Muerte y funeral del presidente Manuel Amador Guerrero

El Dr. Amador Guerrero murió el 2 de mayo de 1909, pero su figura, clave en la historia nacional, permanece olvidada por las instituciones del país que ayudó a fundar

El pasado 2 de mayo del presente año se cumplieron 116 años del fallecimiento del primer presidente de la República. Ni una sola nota de recordación enviaron las entidades públicas ni las asociaciones de particulares a los medios de comunicación escrita.

Tanto que se esforzó por el bien de la nación el Dr. Amador Guerrero en ese su último cargo; tanto que sirvió por veintinueve años en el viejo Hospital Santo Tomás de la entonces calle del Chorrillo, después carrera de Coclé (hoy calle B), diecinueve de ellos sin cobrar un real; servidor del país democrático en el que aspiraba a vivir, con cumplida trayectoria antes de habérsele confiado la Presidencia de la República, entre otras distinciones, la de diputado en la Asamblea Constituyente del Estado Soberano de Panamá en 1876.

A las 4:10 de la tarde del domingo 2 de mayo de 1909 sonaron las campanas de la Catedral anunciando duelo. La muerte del Dr. Amador Guerrero era esperada; estaba ya postrado en cama tras valerosa lucha contra un cáncer que lo había obligado a pedir licencia por seis meses a mediados de 1907, yendo de descanso y en busca de curación tanto a Europa como a Estados Unidos, pero nada se pudo hacer por su recuperación, solo tratarlo con alivios.

Regresó al puesto a finales de ese año y siguió trabajando hasta la terminación de su mandato el 30 de septiembre de 1908.

Además de su cónyuge, María Ossa de Amador, y sus hijos Manuel Encarnación Amador Terreros, Raúl y Elmira Amador Ossa (señora de Ehrman), lo acompañaba en sus últimos minutos el presidente que lo sucedió en el cargo, el Dr. José Domingo de Obaldía. Murió consciente y a todos pidió claramente que antes que se colocara su féretro en la tumba, se interpretara el Himno Nacional.

Tan pronto se supo del fallecimiento del Dr. Amador Guerrero, entre las primeras condolencias llegó ese mismo día a la viuda un cablegrama del presidente de los Estados Unidos, William H. Taft, expresándole, en nombre de su esposa y en el suyo, su afecto y pesar por la muerte del amigo (Daily Star & Herald, May 4, 1909).

El Dr. Amador Guerrero y Taft se trataban desde el inicio de las obras del Canal en 1904, cuando este era secretario de Guerra en el gobierno de Theodore Roosevelt.

Posterior al cablegrama del presidente Taft llegó a la viuda otro del secretario de Guerra de los Estados Unidos, J.M. Dickinson, quien se encontraba en nuestro país por razón de la construcción del Canal.

Desde la localidad de Culebra, donde se encontraba observando avances con el ingeniero jefe de obras, George Washington Goethals, le expresó sus condolencias personales y las de su gobierno, y le informó que el primer fuerte que se construiría a las extremidades del canal se denominaría Baluarte Amador, en honor al presidente fallecido (La Estrella de Panamá, Mayo 4 de 1909, p.9).

Y así se cumplió, se le llamó Fuerte Amador. Todos los demás fuertes y bases que construyeron los Estados Unidos en la Zona del Canal fueron designados con nombres de distintos personajes estadounidenses merecedores de tal honra, ejemplo que deberíamos seguir constantemente los panameños para con nuestros ilustres servidores de la nación.

El funeral del presidente

Las pompas fúnebres empezaron a las 9:00 de la mañana del lunes 3. El cadáver fue llevado de la casa familiar al Salón Amarillo del Palacio de Gobierno, y allí los representantes de gobiernos extranjeros y amigos en general le brindaron respetos al ilustre fallecido; entre esos el secretario Dickinson.

A las 4:25 p.m. se le llevó a la Catedral e inició la misa solemne, celebrada por el arzobispo monseñor Francisco Javier Junguito. Una vez terminada partió el cortejo por la avenida Central en dirección al camposanto.

Según el Daily Star & Herald, en su misma edición antes citada, la Banda Republicana interpretaba la Marcha Fúnebre de Chopin. No dice quién la dirigía; se asume que don Santos Jorge, su entonces director.

