Los verdaderos afrodisíacos

L os verdaderos y únicos afrodisíacos son las sensaciones de los cinco sentidos. ¡No lo desaproveches! He aquí algunas sugerencias: Desc...

L os verdaderos y únicos afrodisíacos son las sensaciones de los cinco sentidos. ¡No lo desaproveches! He aquí algunas sugerencias: Descubre y usa perfumes, cremas y aceites para el cuerpo. No te olvides de perfumar la habitación. El olor de tu cuerpo puede resultar excitante. Aunque el olor natural es más estimulante debido a las feromonas.

Usa la música suave y romántica, rítmica o sonora. Aprende a escuchar los ruidos o sonidos del cuerpo de ambos como los gemidos, los suspiros, la respiración, etc.

Habitúate a mirar el cuerpo de tu pareja y hazlo durante el día recordando cómo es cuando se oculta bajo la ropa. Descubre el sabor del cuerpo de tu compañero/a. Acaríciale con las yemas de tus dedos, pies, muslos, brazos, pechos y con cualquier otra parte de tu cuerpo.

Y, sobre todo, no olvides que existe un sentimiento tan maravilloso que es el amor el que te hace mover con libertad y permite a ambos besarse, abrazarse y mirarse logrando la mejor sensación de intimidad.

Después de ese sentimiento no hay más nada. El verdadero afecto relacionado con la intimidad es fuerza y energía, y ayuda al crecimiento constante del hombre y de la mujer. Se nos da la oportunidad de compartir, intercambiar información, sentimientos e ideas que bien pueden servir para contrarrestar las sensaciones de soledad y aburrimiento.

El afecto en la pareja debe ser sencillo y gratificante. El coqueteo doméstico es el que refuerza la idea de que las personas están juntas porque desean estarlo y no porque es lo apropiado, lo práctico y la costumbre.

No hay el afrodisíaco ideal que incremente los niveles de dopamina sin provocar efectos secundarios a veces indeseables, además de otras consecuencias sobre la bioquímica del cerebro que aún no conocemos bien.

En cambio, cualquier pareja puede y debe acentuar todo lo positivo de su relación, cambiar algunas costumbres, expresarse con claridad, practicar amorosamente nuevas experiencias y recordar hábitos olvidados como el comportamiento galante y seductor del principio. Las actitudes nos predisponen a valorar favorable o desfavorablemente los objetos y los sujetos que nos rodean.

Una actitud se conforma de tres componentes que se relacionan entre sí: por las opiniones o creencias que uno posee sobre un tema; por los sentimientos que son reacciones emocionales que se presentan ante el objeto, sujeto o grupo social; y, por las conductas que son las tendencias o intenciones a comportarnos hacia los mismos estímulos.

Muchos factores, desde la personalidad a las necesidades económicas o a la propia hipocresía social, provocan divisiones entre estos tres componentes de una actitud. Es curioso que sea en la sexualidad donde más se producen estas divisiones, debido al impulso sexual que es una fuente de motivación poderosa que se inclina hacia la búsqueda del placer y de la relajación fisiológica.

Por otro lado, las opiniones o creencias de origen social-moral limitan al individuo hacia la libertad sexual; y, por último la presión sexual-erótica de los medios de comunicación. Ellos pueden producir contradicciones en el manejo adecuado de la conducta sexual.

De todas formas, las diferentes variaciones en una actitud, cambios parciales, totales o no, dependen de numerosas circunstancias: la edad del sujeto, la personalidad, el medio social, la presión social, y la idea conservadora o liberal.

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