezclas de los colores, los diferentes soportes de tela o madera, los diferentes estilos pictóricos, usando metodologías ya consolidadas en el tiempo.
Pero son pocas las enseñanzas dirigidas a la compresión de la otra mitad que compone a un buen artista. Esa parte que nos hace comprender la exaltación del espíritu y del profundo conocimiento de los procesos creativos… esa parte que Dante bien explica y que está custodiada en la memoria histórica de la creatividad del hombre.
Esta (la creatividad) ha llevado a la realización de muchas obras maestras en todos los campos en las distintas habilidades que el hombre posee… dentro de estos parámetros encaja la presencia del talento y de la exaltación sublime de la presencia de la genialidad.
Esa tarde lluviosa del pasado lunes, quedará muy marcada en mi memoria, ya que las palabras se trasformaron en pinceladas: Denisse en una mesa trabajando con sus plantas, matitas con flores, compartiendo conmigo el espacio… yo, que sigo respondiendo a sus interesantes preguntas, y una infinidad de oxidados candados que han quedado esparcidos en el suelo. Devuelvo mi mirada sobre mi hombro y veo esas puertas abiertas donde los pensamientos reposan, con sus respuestas nunca dadas. Y sonrío porque tengo mucho material para los lectores de los lunes en Café Estrella. Poco a poco les estaré escribiendo de mis tantas reflexiones gracias a las interrogaciones de mi hija Denisse.