El Festival de Debutantes se realizó el 5 de julio en el Club Unión de Panamá. Es organizado por las Damas Guadalupanas y se realiza cada año para recaudar...

- 12/07/2025 00:00
Quizá lo nuestro nunca iba a ser.
Quizá ya estaba escrito.
Y no me digas que lo sientes, porque no es cierto.
Yo te conozco.
Como nadie.
Por supuesto que no iba a ser como antes.
Tú cambiaste.
Pero no lo suficiente.
Al menos no como tú crees.
Déjame decirte algo:
El que se está exigiendo estar al cien para esta relación... eres tú.
Tú, con tus estándares impuestos, tus palabras puestas en mi boca,
tu necesidad absurda de perfección.
Estás tan obsesionado con estar al cien...
que se te olvidó cómo es vivir al veinte, al cincuenta, al ochenta y cinco.
Se te olvidó vivir.
¿Quién carajo está al cien?
Nadie.
Nunca.
Esa maldita obsesión tuya...
es lo que me ha roto.
Más que nunca.
Tuviste la valentía de regresar, sí.
Sabías que estaba hecha añicos.
Y aun así... jugaste con mis pedazos.
Me volviste polvo.
Y, aun así, fue increíble.
Increíble que volvieras a mi vida.
Porque tú...
Tú eres eso.
Mi vida.
El amor de mi vida.
Fue hermoso cuando apareciste con flores esa noche.
Nunca te lo dije, pero fue lo más lindo que viví en mucho tiempo.
Un San Valentín... en junio.
Fue increíble verte entrar por la puerta del restaurante.
Tus pasos, tu pausa al mirarme.
Todo se detuvo.
Tuve que hacer una tregua con mis nervios,
porque ahí estabas.
Con tus lunares, con tu mirada.
Esa mirada con la que miras a todos...
pero que yo juraba que era solo mía.
Me sentí la protagonista de una película romántica.
De esas que tú decías no soportar,
pero que, para mí,
fue la más real de todas.
Tres años y ochenta y cuatro días para volvernos a encontrar.
Y aun así, al verte, fue como si solo hubiera pasado una hora.
Confié.
Confié en que habías cambiado.
Porque me convenciste.
De que la vida es eso: cambiar.
Para bien... o para mal.
Y te vi de vuelta.
Grande.
Maduro.
Inmaculado.
Y supe que nunca debí haberte dejado ir.
Eras —y eres— el amor de mi vida.
De verdad, fue increíble todo.
El cine.
El concierto.
Tu abrazo en nuestra canción favorita.
Las llamadas eternas, jugando a ser adolescentes otra vez.
Los viajes.
Nuestros planes fugaces.
Volver a hacer el amor contigo...
Pero no estás listo.
No para tenerme de vuelta.
Y quizás... nunca lo estés.
Y esta vez, que quede claro,
esto lo decidiste tú.
Otra vez.
Como aquella noche fresca de agosto, hace tres años.
Dudo que pueda olvidarte.
Dudo que alguna vez deje de amarte.
Pero no puedo seguir rompiéndome así.
No puedo permitírmelo.
No otra vez.
Esta vez, me perdiste.
Para siempre.
Fue increíble creer que lo nuestro funcionaría de nuevo.
Qué ingenuos fuimos.
Porque, al final, volver con alguien...m
es solo un capricho.
Un deseo de revivir lo que tuvimos.
No de volver a amar a quien tenemos enfrente.
Ese es el precio del mito de la nostalgia.
Aun así...
Fue increíble coincidir contigo en esta vida.
Siempre lo será.
Después de todo...
seguimos —y seguiremos—
bajo la misma luna.
Te deseo toda la suerte del mundo.
Aunque sé que no la vas a necesitar.
Porque, para mí...
tú ya eres bendición.
Eres...
increíble.