Joana Marcús rompe paradigmas

  • 11/05/2025 00:00
La novelista Joana Marcús, de 24 años, la reina de la literatura juvenil en castellano en géneros como la ciencia ficción y el fantástico, ha demostrado que los jóvenes sí leen y bastante.

En Panamá no se lee y a los jóvenes lo único que les interesa es el embrujo emanado de los celulares. Durante su visita a nuestro país, la narradora europea Joana Marcús rompió con ambos mitos falsos.

En pocos minutos se acabaron las más de 360 entradas gratuitas digitales para los dos conversatorios que ofreció gratuitamente. A sus lectores (mayoritariamente chicas) se les veía genuino entusiasmo mientras hacían fila para ingresar al Auditorio Tomás A. Clavel de la Universidad Católica Santa María La Antigua (USMA) y era evidente su emoción al saber que compartirían con su autora favorita.

Esta novelista del género fantástico, ciencia ficción y romance juvenil anda de gira por Costa Rica, Panamá y Colombia para estar en contacto con sus fans (ha vendido más de tres millones de ejemplares de sus novelas).

“La ciencia ficción y la fantasía me brindan libertad. Me lo puedo inventar todo. Pongo las normas y los personajes que me den la gana. Soy quien pone los límites. El reto es contar algo que nos pueda suceder a cada cualquiera de nosotros”, comenta Joana Marcús (2000, Mallorca, España).

¿Algún consejo a los futuros escritores? “No centrarse en qué tema está de moda o qué le está funcionando a un autor. Cada camino es único. Las fórmulas funcionan una vez, no son repetibles, no hay un secreto porque si lo hubiera todos lo sabrían. El truco es saber qué quiero decirle al mundo, qué quiero que sienta el lector al leer el libro”.

Es una de las escritoras de su generación que más vende en el idioma de Cervantes. “Nunca he concebido todo lo que ha pasado como una presión, ni con la editorial, ni con los seguidores, ni con los lectores”, comenta Marcús, quien estuvo en Panamá de la mano de la USMA a través de la Editorial La Antigua, la librería El Lector y la editorial y Penguin Random House.

No vendrá nadie

Opina que estamos en un momento cumbre dentro de la industria editorial, ya que acepta cada vez más a los jóvenes narradores. “Eso no ocurrió siempre. Internet abrió una puerta importante que antes no existía”, indica quien en la universidad pasó por Lingüística, Historia del arte y Filología hasta encontrar la felicidad en la carrera de Psicología.

Fue en su natal Mallorca cuando supo que algo bueno estaba cerca. Allá fue su primera firma de libros. Estaba plenamente convencida que con suerte llegarían 20 personas. “Yo vengo de una isla muy pequeña, ¿vale? En mi cabeza pensé que no vendría nadie”.

Ese día se fue con su editora a un parque que estaba al lado de librería en cuestión. Joana enseguida pensó que le iba a decir la verdad: esto se suspende y que los de la librería se han enfadado por haberles echo perder su tiempo. “Me dijo que había 1,700 personas esperando. Pensaba que me estaba vacilando. Entré en pánico cuando los vi y los lectores al verme se pusieron a gritar. ¿Qué pasa? No entendía nada. Sigo sin entenderlo, pero me gustan esas bienvenidas (ríe)”.

Una parte de su trabajo que sí le cuesta un poco es la promoción de su obra, ya que se siente expuesta porque confiesa que es tímida. “Soy más introvertida de lo que parece. La escritura siempre se vive embotellada. La usas en privado, nunca la expones, salvo cuando es un producto terminado que es el libro”.

Comienzos

Cuando era chica, la que hoy tiene 24 años no encontraba en España ningún referente de escritoras que hubieran triunfado siendo jovencitas. Le gusta la idea que ella trazó un sendero por donde otras muchachas y muchachos ejerzan el oficio de la imaginación.

La palabra precoz le calza a la perfección. La que se convertiría en todo un referente de la literatura juvenil en idioma castellano le siguió el consejo a una maestra: a los 9 años comenzó a escribir en un cuaderno de notas las vivencias que iba acumulando en el salón.

Aquí aprovecha para comentar que la lectura y la escritura son esenciales en cada etapa de la vida. “No puedes esperar que alguien tenga una opinión o que tenga algo que aportar al mundo si antes no se ha nutrido para hacerlo y eso empieza con la lectura y luego sigue con la escritura”.

De pequeña tenía pocos amigos. Por lo que encontraba refugio en los libros que le regalaba una docente de Castellano. “Ella me animó a escribir y es a quien le sigo mandando los manuscritos originales. Y si ella me dice: ‘no me gusta’, ese libro jamás verá la luz”.

A los 11 años, una amiga le recomendó visitar la plataforma en línea Wattpad, una red social donde los usuarios leen, publican y comparten sus historias de ficción.

Por entonces una profesora notó algo en su proceso de creación literaria. “Que me costaba mucho conectar conmigo misma y cuando eso ocurre es muy difícil expresar tus sentimientos y los sentimientos de un personaje. Me dijo que le daba la sensación de que rechazaba mi propia vulnerabilidad, que necesitaba abrazarla, entenderla y cuando me diera una oportunidad a mí misma escribiría mejor. Esto lo aplico hasta ahora”.

Aún hoy se siente lectora de su propio argumento. “Me digo: ¡ay, ahora llegará una escena intensa! ¿Qué va a pasar?’ De alguna manera los personajes te hablan y te dicen lo que quieren hacer. Por lo que solo tengo, hasta cierto punto, una idea preconcebida. Puedes tener un final, pero quien decide ese final es la historia”.

A los 13 años Joana Marcús compartió en Wattpad su primera novela, “Irresistible propuesta”, la que obtuvo más de 300,000 lecturas. Aunque fue una experiencia bonita provocó que algunos compañeros de su clase la convirtieran en el objetivo predilecto de sus acosos escolares. “¿Quién no ha sufrido de bullying? Desgraciadamente es lo más normal. Fue muy duro. Me decían: ‘¿quién te crees que eres para escribir un libro?”.

Mientras que sus lectores en internet le dejaban comentarios amorosos, pero a sus compañeros no les gustó que destacara. “Sonará un poco raro, pero me alegro de que sucediera eso, porque me enseñó apreciar las cosas buenas que luego pasaron. También me enseñó a identificar la persona que no quería ser”.

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