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- 24/01/2016 01:00
Para quienes crecimos con los discos de vinilo y acetato, el cambio a CD fue casi a nivel de los Jetsons y ni hablar de los MP3, los iPods y los sitios de on-line-streaming que, francamente, nos habría sonado a brujería limpia.
Siempre he sentido que algo de la magia de la música está en su fugacidad; por eso nada es comparable a escuchar música en vivo. Esa experiencia de escuchar a los músicos crear, te exige estar presente en el momento, aprehenderla con todos los sentidos, no dejar que se escape una nota: eres parte de algo irrepetible.
Pero necesitábamos atraparla, contenerla en un medio reproductor. Aunque solo sea la versión enlatada del concierto en vivo o de la grabación en estudio, es imposible no apreciar estos medios que nos ofrecen la posibilidad de escucharla muchas veces.
Hace unos meses escribí sobre la gran cantidad de opciones con las que contamos para descubrir, compartir y disfrutar música en línea. Con innumerables proveedores, es más fácil que nunca bajar, guardar, transportar y escuchar música
Si bien la industria parece estar dominada por iTunes y sitios de streaming como Spotify, Pandora, SoundCloud o YouTube, y los otrora modernísimos discos compactos (CD) están en un declive marcadísimo - a punto de desaparecer, vaticinan muchos-, un fenómeno que no puede obviarse es el resurgimiento de los discos de pasta: los vinilos o discos gramofónicos.
¿UNA MODA PASAJERA O ESTÁN AQUÍ PARA QUEDARSE?
Por un lado, los audiófilos jamás los abandonaron, por su capacidad de reproducir música de alta fidelidad. Por otro, siguieron produciéndolos para los DJ. Pero ahora, este formato, que la gran mayoría de los consumidores consideraba extinto, ha hecho un retorno comercial y cultural impresionante.
En esta época de retromanía con dejo hipster (músicos jóvenes que parecen, se visten y emulan el sonido y look de los '70), podríamos pensar que la vuelta de los vinilos no es más que otro trend , una moda pasajera más, con filtro nostálgico de Instagram. Pero hay fuertes indicadores que predicen otra cosa. Parece que la nostalgia es tan solo parte de la historia.
De acuerdo con informes publicados por la asociación estadounidense Recording Industry Association of America (RIAA), las ventas de discos de vinilo generan más dinero que otras plataformas de streaming como YouTube, la versión gratuita con publicidad de Spotify y VEVO juntas.
Los servicios musicales bajo demanda con sistemas de ads también están ganando más dinero que nunca, a niveles de 163 millones de dólares en la primera mitad del año pasado. Pero durante el mismo periodo de tiempo, los discos de vinilo consiguieron alcanzar los 222 millones de dólares de beneficios, y sus ventas han subido en un 52% en el último año. Ningún otro formato presenta ese nivel de ascenso. En Estados Unidos, la venta de vinilos supone un tercio de las ventas totales de música en formato físico.
Nunca desaparecieron de las tiendas especializadas, pero ahora los comercios más populares están apostando por ellos. Otro indicio que apunta a su revitalización, es la aparición de nuevos sellos de grabación especializados en vinilos, y que muchos músicos contemporáneos lanzan sus trabajos tanto en formatos de descarga digital, como en CD y disco de vinil.
ALGUNAS VENTAJAS Y DESVENTAJAS
Los CD prometían un formato más duradero y de calidad insuperable. Curiosamente, una de las tendencias tecnológicas que avalan el retorno de los vinilos es su distintiva ausencia de perfección y nitidez, esto que los fans llaman la ‘calidez' del sonido del disco análogo, ese ‘hiss' o siseo presente en el proceso de lectura, provocado por el rozamiento de la aguja al deslizarse por los surcos de la superficie del disco. Estas características auditivas se producen por las imperfecciones inherentes a las producciones análogas, creando una experiencia más ‘redonda' y envolvente que maximiza el impacto acústico.
El formato análogo también permite que los artistas pasen su música de las grabaciones magnetofónicas, a los discos de larga duración (LP), a las bocinas o audífonos con mayor calidad y fidelidad, sin las complicaciones de la conversión digital. Esto, idealmente, es lo más cercano a la intención original del artista, y no se logra con los CD. Ni hablar de la enorme compresión digital de los MP3.
Otro de sus puntos a favor es que los discos de vinilo se suelen tocar en su totalidad y en el orden que planearon los músicos al concebirlos. Esto es aún más relevante en álbumes conceptuales como Dark Side of the Moon , por ejemplo.
Mucho más incluso que un CD, un LP es un objeto. Su materialidad es parte de su esencia, sus carátulas, piezas de arte. Hay álbumes buenos y los hay icónicos. Una buena portada tiene mucho que ver con eso.
También tiene algo de ‘ritual' todo aquello del manejo del disco con extremo cuidado, sacarlo de la carátula y de su cubierta protectora, para colocarlo con precisión en el tornamesa. No es un objeto cualquiera: como el sombrero de un prestidigitador, es un contenedor de magia.
Pero no todo es color de rosa: es evidente que los formatos digitales (CD, SACD, Blu-Ray Pure Audio, etc.) son más prácticos y no sufren el desgaste de los discos de vinilo. La música digital puede ser consumida con rapidez y de una forma cómoda, mientras que la cantidad de oferta y consumidores para los discos de vinilo, todavía es un nicho pequeño. Además, los vinilos son mucho más costosos.
Discos, MP3, CD o streaming de música en línea, la maravilla está en las posibilidades de acceder a la música. Los discos de vinilo nos ofrecen una estética sonora y una forma de consumir música diferente; exigen más dedicación y cuidado, no podemos tener ‘playlists' y se desgastan por el uso. Pero tienen su encanto: nos invitan a disfrutarlos de una manera más reflexiva, menos inmediata, a tenerlos en nuestras manos como piezas que nos hablan de una historia compartida.
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EL SONIDO DEL LP