Harmodio Arias Madrid, homenaje a un ciudadano y presidente excepcional

Actualizado
  • 25/05/2024 00:00
Creado
  • 24/05/2024 19:31
Discurso pronunciado el día 3 de julio de 1986, en Penonomé, provincia de Coclé, en el centenario de su natalicio, 11 parte

En su lucha por implantar un modelo económico nacionalista que pudiera lograr la independencia económica del país, el Dr. Harmodio Arias adopta un programa de ejecuciones en el campo de la economía nacional y precisa los parámetros dentro de los cuales debe moverse la capacidad creadora de nuestro pueblo.

Seis sectores importantes de la sociedad son estimulados por el pensamiento del estadista que gobierna. La agricultura, la ganadería, la pequeña industria, el comercio, el obrero y las actividades de carácter general son sometidos a la embrionaria planificación estatal que inaugura el Dr. Arias, y se fija para cada una de estas dedicaciones una política precisa.

A modo de ilustración y como prueba de la visión del mandatario reseñamos apenas unas cuantas medidas para cada actividad. En la agricultura, fijación de gravámenes sobre importación de arroz, papas, etc.; campaña pro-cultivo del arroz; suministro de semillas, establecimiento de colonias agrícolas; compra de granos para estabilizar los precios; adquisición de tierras para el pequeño agricultor, etc.

En la ganadería, garantía de compra de leche fresca por el Estado para uso en los establecimientos oficiales, compra de sementales; gravamen especial a la leche evaporada y a la leche en polvo; gravamen especial a la importación de carnes de toda clase; gestiones para la venta de ganado en la Zona del Canal, etc.

En la pequeña industria disponía gravámenes especiales para la importación de zapatos, sombreros, pastas alimenticias, hierro acanalado, lociones, pastillas, queso, leche, mantequilla, carnes preparadas, aceites que puedan sustituir la manteca; gravámenes a la pesca en gran escala; gestiones ante el Gobierno de Estados Unidos para el uso y consumo de materiales panameños en la Zona del Canal, etc.

En el campo del comercio postulaba la persecución del fraude, reglamentación del cierre del comercio con sujeción a la jornada de ocho horas; rebaja del impuesto de introducción de artículos de turismo, etc. En la línea de la ayuda obrera estableció la rebaja del arrendamiento de casas de inquilinato y destinaba las propias economías del Estado y el dinero proveniente del fondo obrero a un programa de obras públicas que aliviara el drama del desempleo.

En las medidas de carácter general, el plan económico del Dr. Arias comprometía la suspensión de los remates en ciertos casos, la reducción del interés bancario, la reducción de las tarifas por consumo de gas y de electricidad, el establecimiento de la Caja de Ahorros para la familia panameña de recursos y la vigilancia sobre cupo de empleados panameños y la jornada de ocho horas, etc. Evidentemente y así lo confiesa el Dr. Arias en su mensaje de 1936, la crisis fiscal y económica del país impidió la realización plena de todo su proyecto económico, pero quedó la iniciativa que fue tomando cuerpo en el transcurso del tiempo y que se perfeccionó en acciones de posteriores gobernantes.

En materia de empréstitos, el Dr. Arias era cauteloso. Llegó a afirmar en su mensaje de 1934, que los empréstitos para solventar la crisis fiscal en el fondo posponían las soluciones y se endeudaba más el país. Todo endeudamiento procura una dependencia y si este endeudamiento es creciente, creciente resulta la dependencia. El Dr. Arias fue consecuente con sus lineamientos de luchar por la independencia económica del país, no solo al establecer el plan económico preciso para la época, sino también estableciendo una política con relación a los empréstitos.

En su mensaje de 1934, en la ola mayor de la crisis, expresó por alguna razón de su genio político: “A partir del 1° de octubre de 1932 no se ha contratado empréstito alguno”. Decía el Dr. Arias para la misma época que la nación panameña tenía que pagar en intereses por los empréstitos de arrastre la suma de 2.000 balboas diarios. ¿Qué nos diría el Dr. Arias si llegara a saber que 50 años después el pago diario de intereses de la nación panameña es de más de $2 millones por deudas adquiridas en los últimos 17 años de gobierno?

Evidentemente, su plan económico no logró la independencia económica y ella constituye en todas las naciones un esfuerzo constante de varias generaciones. Pero su política no nos hizo más dependientes, se hizo llevadera la crisis y logró establecer principios generales para superarla. ”El país se ha dado cuenta, decía el Dr. Arias, de que si se disminuyen los gastos del erario, se recaudan las rentas sin discriminación y se administra la cosa pública con la mayor honradez y eficiencia posibles en nuestro ambiente, no es difícil mantener el orden, tranquilidad y seguridad social y hay los medios de estimular las actividades creadoras de la comunidad, de otorgar trabajo al obrero para librarlo de las garras de la cesantía y hasta de pagar parte considerable de las deudas contraídas durante las épocas de la abundancia”.

La lucha por la fuerza moral

Solicitaba el Dr. Arias luchar por adquirir una gran fuerza moral que sirviera de estímulo para el bien y de coraza invulnerable contra el mal. ¿En qué momento adquiere un pueblo una gran fuerza moral? Podríamos contestar en el momento en que todo el pueblo tenga la convicción de que Dios reside en la Sala de Acuerdos de la Corte Suprema de Justicia. Cuando se tenga esa convicción habrá moral y paz social, porque implica la existencia de un cuerpo de administradores de justicia, probo e independiente. Bien lo decía el Dr. Arias: “No puede haber tranquilidad social si no existe probidad e independencia por parte de los encargados de administrar justicia.

”El panameño de hoy sabe que Dios no reside en la Sala de Acuerdos de la Corte Suprema de Justicia y sabe que hay una lucha histórica, tenaz, dura, indesmayable, para lograr la fuerza moral que compendie las virtudes domésticas del panameño. El panameño de hoy sabe que usurpación y moral no nacieron hermanas y que cuando se enfrentan en la lucha por el poder real, la moral se va volando al cielo. Desde hace algún tiempo el país está a la intemperie y no se ha logrado el retorno de la moral. Tal vez los principios bolivarianos, por los que profesó gran devoción el Dr. Arias, deban ser invocados al menos en los momentos de crisis o en los momentos de usurpación.

El genio de Bolívar no decía nada intrascendente cuando recomendaba el destino de las misiones: Los militares a los cuarteles, los civiles al poder. ”El Dr. Harmodio Arias, uno de los pocos presidentes de la República que salió ileso cuando ejerció el derecho constitucional de destituir a un comandante de la Policía Nacional, decía en su mensaje de 1934, en medio de la vorágine atroz de la crisis: “Y mientras se aleje a la Policía de las luchas partidaristas, mayor efectividad y eficiencia habrá en los servicios que presta”. Era aún más severo. Se oponía al voto electoral de la policía porque implicaba deliberar, lo que le estaba vedado por razones de moral política. La usurpación vigente en nuestro país ha impedido hasta la fecha el logro de la fuerza moral que haga posible la vigencia plena de la justicia.

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