Las peripecias del gobierno republicano español en América

Actualizado
  • 17/05/2024 00:00
Creado
  • 16/05/2024 15:28
José Francisco Mejía Flores ahonda en un libro la determinación de cuatro países, entre ellos Panamá, de reconocer el gobierno republicano en el exilio

Cuando prosperó el golpe de Estado del general Francisco Franco al gobierno de la Segunda República Española el 1 de abril de 1939, miles de republicanos tuvieron que marcharse de su patria rumbo al exilio, y el continente americano también era visto como uno de los lugares en los que ellos y sus familias podrían estar a salvo y comenzar una nueva vida.

Al presentarse este contexto en el que los países americanos decidían como iba a ser su posición diplomática respecto al establecimiento de la dictadura de Franco, México junto con otros países de la región como Guatemala, Venezuela y Panamá deciden eventualmente reconocer al gobierno republicano que se constituyó en el exilio, así como brindar la colaboración en el acogimiento de los ciudadanos españoles que huían durante los primeros años del régimen franquista.

Es así que el libro Guatemala, Venezuela y Panamá ante el gobierno español en el exilio, 1945-1948 del investigador mexicano José Francisco Mejía Flores trata de profundizar en esta cuestión histórica que también transcurre en un proceso de pleno reordenamiento del orden mundial que significó en ese entonces la Guerra Fría y las consecuencias geopolíticas del enfrentamiento de estas dos potencias: Estados Unidos y la Unión Soviética.

En lo que se refiere a México –país que acogió hasta 25.000 refugiados españoles– la administración de Lázaro Cárdenas abrió las puertas a los exiliados que iban en busca de un futuro mejor. Con ellos, llegaron luminarias de la cultura y de las humanidades como el cineasta Luis Buñuel y la artista Remedios Varo, mientras que, por otro lado, el legado que asentaron los exiliados españoles y sus descendientes tiene una gran notoriedad al punto que se considera una parte imprescindible de la historia contemporánea mexicana. Su aporte forma parte de lo que se conoce como la colaboración hispano-mexicana.

Otros países como Argentina, Chile, Venezuela, Cuba, Colombia, Uruguay y República Dominicana, entre otros, también abrieron sus puertas a los exiliados republicanos españoles, quienes dejaron una huella significativa en el desarrollo de esos países.

Un contexto complejo

La premisa del libro es brindar un estudio panorámico de las relaciones de América Latina con el gobierno republicano español en el exilio. El autor inicialmente buscó hacer un bosquejo historiográfico sobre estos sucesos que no solo involucran la emotividad que se refleja en aspectos tales como la historia de los famosos niños de Morelia –456 hijos de republicanos españoles que vinieron en barco hacia México en junio de 1937– sino momentos de traición como los que experimentó el gobierno de la segunda república española en el exilio por parte de Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Soviética al no darles reconocimiento pleno frente a la España de Franco.

Estados Unidos y el Reino Unido, en el contexto de la Guerra Fría, temían la penetración comunista en América Latina que, en su visión, podría estar impulsada por el bando republicano español, entre otros actores como los movimientos de izquierda de la región. Por su lado, el dictador soviético Íosif Stalin –cuyo país junto con México apoyó militarmente a los republicanos en la guerra civil española– tampoco le dio el espaldarazo al gobierno constituido en el exilio.

“Por eso, es doblemente noble lo que está pasando en América Latina: que cuatro países latinoamericanos, incluido Panamá, hayan reconocido al gobierno republicano español en el exilio. Es fascinante la historia que se genera a través de este proceso en el que se ve cómo un proyecto progresista que está pasando en Panamá, incide con un proyecto progresista e iberoamericano, y toca colateralmente a Guatemala con el gobierno de Juan José Arévalo dentro de la conocida como ‘primavera guatemalteca’, a Venezuela con el gobierno del partido Acción Democrática de Rómulo Betancourt y Panamá con el gobierno de Enrique Jiménez Brin. Esto se genera en el contexto de una primavera democrática que surge al término de la Segunda Guerra Mundial y que es receptiva con el proyecto del gobierno republicano en el exilio”, resumió Mejía Flores en el panel.

El también secretario académico del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe de la Universidad Nacional Autónoma de México posteriormente conversó con este diario sobre el papel de Panamá ante este complejo panorama, y expresó que es necesario reconocer al país su mano extendida como una nación fraterna que reconoció a la Segunda República Española en un contexto internacional complicado.

