Tres siglos de profundización cristiana

Actualizado
  • 05/12/2021 00:00
Creado
  • 05/12/2021 00:00
Este año se celebra el Gran jubileo de los 300 años de creación del retablo Nuestra Señora de la Limpia y la Pura Concepción en la iglesia de San Atanasio de Los Santos
Retablo de la Inmaculada Concepción, 1721 – 2021.

El pueblo azuerense siente profunda devoción a la imagen de la Inmaculada Concepción y este año ocurre el gran jubileo de los 300 años de creación del retablo en la iglesia de San Atanasio de Los Santos.

La Inmaculada Concepción se conoce como la Purísima Concepción, dogma de la iglesia católica desde 1854. No debe confundirse este dogma con la doctrina del nacimiento virginal de Jesús, el cual sostiene que fue concebido sin intervención de varón, mientras que María permaneció inmaculada antes, durante y después del parto.

El Concilio de Trento legitimó el purgatorio como un lugar intermedio, que le permitía al creyente llevar una vida más serena, con la tranquilidad de que una sincera confesión a la hora de la muerte lo libraría del infierno y lo llevaría al purgatorio, donde después de una temporada de limpieza del alma llegaría finalmente al Cielo. Se trata del tema de la buena muerte.

Fue así como durante la Contrarreforma, el purgatorio se convirtió para la Iglesia católica en un arma de suma importancia porque gracias a la necesidad del devoto de asegurarse allí un lugar, se fundaron asiduamente obras pías, misas y otros actos de caridad destinados a la salvación eterna.

Retablo Mayor de la Santísima Virgen María. Iglesia de San Atanasio de Los Santos

Según el padre Alberto Ariza, “uno de los más notables misioneros dominicos del siglo XVI en Veraguas fue el padre Pedro de Santa María, brazo derecho del Gobernador Juan Ruiz de Monjaráz y fundador, de 1555 a 1557, de los pueblos de Santa Cruz, Santa Elena, Villa de los Santos, Santiago de Olá y de Santo Domingo de Parita. La misión dominicana habría de prolongarse por mucho tiempo en Veraguas y Chiriquí: Nuestra Señora del Rosario de Alanje (1602), San Miguel de Atalaya, San Francisco de la Montaña, San Lorenzo de los Reyes, Santo Domingo del Guaymí, son hitos que marcan el paso civilizador de los dominicos”.

Para 1650, la Iglesia de San Atanasio ya exhibía siete altares, sugiriéndose contaba económicamente con recursos que provenían de sus cofradías. La regiones de Azuero y Chiriquí han sido desde la época virreinal asiento de ganaderos y agricultores pudientes como muestran el mapa. Quizás pudiese atribuírseles a las veinte cofradías de la iglesia de San Atanasio, posicionadas con la mayor cantidad de cofradías en el Reino de Tierra Firme en el siglo XVIII, el ser las propulsoras de la reedificación de la iglesia desde principios del siglo XVII.

La imagen proviene de los talleres de imaginería religiosa de Olot. Y su introducción al templo, de acuerdo con la tradición oral sucede en 1929, por tanto, tiene 92 de construida. Los talleres Olot reproducen imágenes semiindustriales basados en las obras de Murillo y de Rubens.

Representa a la Virgen María con mirada hacia el cielo y con las manos sobrepuestas en el pecho en posición de oración. Presenta túnica blanca con dibujos en color dorado con motivos florales en forma de rombo y manto azul celeste con detalles de estrellas de cinco puntas en color dorado. A los pies de la imagen se encuentra una nube de la que salen tres querubines: uno de cuerpo completo y dos sólo su cabeza. La imagen se encuentra coronada por una aureola dorada de estrellas.

La Virgen de la Dormición o Virgen de la Cama. Retablo de la Virgen del Carmen.

Se señala que “Murillo creó una fórmula de gran éxito para la representación de la Inmaculada. Así aunaba dos tradiciones iconográficas: la de la Inmaculada y la de la Asunción (Museo del Prado)”

La advocación de Nuestra Señora del Rosario surge en la primera mitad del siglo XIII, con la predicación de Santo Domingo de Guzmán. En este momento la devoción mariana toma un talante que, si bien ya lo había tenido desde sus orígenes, ahora resalta más el significado que jamás perderá, el de ser la salvadora y la aliada de la religiosidad popular. Efectivamente la devoción al Rosario surge como remedio a la imposibilidad de las pobres gentes de poder hacer las oraciones litúrgicas en un lenguaje que desconocían, el latín. Un buen ejemplo de las piezas llegadas a Panamá procedentes de la Península, en general, de buena calidad media es la Virgen del Rosario de la Iglesia Parroquial de Santo Domingo de Guzmán (Parita, Herrera).

