‘Panama in Black’ de Kaysha Corinealdi

Actualizado
  • 21/01/2024 00:00
Creado
  • 20/01/2024 15:34
La obra destaca cómo la diáspora afro-caribeña, llegada en el siglo XIX durante la construcción del ferrocarril y el Canal, ha enfrentado décadas de desatención y xenofobia

Si hay una cosa que le ha hecho mucho daño a Panamá, como nación, ha sido y es la discriminación por origen étnico, la raza o la cultura. Y leer Panama in Black (2022), de Kaysha Corinealdi, como panameño que soy, un ciudadano urbano, canalero, marcado por la economía de servicios y el comercio global, que creció escuchando, en la década del 60 del siglo XX, el español, el inglés y el creol inglés entre las calles de la ciudad de Panamá y Colón, ha sido tremendamente revelador de todo lo que perdimos por décadas de desidia, nacionalismo cultural y xenofobia.

Corinealdi es profesora en el Emerson College (Boston), especialista en estudios de migración, diaspóricos y feministas, y el texto tiene como subtítulo ‘Afro-Caribbean World Making in the Twentieth Century’ (construyendo el mundo afro-caribeño en el siglo XX), donde la diáspora afro-caribeña en Panamá es el punto central de este texto.

Ella nos habla de panameños afro-caribeños, porque si bien se trata de una población diaspórica, por su propia historia de deportación de África, en el marco de la esclavitud en el mundo del Atlántico, llegaron en el siglo XIX a Panamá con la construcción del ferrocarril y el Canal francés, cuando el país era un departamento de Colombia, primero, y después con la construcción del Canal americano al constituirse el país como república, y muchos de ellos, sus descendientes, nacieron en Panamá, sin que se les reconociera su estatus como ciudadanos del país o estuvieron condicionados a demostrar su condición de ser panameños.

En efecto, si bien esta república a medio camino, desde su inicios, vio limitada su soberanía, por un lado, por haber cedido una fracción de su territorio, la Zona del Canal a otro país, por otro lado, le negaba o condicionaba su ciudadanía, por razones económicas o culturales, a los afro-caribeños y sus descendientes que hablaban inglés y eran protestantes.

En la Zona del Canal, administrada por los norteamericanos, esta población afro-caribeña, con sus descendientes, tampoco tenía estatus de ciudadanos norteamericanos. Estamos hablando, en fin, de una población en condición de apátridas, un estado de vulnerabilidad doble, que la hacía objeto de toda clase de arbitrariedades, desventajas y discriminaciones institucionales, fuesen económicas, salariales y culturales.

En estas condiciones tan frágiles y hostiles, esta comunidad afro-caribeña, estaba obligada a sobrevivir entre estos dos bandos, el panameño y el norteamericano, que paradójicamente solo se había puesto de acuerdo en una cosa con respecto a ellos: cerrarle o dificultarle el paso a la ciudadanía.

Y con esta problemática, que sostiene uno de los capítulos más oscuros de la región, en el marco, incluso, maniqueista de la Guerra Fría, el libro nos narra, en una prosa bien escrita, que demuestra la capacidad de la autora por contar y analizar bien una historia, a través de cartas, artículos, fotografías, diarios e informes gubernamentales, el largo camino emprendido por los miembros de esta comunidad, ya fuesen periodistas, sindicalistas, enfermeras o maestras, para sobreponerse y navegar entre la discriminación y la exclusión, la ciudadanía negada o condicionada y el racismo, ejercido por ambos bandos en el trascurso de treinta y cinco años, desde 1926, cuando Panamá declara a los caribeños de las Antillas inglesas – incluidos indios, chinos y turcos – como “inmigración prohibida”, un proceso de discriminación que venía desde el nacimiento de la república, hasta 1961, cuando la Asamblea aceptó la enmienda “Bazán” que termina eliminando las cláusulas que condicionaban la nacionalidad.

Entremedio, esta población tuvo que vivir entre el limbo de ser apátrida, el temor de ser expulsados de la Zona del Canal, la amenaza de ser acusados de comunistas, y la incertidumbre de que la situación mejorara en algún momento.

No obstante, cometeríamos un gran error si no subrayamos que el texto no se queda aquí, porque, como dice la autora, no es un libro de denuncia, no, es un libro que muestra cómo la diáspora afro-caribeña en Panamá, va creando un mundo de relaciones, de conexiones, de estrategias de vida, que tocan lo político, lo cultural, lo económico y lo institucional, que se expande por toda la región del Caribe, Centroamérica y los Estados Unidos.

Ante la imposibilidad o la dificultad de establecerse en Panamá, que era el centro de esta vida diaspórica en la región, muchos, en un verdadero drenaje humano, emigraron hacia los Estados Unidos, desde la década del 40, en el marco del tratado Remón-Eisenhower, y allá tuvieron que enfrentarse con dificultades de inmigración, integración y ciudadanía, pero las condiciones eran más favorables para avanzar.

Esto permitió que la comunidad, que ya venía con una larga experiencia para enfrentar dificultades administrativas, desarrollara, por ejemplo, instituciones, como Las Servidoras, en New York, dirigidas por mujeres, que crearon un fondo para ayudar, entre otras cosas, a jóvenes para realizar sus estudios universitarios.

Esta comunidad afro-caribeña tenía algo muy claro para avanzar en sus propósitos de vida: la educación. Y si bien no se trataba ya de regresar a África, como lo había planteado Marcus Garvey en las primera décadas del siglo XX, lo cierto es que esta comunidad dio muestras de resiliencia para crear ese mundo caribeño, bilingüe, abierto y cosmopolita, entre tantas dificultades presentadas en el camino.

Mientras leía este libro me resultaba evidente el fatal resultado de haber tenido un discurso cultural nacionalista obtuso, tribalista y cerrado, en Panamá, basado en nuestra llamada herencia hispánica, para negarnos y negarle al país sistemáticamente la gran oportunidad de ser un país cosmopolita, dinámico y abierto al mundo por tantos años. ¿Cuántos emprendedores, trabajadores, artistas, comerciantes, educadores y maestros no habrá perdido el país?

Hoy, nuestras escuelas públicas, pudieron haber sido perfectamente bilingües. Pero aquí, lamentablemente, se impuso el llamado de la tribu para inventar al Otro, como no suficientemente panameño, dócil y entregado a los norteamericanos. Panama in Black es un estudio de la diáspora afro-caribeña panameña, una diáspora, que, en su trayectoria transnacional, ha recreado el imaginario de pertenencia y de ciudadanía, de redes, de sobrevivencia y desarrollo comunitario e individual y, además, ha lanzado a Panamá un espejo, para el presente, de lo que tiene que superar para aprovechar todas las potencialidades y oportunidades de estar en un nudo giratorio del mundo contemporáneo: la discriminación.

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