Dándole un mensaje a occidente

Actualizado
  • 18/04/2024 00:00
Creado
  • 17/04/2024 16:53
El artista Radamés Pinzón plasma a través de sus obras su visión sobre la historia nacional y explica el camino hacia la vocación artística que mantiene hoy

El próximo 23 de abril, el cuarto piso del edificio de Artes Plásticas Alfredo Sinclair –ubicado en la Ciudad de las Artes– albergará la exposición “Mensaje a occidente” del artista Radamés Pinzón que se remonta a su labor de hace más de 30 años en el arte. Para entender el núcleo de esta exposición, hay que remontarse a los comienzos de Pinzón con el arte que ocurren en el año 1993, cuando el artista se presentó en el concurso de arte del colegio Ángel María Herrera de Penonomé, que se celebraba por los 50 años de existencia de ese centro educativo.

“Siempre tenía esa habilidad de pintar. No fue algo que yo planifiqué, sino que fue algo espontáneo. Gané ese concurso, pero después me dediqué al periodismo y lo estudié porque quería ser escritor ya que recuerdo que me marcó de forma importante Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, porque fue un resumen de todo el imaginario mío, de mis costumbres como latinoamericano, pero con ese plus de toda la mezcla subrepticia de elementos que suele estar presente en la literatura universal”, dijo.

La infancia y la juventud de Pinzón se vio fuertemente marcada por las historias que le contaban los libros a los que tenía acceso y que tenían el sello de autores como Franz Kafka y Ernest Hemingway pero, a la vez, sentía un profundo vacío de conocimientos sobre la historia latinoamericana debido a la poca difusión que se le daba en aquella época.

“Una de las razones por las cuales me dediqué a la pintura fue cuando de niño leía los grandes diccionarios Larousse en blanco y negro, en los que salían diversos personajes de la historia como Napoleón Bonaparte y George Washington. Al leerlos, eventualmente me di cuenta de que la historia de occidente se cuenta de manera muy eurocentrista y supe que se hablaba poco de la historia latinoamericana. Después de tener esa ruptura con los conceptos que expresaba el diccionario Larousse y con la forma que veíamos la cultura a nivel nacional, yo sentía que tenía que universalizar mi concepto debido a la amplitud de conocimientos que me dieron los libros. Aunque como escritor yo no funciono, porque apenas llego a la primera página entro en una pesadilla en la que tengo que estar pendiente de mil cosas y eso sinceramente me cuesta. Con la pintura puedo dibujar y pintar días y días y días, y entro en un estado de hipnosis en el que me concentro fijamente”, confiesa Pinzón.

La habilidad con el dibujo de Pinzón –una faceta que pudo desarrollar ampliamente como caricaturista– deslumbró a una profesora de la Universidad de Panamá, quien identificó su talento debido a las caricaturas que tenía expuestas en una muestra llevada a cabo en las instalaciones del campus. Inmediatamente detectó la habilidad del artista de canalizar la energía que él sentía con la literatura que se plasmó en esas caricaturas en las que fue mejorando aspectos como los materiales, la técnica y los conceptos. “Además, me pasaron cosas en la vida personal y sentí que Dios me iba marcando el camino”, agregó.

Otra de las expresiones artísticas que le marcaron su camino hacia lo que es hoy, como artista, fue las melodías de la nueva trova cubana –con temas cantados por Silvio Rodríguez y Pablo Milanés–, así como la música popular brasileña con temas como los de Caetano Veloso y el jazz de Nueva Orleans, Estados Unidos, que fueron marcando pauta en cuanto a las influencias de la música popular latinoamericana. De ahí, empieza a armar ese rompecabezas con el que le quiere mandar su “Mensaje a occidente”.

Reflexionando la ciudad

Cuando Pinzón llega a la ciudad de Panamá, se da cuenta de que es un lugar costeño que le daba la espalda al mar.

