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Los cincuenta y tres años del Informe Faure y la educación nacional

- 18/05/2025 00:00
En 1972, la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) dio a conocer el informe “Aprender a Ser. La educación del Futuro”, conocido como el Informe Faure, apellido del presidente de la Comisión Redactora del Informe, Edgar Faure, quien fue ministro de educación de Francia.
Este 2025 se conmemora cincuenta y tres años de la publicación del Informe Faure, esta conmemoración nos permite reflexionar sobre las expectativas educativas planteadas en el Informe, observando algunos aspectos de la educación nacional.
El informe, en su capítulo tres, señala que la “educación es a la vez un mundo en sí y un reflejo del mundo. Está sometida a la sociedad y concurre a sus fines, especialmente al desarrollo de sus fuerzas productivas atendiendo a la renovación de los recursos humanos (...) contribuye a engendrar las condiciones objetivas de su propia transformación”. Además, agrega que existe una “correlación estrecha, simultánea y diferida, entre las transformaciones del ambiente socioeconómico y las estructuras y las formas de acción de la educación”.
Hacer un balance del estado de la educación nacional a partir de esta afirmación nos permite precisar algunos aspectos cruciales que señala el informe, como:
“Hacer de la escuela un instrumento de igualación de oportunidades” y la necesidad de implementar lo que en su momento se denominó “la educación tecnológica”.
¿Es la escuela un instrumento de igualación de oportunidades hoy día en nuestro país? La realidad educativa del país nos ofrece la respuesta a esta inquietud. A finales de 2024, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) presentó su informe “Niños, niñas y adolescentes en Panamá: Panorama 2024”, un documento revelador de la situación educativa de este sector de la población, que describe la situación social y educativa de 1,232,585 niños y niñas en el país.
Panamá aparece como el tercer país más desigual de América Latina, con “120,000 (34% de la población) niños, niñas y adolescentes entre 4 y 20 años (...) fuera del sistema educativo”. Además, en relación con la atención educativa de la población infantil y de adolescentes en el nivel de desarrollo infantil temprano, el 20% de niños y niñas entre 3 y 4 años no tienen un desarrollo temprano adecuado; solo el 3% de los niños y niñas menores de 3 años acceden a Centros de Atención a la Primera Infancia públicos. Los otros niveles educativos se caracterizan de la siguiente manera:
Educación en la primera infancia: 4 de cada 10 niños y niñas de 4 años no asisten al preescolar. Esta cifra aumenta a 5 de cada 10 en las familias más pobres y disminuye a 1 de cada 10 en las familias más ricas.
Nivel primario: 6 de cada 10 estudiantes de tercer grado no logran habilidades mínimas de lectura, y 9 de cada 10 en comarcas indígenas.
Nivel secundario: 4 de cada 5 estudiantes de 15 años no alcanzan competencia mínima en matemáticas, y 3 de cada 5 estudiantes de 15 años no alcanzan competencia mínima en lectura.
Además de esta descripción general de la situación educativa en el país, el texto nos muestra la desigualdad social y educativa reinante en los territorios indígenas (comarcas y tierras colectivas) del país. Estas poblaciones oscilan entre el 94% (Gunayala) y el 87% (Emberá-Wounaan) de la pobreza infantil de Panamá.
En este escenario de pobreza, la oferta educativa pública no logra reducir la desigualdad de oportunidades, y su acceso se transforma en un privilegio para la población. Una muestra de esta situación es el promedio de años de escolaridad, en la ciudad de Panamá, los años de escolaridad superan los 12 años, mientras que en comarcas como la Ngäbe-Buglé y Gunayala es de 5 años.
La expectativa planteada por el Informe Faure sobre la educación como proceso de “igualación de oportunidades” no se ha cumplido. La educación como mecanismo de movilidad social está lejos de los deseos de la población y, en la práctica, es un dispositivo reproductor de la desigualdad.
Una mirada sobre el estado de las infraestructuras necesarias para el desenvolvimiento de la dinámica de enseñanza-aprendizaje reafirma esta realidad; en 2019, antes del inicio de la pandemia, existían 800 escuelas ranchos en el país, en su gran mayoría localizadas en los territorios indígenas. ¿Habrá mejorado el estado precario de la infraestructura escolar del país en los últimos tres años? Para el presente año se señala que hay 1,200 escuelas ranchos.
El inicio de la pandemia del Covid-19 (marzo de 2020) nos permite revisar el segundo aspecto que tenemos en cuenta del Informe Faure, el cual señala la necesidad de la “educación tecnológica” a inicios de los años setenta. La idea inicial de la educación tecnológica, de ser apoyo al proceso de enseñanza-aprendizaje en las aulas incorporando los medios de comunicación masiva con el objetivo de generar la imaginación en el proceso educativo de los estudiantes, hoy se enfrenta a una mutación total. Hoy, hablar de educación tecnológica es hablar de educación en línea, educación virtual.
La pandemia, en sus inicios, afectó por 114 días el período escolar entre marzo de 2020 y marzo de 2021. Durante este período y el resto del tiempo escolar de 2021, el impacto de la no presencialidad en el aula afectó a cerca de 46 mil estudiantes a nivel nacional, desaparecidos del escenario escolar al no contar con celulares inteligentes, tabletas o computadoras y la falta de conectividad a internet. Además, no contaban con la infraestructura necesaria. Para este periodo había 1,809 centros educativos registrados con internet, sin embargo, 1,485 centros educativos no contaban con internet y 394 sin electricidad, especialmente en las zonas rurales e indígenas.
El paso a la educación en línea nos mostró la fisura entre los estudiantes que tuvieron acceso a dispositivos y conectividad adecuada frente a aquellos que no tuvieron acceso a estos recursos, provocando más desigualdad entre los menos favorecidos del sistema educativo.
Esta experiencia heredada de la pandemia nos desafía a entender el futuro del sistema educativo en medio de los cambios tecnológicos generados por la cuarta revolución industrial y sus impactos. Entre los cambios producidos por la cuarta revolución industrial están las formas de socialización, el traslado del contacto y comunicación entre los alumnos y entre los alumnos y los docentes en el aula, ahora mediado por los dispositivos tecnológicos.
La manera en que el propio proceso de enseñanza-aprendizaje es condicionado por la tecnología al generar nuevas formas de transmitir el conocimiento a partir de la integración de información producida por la escritura, la imagen y el sonido, que se enlazan entre sí, denominado hipertexto, creando nuevas formas de lectura. Estos son algunos de los cambios producidos por la cuarta revolución industrial que transforman la idea de educación tecnológica presentada por el Informe Faure.
A cincuenta y tres años de la publicación del Informe Faure, uno de los primeros informes producidos por la UNESCO sobre la situación educativa mundial, su diagnóstico y recomendaciones como las que hemos comentado, la igualación de oportunidades y la educación tecnológica, queda a leguas de distancia de la educación como un derecho humano. Grandes desafíos le esperan al campo educativo.
El autor es Sociólogo. Docente e Investigador de la Universidad de Panamá