Igualmente, de valioso es el dato histórico que el padre Félix Domínguez Aranguren introdujo la devoción de la Virgen de Fátima en 1930 en todas las iglesias de Panamá. Durante cinco meses visitaron más de 80 pueblos. Fue una auténtica labor misionera y apostólica el peregrinaje mariano por las diferentes parroquias de la República.

Los santos, las vírgenes, los cristos crearon y proporcionaron en los pueblos indígenas nuevas formas de identidad y socialización. Los objetos virreinales dan evidencia de ello; el establecer estos cultos involucró reelaboraciones simbólicas, la exposición de hagiografías orales y escritas de alcance territorial, como también reinterpretaciones de las particularidades divinas desde la base de las cosmovisiones indígenas. En cada convento y cada iglesia se hizo una escuela. En conjunto con los frailes, los indígenas realizaban las obras en sus talleres de carpintería.

La pequeña escultura de la Virgen de la Asunción que corona el Arco Toral del templo santeño probablemente fue realizada por artesanos indígenas. Tallada en madera policromada en alto relieve, ca. siglo XVIII con una altura estimada: 1 m.

Desde España, a partir de la Contrarreforma (1545-1648), los tratadistas de arte, que orientaban y dirigían a los pintores, promovían la copia tanto de los cuadros mismos como de los grabados, y contaban con la ventaja de la aprobación de las autoridades, en una época en la que la Iglesia luchaba fuertemente por evitar divisiones como las que, contemporáneamente, habían causado la reforma protestante.

El estilo barroco indigenizado en el arte religioso de la época virreinal. La Inmaculada Concepción

En algunas imágenes escultóricas el rostro consiste en una mascarilla de plomo, después de policromada. Siendo este recurso relativamente frecuente en Andalucía e Hispanoamérica, la Inmaculada, MARC 0095 Siglo XVII. Estilo barroco indigenizado, pieza del Museo de Arte Religioso Colonial resulta singular por tratarse de una pieza completa en el material referido. La representación original de Juan Martínez Montañés (1607) era de las más preferidas.

En otro escenario, se puede apreciar La Purisima de la iglesia de San Francisco de Asís, Veraguas; el artista logró captar su serenidad en un rostro apacible y sus manos están ligeramente levantadas. La escultura de la Purísima fue elaborada en madera policromada, encarnada, tallada, ca. siglo XVIII.

Como es sabido, la devoción a la Inmaculada Virgen María recibió de San Francisco un impulso fortísimo, al igual que San Gabriel y los ángeles. De hecho, se podría afirmar que la Inmaculada Concepción es la advocación mariana propia de la orden franciscana, como la Virgen del Rosario lo es de los dominicos, la de la Merced de los mercedarios, y así consecutivamente. Cuatro son los títulos o advocaciones con que la Orden de San Agustín ha dado culto a la Virgen María: Nuestra Señora del Socorro, Nuestra Señora de Gracia, Madre del Buen Consejo y Nuestra Señora de la Consolación y Correa.

Les invito a reflexionar en que el conocimiento de la vida litúrgica y el arte barroco indigenizado se perfeccionará en la medida en que integremos todos los géneros (cerámica, pintura, escultura, orfebrería, retablística, arquitectura entre otros).

El conjunto de todas esas expresiones va mostrando un sistema coherente, hilvanado por las analogías en ocasiones. No hay fuente u objeto, por pequeño que sea, que no contribuya a la comprensión del universo simbólico de la vida religiosa indígena durante el virreinato.

La autora es doctora en Historia del Arte por la Universidad Francisco Marroquín. Desde hace seis años ha estado desarrollando una significativa labor de investigación sobre el barroco indigenizado panameño. A partir de estas nuevas líneas de investigación ha ido construyendo una obra propia, desarrollada en fuentes documentales recopiladas en acervos de Panamá, Colombia y España. Es investigadora visitante en CIHAC AIP.

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