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- 05/10/2025 00:00
Un día de 1986, cuando Edgardo López (Panamá, 1968) tenía 18 años, compartió con sus papás sus sueños de ser pintor. A sus progenitores ese plan de vida dedicado a una carrera de artista no los convencía demasiado, aunque aceptaron matricularlo en clases de verano que organizaba la Escuela Nacional de Artes Plásticas.
“Un curso de verano, según mis padres, era para no ir en contra de mi deseo por las artes”, recuerda López, quien inaugura su individual “Travesía de un pincel” hoy domingo 5 de octubre, de 2:30 p.m. hasta las 4:30 p.m., en Panamá Art Supplies (Calle 65 con Calle 50, San Francisco).
La reacción de sus acudientes era comprensible. Nadie en su familia paterna o materna había mostrado alguna inclinación por las manifestaciones creativas. Aunque entre las nuevas generaciones de Edgardo López sí hay muestras de ese don.
“Entre mis sobrinos hay dos con mucho talento y mis nietas de 3 años ya comienzan a mostrar talento e interés por la pintura”, comenta orgulloso quien presenta obra reciente en Panamá Art Supplies hasta el 15 de octubre.
Su espíritu lo llevó a seguir adelante con sus anhelos de andar con pinceles, paletas y caballetes. Por lo que en 1987 toma clases privadas con Eduardo Augustine (1956). “A mí me inspiró mucho la obra del maestro Augustine por el tema pueblerino y poético de sus puertas y ventanas. Luego su dominio realista me motivó a experimentar ese estilo en el acrílico”.
En 1990 toma valor y participa en el Concurso Nacional de Pintura que organizaba el entonces Instituto Nacional de Cultura (hoy Ministerio de Cultura). “En ese certamen mi obra clasificó y ya me asomaba con pasión al ambiente artístico de Panamá, compartiendo paredes con grandes maestros de la plástica”.
Estas experiencias le fueron brindando la fuerza de voluntad para continuar con sus planes y acto seguido ocurre algo que impacta de manera significativa a su desarrollo personal: en 1992 fue seleccionado para la 1ª Bienal de Arte Pictórico del Museo de Arte Contemporáneo.
“En ese certamen, con un jurado internacional, mi obra volvió a ser seleccionada y compartí el museo con Carlos González Palomino (1943-2013) y Desiderio Sánchez (1929-2024), y allí ya me creía pintor”.
Las experiencias fueron en aumento, ya que en 1994 participa en el Concurso Bacardí de Pintura Ecológica.
“Tuve la bendición que en la inauguración de la exposición mi obra fue la primera venta de la noche y esa satisfacción me dio mayor confianza para seguir y confiar en un futuro artístico”.
En el 2001 recibe una Mención Honorífica en el Certamen Nacional de Arte Obrero del Instituto Panameño de Estudios Laborales del Ministerio de Trabajo. “Allí sucedió algo jocoso, mi obra se llamaba La Indeseable y era una cucaracha hiperrealista que los visitantes en la exposición le pasaban de largo apestados por lo indeseable que era esa cucaracha. Parecía que caminaba, salió premiada, luego para una subasta me pidieron que participara con otra cucaracha y se vendió muy bien”.
Entre los años de 2010 y 2024 ha participado en variadas individuales y colectivas en centros culturales y en plazas comerciales.
“Yo doy mucha docencia y al público le encanta que el artista se desprenda y entable una conversación sobre las obras y eso es importante porque puedes despertar en ellos el conocer más de los pintores panameños”.
Edgardo López opina que el artista debe tener una posición dentro de la sociedad istmeña. “Soy un convencido de que el pintor debe llegar a las comunidades y después a las galerías o museos. El pintor debe ser un referente cultural en el barrio y brindar un aporte a esa sociedad muchas veces entretenida en todo menos en lo cultural”.
Para quien ha colaborado en subastas de la Fundación San Felipe y del Patronato Nacional de Nutrición, el contexto sociopolítico de su país ha dejado huella en su obra a lo largo de las décadas.
“A mí como pintor me motiva mucho la idiosincrasia de nuestro continente y Latinoamérica es rica en tradiciones y leyendas que enriquecen las corrientes pictóricas. En lo político sí falta mayor comprensión y compromiso del Estado panameño con la cultura”.
Quizás esa mirada global de su oficio lo lleve a ofrecer una propuesta plástica ecléctica. “He sido en algún momento cuestionado por no definir un estilo o por abordar otros conceptos y la verdad me encanta tanto la pintura latinoamericana que me inquieta y me inspiran tantos maestros que soy un pintor muy franco y feliz con mi libertad creativa”.
Por lo que se siente heredero de grandes figuras del arte regional como el guatemalteco Elmar Rojas (1937-2018), el colombiano David Manzur (1929-), el nicaragüense Armando Morales (1927-2011), el salvadoreño César Menéndez (1954-), el uruguayo Ignacio Iturria (1949-), el costarricense Rafa Fernández (1935-2018) y un largo etc.
“Me faltan como 100”, precisa Edgardo López, quien el sábado 11 de octubre, de 11:00 a.m. a 2:00 p.m., ofrecerá en Panamá Art Supplies el taller de pintura “El abstracto es para todos” a $15 para dos personas; $20 tres personas y $25 para cuatro personas.
A lo largo de este 2025, el emprendimiento cultural El Lienzo ha organizado individuales y colectivas de diversos artistas panameños: el herrerano Eduardo Aguilar, el chiricano Gustavo Didacio de León, el santeño Ricardo Jiménez y ahora el capitalino Edgardo López.
Estos eventos han ocurrido con éxito en la Casa Museo del Banco Nacional, en la Galería Juan Manuel Cedeño del Ministerio de Cultura y en Panamá Art Supplies.
“El grupo El Lienzo está marcando un camino como grupo familiar que trata de despertar conciencia y compromiso para con una cultura que está pidiendo auxilio. Me decía el maestro Desiderio Sánchez que una vez sentado en una banca de una plaza en México escuchó un gran aplauso a su alrededor y él desconcertado por saber por qué aplaudían se dio cuenta que era porque pasaba por allí el gran pintor Diego Rivera. En otros lugares el pueblo aplaude a sus pintores, acá en Panamá sólo se aplauden a los políticos”, indica con preocupación Edgardo López.
Las más recientes individuales suyas han ocurrido mayoritariamente en los centros comerciales.
“Se llenan mucho y tengo la oportunidad de llegar a ese panameño que nunca irá a un museo o a una galería. Desprendimiento y docencia. ¿Dónde están las más de 20 galerías qué había en las décadas de 1980 y 1990?”.
Para Edgardo López unir fuerzas con El Lienzo representa trabajo y compromiso a favor del arte. “Es levantar la voz, y a la misma vez, es apoyar y sembrar esperanza en un país sobrado de talentos, pero donde la cultura no es una prioridad”.
De la mano de El Lienzo presenta su exposición “Travesía de un pincel”, abierta hasta el 15 de octubre en Panamá Art Supplies (abierto los siete días de la semana).
Es un conjunto de casi 40 obras de distintos tamaños y temáticas. “Todas en acrílico, en donde el público verá diferentes propuestas, pero el mismo trazo aventurero e inquieto que me caracteriza, pero serio y apasionado, sin complejo alguno”.