Es entonces cuando entre los años 1945 y 1948 se establecen los entendimientos diplomáticos entre Panamá y la delegación del gobierno republicano español en el exilio. Este reconocimiento expreso a la administración republicana española abarcó tanto las presidencias de Jiménez Brin (1945-1948) como la de Domingo Díaz Arosemena (1948-1949).

En tanto, durante el segundo período presidencial de Arnulfo Arias Madrid (1949-1951) da un giro y le otorga la legitimidad al franquismo al igual que lo hizo Carlos Castillo Armas (1954-1957) en Guatemala y Marcos Pérez Jiménez en Venezuela (1952-1958). México es el único país en mantener una postura definida de no reconocimiento al régimen franquista hasta el año 1977, cuando España inicia su transición a la democracia.

“El exilio español que llega a Panamá no es numeroso pero sí es representativo. No tengo el dato preciso de cuántos fueron, pero si puedo decir que estos exiliados españoles desembarcaron en instituciones como la Universidad de Panamá y que forman cátedra al igual que en todos los países de América Latina donde estuvieron. Llega un grupo interesante de intelectuales, políticos, diplomáticos, médicos, arquitectos, filólogos, filósofos, historiadores, juristas, periodistas, investigadores, entre otros, en una amplia gama de intelectuales que manifestaron su apoyo en el ámbito de la Segunda República Española. Aquí, como en otras partes de América Latina, pudieron reconstruir sus vidas profesionales y sus propias vidas personales después de haber perdido la guerra civil”, comentó.

Por otro lado, resaltó el papel clave del entonces canciller de Jiménez Brin Ricardo Joaquín Alfaro –quien también fungió como presidente de la República entre 1931 y 1932– en el reconocimiento panameño del gobierno republicano español en el exilio.

Mejía Flores, no obstante, adelanta que aún hay mucha información por investigar y que por ello no se descarta la elaboración de un segundo volumen que arroje aún más claridad sobre la historia y las vivencias del exilio republicano español en América Latina.

Una exposición de memorias

El panel del evento –organizado por la Embajada de México en Panamá en el marco de la celebración por los 120 años de relaciones diplomáticas entre ambos países– también contó con la participación del director de la Academia Panameña de la Lengua Aristides Royo, el embajador de México en Panamá Alejandro Bichir y el embajador de España en Panamá Guzmán Palacios.

Bichir compartió con los presentes su admiración por los poetas españoles Pedro Garfias y León Felipe, quienes desembarcaron en México. El representante diplomático recordó que el poema de este último ¡Qué lástima!, en el que lamenta la apatridia, era un tema de discusión de las tertulias bohemias de la época.

“Recuerdo también al político español don Indalecio Prieto, quien escribía en la revista Siempre, en la que también escribían personalidades como Antonio Mohedano. Por otro lado, vimos películas que nos han contado fuertes experiencias como las de don Gilberto Bosques, quien ayudó mucho al exilio español y rescatar a quienes más lo necesitaban cuando él era cónsul general de México en Francia y logró salvar tanto a los republicanos españoles que huían del franquismo así como los judíos y las demás personas que se encontraban en peligro ante la intervención de la Alemania nazi en Francia”, dijo.

Royo, por su parte, expresó que España fue muy generosa por traer, junto con los exiliados españoles, el cúmulo de conocimientos que aportaron al desarrollo del país. Una de las personalidades que citó fue al militar Ginés Sánchez Balibrea, quien dirigió los colegios Abel Bravo y José Guardia Vega en Colón. Además, fue director de la Universidad Santa María la Antigua en la sede de la misma provincia.

Otra personalidad que resaltó Royo en su disertación fue el geógrafo y educador hispano-panameño Ángel Rubio Muñoz-Bocanegra, de quien destacó que hizo uno de los primeros estudios geográficos en el país, al tiempo que resaltó el papel de Panamá en el rescate del jefe de gobierno vasco José Antonio Aguirre, quien gracias a la gestión del cónsul panameño Germán Gil Guardia pudo escapar de las garras de Hitler recalando en Nueva York y en otros sitios.

Palacios, quien ocupó el puesto de cónsul de España en la ciudad de México, aseguró que la guerra civil española fue una contienda que generó un desgarro profundo en la sociedad española, que se vive al día de hoy entre amigos y familiares, y rememoró con cariño la pervivencia de las relaciones hispanomexicanas por medio de las vivencias de los exiliados y sus descendientes.

Adicionalmente, se inauguró la exposición fotográfica ¡La ayuda franca y merecida de México y Panamá a los republicanos españoles! en la que se da un vistazo a la solidaridad internacionalista hacia el gobierno republicano español en el exilio.

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