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- 20/03/2015 01:00
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Este 20 de marzo es el día internacional de la felicidad, pero, ¿qué es la felicidad? No existe de momento una respuesta a esta pregunta. O más bien, no hay una respuesta definitiva, sino que hay múltiples respuestas a la pregunta.
La misma pregunta no es muy clara, pues, ¿qué se está preguntando exactamente? Por un lado, quizás estemos buscando saber qué queremos decir con el término felicidad o más bien estemos interesados en saber qué es esa cosa llamada felicidad. Mientras que el primer problema es lingüístico, el segundo es un estudio del fenómeno en sí mismo, como si de un objeto se tratase.
En general, existen dos literaturas filosóficas que tratan este problema, cada una con una interpretación distinta. La primera lo resuelve como un término de valor, más o menos sinónimo de bienestar y la segunda como un estado mental. En su primer sentido, la felicidad se refiere a lo que beneficia a una persona o lo que es bueno para ella. En el segundo sentido, es una cuestión psicológica. ¿Qué es este estado de la mente que llamamos felicidad? Respuestas a esta pregunta incluyen satisfacción con la vida, el placer o un estado emocional positivo. Mientras que en el primer caso podemos hablar de algo concreto, como por ejemplo ‘lo que me beneficia es estar con amigos o el dinero’, en el segundo hablamos de una sensación más personal, individual y subjetiva.
Cada una de estas dos tradiciones cuenta con una serie de teorías que dan su particular respuesta a la pregunta por la felicidad. Entre las más conocidas están la corriente hedonista, la teoría de satisfacción con la vida, y la teoría del estado emocional. Los hedonistas identifican la felicidad con el equilibrio del individuo entre las experiencias agradables sobre la experiencia desagradable. La teoría de la satisfacción identifica la felicidad con tener una actitud favorable hacia la vida. La última teoría excluye los placeres que no implican directamente al estado emocional de la persona. Mientras que la versión hedonista es opuesta a lo desagradable, esta teoría se opone a la depresión o la ansiedad. Es decir, la felicidad está en conservar ciertos estados emocionales de tranquilidad, paz, vitalidad o armonía, entre otros.
Todo esto, asumiendo que la felicidad es un objetivo a conseguir. Podemos observar que en la literatura popular, en los anuncios televisivos, propaganda (ejemplo: ‘destapa la felicidad’ de Coca-Cola), y en general en nuestra cultura, la felicidad está muy presente e inclusive hay una discusión de cómo ser feliz o alcanzar la felicidad, sin embargo se presta poca atención en si alcanzar tal cosa es una meta apropiada.
Determinar si esta meta es apropiada o no depende de dónde es que nos informamos sobre lo que es la felicidad, es decir, ¿de dónde surgen estas ideas sobre lo que es la felicidad? Podemos sugerir que existen prejuicios sobre lo que la felicidad es para cada uno de nosotros. Incluso puede que tengamos una representación mental de la misma, como por ejemplo: vivir en una mansión, tener mucho dinero, carros, lujos y demás. Estos prejuicios vienen dados en nuestra sociedad y los asimilamos conforme crecemos dentro de ella, es decir, tenemos una idea de lo que la felicidad debe ser o debería ser. Frente a este panorama el filósofo griego Sócrates nos sugeriría que examinemos primero estos prejuicios antes de asimilar estas ideas como nuestro ideal de felicidad. Solo así, podremos estar en la capacidad de decidir si alcanzar un ideal particular de felicidad es lo que realmente necesitamos.
Quizás la felicidad consistiría, no en absorber una respuesta o ideal presente en nuestra sociedad y tomarla como la ‘verdad’, sino que más bien se trata de una búsqueda personal o inclusive una búsqueda en conjunto con otras personas.