En la ciudad todas las casas de comercio mayorista cerraron sus puertas; las legaciones y consulados extranjeros izaron a media asta sus banderas, lo mismo los buques surtos en los puertos y fondeaderos, y fue cancelada la recepción que el Comisionado del Canal Ístmico, Mr. Blackburn y señora ofrecerían el miércoles 5 al secretario Dickinson y señora.

En el cementerio fueron oradores el secretario de Instrucción Pública, Dr. Eusebio A. Morales, en representación del gobierno, quien dio un breve discurso enfatizando en las horas decisivas cuando, al arribo de las tropas colombianas al puerto de Colón, el Dr. Amador Guerrero dispuso adelantar para el 3 de noviembre y ya no el 4, como estaba preparada, la proclama de nuestra separación.

En tanto que muy sentidas fueron las palabras del médico Dr. Julio Icaza, colega del presidente fallecido, quien exaltó sus cualidades profesionales y humanitarismo, y su entrega al servicio en el Hospital Santo Tomás; y cerró la ceremonia con los honores que le rindió la Policía Nacional, con un pelotón de 350 agentes dirigidos por el primer capitán E. A. Macharaviaya. (La Estella de Panamá, ibid)

Aunque no lo recogieron las crónicas de los periódicos antes mencionados, que circulaban diariamente en la ciudad, también fueron oradores en el cementerio los señores Nicolás Tejada, Ernesto T. Lefevre y Federico Escobar, y la Banda Republicana interpretó el Himno Nacional, cual lo había pedido el fallecido presidente.

Por su parte el ingeniero Goethals, jefe de las obras de construcción del Canal, había ordenado la suspensión de labores por cinco minutos en toda la Zona del Canal, en prenda de respeto al amigo y presidente panameño fallecido. Tal era la estima que los estadounidenses le tenían a nuestro primer presidente, decidido impulsor de la construcción del Canal.

¿Cómo encontrar la histórica casa donde falleció el presidente Amador Guerrero?

El reputado cronista de la vida del Dr. Amador Guerrero, Dr. Ricardo Arias Calderón, nos enseña que la muerte del venerado presidente ocurrió “a las cuatro de la tarde del domingo 2 de mayo de 1909, en su residencia, ubicada en el número 48 de la calle Sexta, San Felipe, en la ciudad de Panamá” (‘Semblanza y acción de Manuel Amador Guerrero [parte 1]’, La Estrella de Panamá).

Con posterioridad a la muerte del Dr. Amador Guerrero cambió la codificación de las edificaciones en la ciudad de Panamá; en San Felipe fueron precedidas de un dígito y seguido un número nuevo, y tras la renovación del barrio y la revalorización del llamado Casco Viejo en el siglo XXI, casi todas las casas han sido remodeladas y no queda rastro para ubicar aquella con el número 48 en la calle Sexta. ¿Cómo encontrar hoy la histórica casa donde falleció el presidente Amador Guerrero?

La incógnita la despejó, muy oportunamente, el historiador Ernesto J. Castillero en su artículo ‘La muerte del primer presidente de Panamá’, donde nos dice que “La Oficina de la Inspección General de Planificación y Administración de la Presidencia de la República colocará próximamente en su sede de calle Sexta, casa No.3-65, de la capital, una placa conmemorativa del fallecimiento en ese local del primer Presidente de la República, Dr. Manuel Amador Guerrero, infausto acontecimiento ocurrido el 2 de mayo de 1909.” (Lotería, No.177, agosto de 1970, pp.55-58).

Esto es en la prolongación de la calle Sexta, entre las avenidas B y Eloy Alfaro, a un costado de la Presidencia de la Republica.

Transcurridos 116 años, para contraste entre el aprecio que otrora le prodigaron los ajenos, y para vergüenza propia ahora, ni de la fecha de la muerte ni del entierro de su primer presidente se hizo eco la sociedad nacional.

Que sirvan las anteriores líneas, más que para compartir pinceladas de nuestra historia, para despertar conciencia y gratitud por aquellos que nos precedieron, quienes, hasta arriesgando sus vidas, como el Dr. Manuel Amador Guerrero, con sus aciertos y errores, forjaron el país democrático en que nacimos, que encontramos organizado, con sus instituciones funcionando.

Miremos siempre las siguientes generaciones, los que nada pusimos, a quiénes le debemos lo que construido nos encontramos.

La muerte del Dr. Amador Guerrero era esperada; estaba ya postrado en cama tras valerosa lucha contra un cáncer que lo había obligado a pedir licencia por seis meses a mediados de 1907
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