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- 20/07/2018 02:01
Con sentimientos encontrados, las profesoras Isabel Taylor y Cecilia Díaz visitaron las oficinas de La Estrella de Panamá para realizar una de las últimas actividades de la Unión de Mujeres Ciudadanas: despedirse, como grupo, del país por el que trabajaron durante casi seis décadas. .
Cargando un grupo de documentos, entre ellos una ‘Memoria' (1962-2018) recientemente publicada, con fotografías y detalles de las actividades realizadas, actúan como quien no quiere irse sin dejar constancia de las luchas y esfuerzos realizados y hacer un llamado a las futuras generaciones por un relevo.
‘Nos hemos visto obligadas a cerrar, porque la mayoría de nosotras tenemos más de 60 años y ya nos faltan las fuerzas', confiesa Taylor, profesora de Química y miembro de la sociedad desde 1995. 'La mayoría de las socias no manejan internet, ni la computadora. Algunas ni siquiera el celular. Ya no somos tan efectivas', secunda Díaz, doctora en Bioquímica y expresidenta de la asociación.
Ahora son mayores, pero dedicaron gran parte de su vida adulta a luchar por el bien común. Atesoran los gratos momentos compartidos, de camaradería, trabajo solidario, dejando los frutos de sus luchas a favor de la juventud y las mujeres de este país.
‘No creemos que podemos seguir siendo efectivas poniéndonos a repartir volantes. Ahora la lucha se hace de otra forma',
ISABEL TAYLOR
UNIÓN DE MUJERES CIUDADANAS
La Unión de Ciudadanas de Panamá se creó en 1962, bajo el liderazgo de la señora Gladys Jaén de Branan, acompañada de un grupo de mujeres entusiastas dispuestas a seguir el ejemplo de pioneras como Clara González de Behringer, Esther Neira de Calvo y Sara Sotillo.
‘La primera presidente fue Gladys Jaén de Branan, nieta de Carlos A. Mendoza, quien tuvo la visión de crear esta organización cuando viajó a Estados Unidos y conoció el trabajo de la Liga de Mujeres Votantes. Ella consideró que las mujeres panameñas también podían crear una asociación que se preocupara por la educación cívica', relata Taylor, miembro de la asociación desde 1995. ‘En aquella época las mujeres apenas empezaban a participar en la vida pública. Las posiciones de gobierno, las embajadas, los partidos políticos, todo estaba dominado por los hombres', afirma Taylor.
El grupo, en lugar de dedicarse a las actividades típicas de la mujer de entonces, como llevar canastillas a los hospitales o hacer clubes de jardinería, decidió dedicarse a hacer docencia en educación cívica, especialmente para las mujeres y los jóvenes.
Al principio repartían volantes. Con los años, llegaron a contar con programas de radio y columnas en los principales diarios del país. Publicaron libros de cívica y organizaron campañas de limpieza.
En 1968, cuando un golpe militar interrumpió la vida democrática del país, las integrantes decidieron aumentar sus esfuerzos por educar a la ciudadanía. ‘En plena dictadura, sus miembros hacían talleres para educar sobre lo que era la democracia. Cuando el gobierno militar impuso una nueva constitución en 1972, decidieron estudiar su contenido de forma crítica y divulgarlo', recuerda Taylor.
En 1972, cuando la Alcaldía de la ciudad capital anunció un decreto que prohibía a las mujeres caminar por las calles sin la compañía del hombre, la Unión Nacional de Ciudadanas se sintió indignada y apoyó a su presidenta, Gladys de Branan, quien en conjunto con la abogada e integrante de la asociación, la distinguida Aura Emérita Guerra de Villalaz, interpusieron una medida en la Corte. ‘El decreto causó gran indignación porque se trataba de una medida que no respetaba la dignidad de la mujer ni su derecho a la igualdad. La demanda llegó a la Corte Suprema y los jueces decidieron que era inconstitucional', recuerda la profesora Guerra de Villalaz, quien fue una de las socias fundadoras.
MEMORIAS
‘Yo soy socia fundadora. Me uní en el año 1962. Cursaba la carrera de derecho y solía ir a estudiar a la Biblioteca Nacional. Me había hecho amiga de la directora, la bibliotecaria Ana María Jaén. Ella me invitó a ir a la primera reunión', recuerda Guerra de Villalaz.
Por su parte, Díaz se unió a la agrupación en 1992, invitada también por una amiga. Ella fue quien en 1995 extendió a su colega Taylor (ambas eran profesoras universitarias) la invitación a participar.
Taylor recuerda la grata impresión que le causaron las socias, a las que describe como ‘un grupo de mujeres interesantes, todas preparadas en algún campo'. Menciona con cariño a muchas de ellas, como Gladys Jaén de Branan, Rebeca Sittón, Sonia Arana de Talavera y Angelita Godoy, advirtiendo que fueron muchas, y muy queridas.
Al desaparecer la dictadura militar en 1989, la asociación siguió realizando sus actividades, promoviendo, sobre todo, el voto consciente. Sus métodos fueron cambiando, a medida que se fueron presentando diferentes retos y problemas, y evolucionando de acuerdo con sus posibilidades.
Pero el tiempo pasó. Las integrantes de la Unión de Mujeres Ciudadanas de Panamá fueron madurando y envejeciendo. Los intereses del grupo dejaron de atraer a la juventud. ‘Ya no podemos ser efectivas, y por eso hemos decidido cerrar puertas. La lucha ya no se hace repartiendo volantes', continúa Taylor, con tristeza en la mirada.
Pero sus últimas palabras van dirigidas a las nuevas generaciones, un llamado a continuar su labor. ‘La educación cívica siempre se va a necesitar. La sociedad avanza, pero seguimos viviendo en comunidad y debemos aprender a convivir, a respetarnos los unos a los otros. Así es como vamos a construir un mejor país'.