“Llegué a la conclusión de que al estar las bases militares norteamericanas por tanto tiempo, la gente desarrolló un imaginario hacia las bases, no hacia la costa. También me di cuenta de los efectos que generó la implementación del sistema golden roll y silver roll por parte de los norteamericanos, que creó una estratificación social, pero también mental, y eso se daba tal como sucedía en Sudáfrica con el apartheid. Después de la invasión, nuestros intelectuales, las clases dominantes, el pueblo y la clase media no han tenido la capacidad de reflexionar en esos temas porque el panameño después de la invasión sufrió una fractura identitaria, ya que cuando un pueblo pierde la guerra, pierde los símbolos. Esto le pasa a todas las culturas. Cuando llega una invasión y alguien invade, lo primero que se destruye es el cine, la música, el arte y las costumbres, y se imponen otras cosas porque los modelos son diferentes. Para bien o para mal, teníamos el modelo militar en el que los militares se metían en los barrios y apoyaban al deporte y a los combos nacionales”, agregó.

Pinzón añadió que el imaginario de la ciudad de Panamá no está claramente definido, a diferencia de otras ciudades latinoamericanas como la capital argentina de Buenos Aires en la que se pueden avistar elementos como la música de Carlos Gardel y el equipo de fútbol Boca Juniors, entre otras consideraciones.

“Si piensas en fútbol, automáticamente se te viene a la mente el estadio Rommel Fernández, pero siempre hay comparaciones de que la ciudad se parece a Miami o a Uruguay. Pero no hay profundidad en el concepto. En busca de ello, me fui a la génesis de la ciudad”, expresó.

El artista se remonta a la época de la fundación de Panamá La Vieja en 1519 cuando se transmitieron las costumbres españolas al país, un aspecto que se ve en las plazas.

“Si uno va al interior, ve que todas estas plazas son la génesis de lo que son nuestras ciudades. De eso empecé a agarrarme yo. Una vez que tengo ese imaginario de las plazas, me doy cuenta que no soy parte del poder en el que se han desarrollado esas plazas. Las plazas se remontan a su vez al mundo colonial, que es un mundo hegemónico, y hay estructuras de poder que vienen de la colonia y que no nos hemos dado cuenta y todavía han sobrevivido. No se han movido mucho porque tenemos un sistema educativo débil que no ha podido hacer una reforma interior a nuestra forma de percibir la realidad tal cual. Hay muchas máscaras y muchos miedos porque ese mestizaje que se dio profundamente a través de la cultura, también ha hecho que nosotros, si bien tenemos una riqueza a nivel de la música, no tengamos una estructura que lo pueda mantener, por eso es que nosotros ante los cambios nos hemos debilitado y caído. No es casual que el reguetón tenga tanta fuerza, y nuestra música y nuestras costumbres se debiliten porque no tenemos instituciones fortalecidas ni madurez institucional para corregir las cosas, un aspecto que se extrapola también a la política”, relató.

Pinzón, además, recordó una reflexión del sociólogo Marco Gandásegui en la que profundizó sobre el trato diferenciado que se le da a alguien en el interior del país a diferencia de la ciudad capital. “Cuando una persona del interior emigra a la ciudad, se encuentra con otras realidades ya que en el interior hay un trato más cálido; por ejemplo, la mamá le pregunta a su hijo si comió al llegar a la casa. En la ciudad no es así, todo va tan apresurado, en un contexto diferente y distinto en el aspecto sociológico. Nuestras ciudades y nuestras periferias no han sido diseñadas para que haya un convivio social con parques y actividades para la primera infancia, como los centros de atención a la primera infancia. En los barrios no hay inversión”, expresó.

Finalmente, Pinzón además apuesta por un sistema educativo que transforme al ser humano en una tarea que involucre a todos los sectores sociales para dejar un mejor país a las nuevas generaciones.

“Todavía estamos a tiempo de generar cambios y aportar nuevas soluciones al país, pero para eso necesitamos que la élite intelectual debata sobre esto, y una ciudadanía que esté dispuesta a hacer los cambios necesarios. Desde la periferia, los artistas tenemos una voz y una responsabilidad con la que nuestras obras puedan contribuir a los espacios y así aportar al mundo con las historias y crónicas que contamos”, agregó.

Radamés Pinzón
Artista
Todavía estamos a tiempo de generar cambios y aportar nuevas soluciones al país, pero para eso necesitamos que la élite intelectual debata sobre esto, y una ciudadanía que esté dispuesta a hacer esos cambios”
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