Reinauguración de la Universidad en su Centenario

  • 14/09/2025 00:00
Hay que reconocer que la Universidad atraviesa por una crisis de acumulación de problemas desde hace varios años. Crisis que ahora se ensancha por reducciones presupuestarias e incomprensión del rol de las universidades públicas. Para enfrentar la problemática es indispensable comprender que “sin autonomía no hay Universidad”

Los centenarios de las universidades no son hechos aislados ni se reducen a una programación conmemorativa protocolar, porque es una ocasión irrepetible para pensar y repensar el pasado, presente y porvenir de la institución. Es un momento ideal para hacer un balance multidimensional y constituye un escenario para renovar las relaciones con la sociedad y el Estado. El centenario de la Universidad debería generar el compromiso de relanzarla, dado que atravesamos por una época de cambios y reformas inaplazables en la educación universitaria.

Un centenario que asegure el futuro de la Universidad de Panamá

El 7 de octubre de 2025 conmemoramos noventa años de inauguración de la Universidad de Panamá, antesala a su “centenario en el 2035”, lo que debiera suscitar un “gran debate” de todos los universitarios, egresados y la comunidad nacional sobre “nuevas metas institucionales”. Así como se desarrolló una discusión pública, meses previos a la fundación en 1935, sobre el carácter y los fines de la Universidad, en los actuales momentos hay suficientes razones para la realización de una profunda y amplia deliberación acerca de sus desafíos provenientes de la realidad nacional y las tendencias universales de educación superior.

Si la creación de nuestra Universidad fue uno de los hechos de mayor trascendencia en el siglo XX, igualmente “el centenario podría ser una fecha memorable para reinaugurar la Universidad de Panamá”, visto como acontecimiento relevante del siglo XXI. Pero ello requiere una política institucional que trascienda periodos administrativos rectorales, un debate planificado y “un proceso de cambios desde ahora hasta el 2035”. También demanda que al mismo tiempo que reflexionemos sobre su papel histórico, “tracemos las bases de una Universidad en transformación”. Ello nos obliga a tener una formación vinculada permanentemente a los cambios sociales y tecnológicos.

La autonomía es existencia, estabilidad y desarrollo de la Universidad

Los enfoques precedentes son vitales porque se ha convocado las elecciones de las autoridades que dirigirán la Universidad de Panamá durante el periodo 2026-2031, lapso de transición a sus 100 años. La escogencia de las autoridades universitarias por los profesores, estudiantes y administrativos representa una conquista histórica de toda la sociedad panameña y un momento estelar para el ejercicio responsable de la autonomía. Una contienda electoral ejemplar constituye una rotunda afirmación de la autonomía de la Universidad.

Estas elecciones debieran convertirse en un “intercambio de ideas y propuestas” para la reinauguración de la nuestra Alma Mater. Deben constituir el inicio de un amplio debate sobre la “reforma universitaria del centenario”. Para que esto ocurra hay que considerar las advertencias de Octavio Méndez Pereira, al sostener que la política universitaria necesita diferenciarse de la política tradicional plagada de discursos superficiales, pues ha de basarse en argumentos y proyectos académicamente fundamentados. La Universidad está obligada a descartar toda forma de clientelismo, difamación, anónimos y rumores, ajenos a su naturaleza académica.

Para asumir responsablemente los retos, hay que reconocer que la Universidad atraviesa por una crisis de acumulación de problemas desde hace varios años. Crisis que ahora se ensancha por reducciones presupuestarias e incomprensión del rol de las universidades públicas. Para enfrentar la problemática es indispensable comprender que “sin autonomía no hay Universidad”.

Por lo tanto, hay que empoderarse de las posibilidades y oportunidades que representa la autonomía, entendida como una responsabilidad nacional y social que la sociedad delega a la institución. Hoy, la autonomía ha adquirido nuevas dimensiones, “lo que exige ejercerla con innovación y creatividad hacia el cambio académico y administrativo, ser ejemplo de transparencia y rendición de cuentas, así como un involucramiento crítico y propositivo ante los problemas nacionales”.

La refundación centenaria de la Universidad también debiera significar el rescate y preservación del “Campus Octavio Méndez Pereira como patrimonio cultural e identidad universitaria”. Desde su inauguración ha formado parte de la personalidad nacional del Estado panameño. El mismo testimonia el aporte a la formación cultural y profesional del país, más los empeños por la conquista de la soberanía y la consolidación de la identidad nacional.

Nueva gestión innovadora en las funciones universitarias

La Universidad de Panamá es una mega universidad, integrada por una pluralidad y diversidad de unidades académico-administrativas, profesores, estudiantes, administrativos, egresados, patrimonio y presencia nacional. Ésta no puede seguir gestionándose con las mismas estructuras, procedimientos y metodologías concerniente a otra realidad, cuando “hoy reclama transformaciones innovadoras en la gestión institucional de sus funciones de enseñanza, investigación, extensión y gestión”.

Tampoco puede continuar dirigiéndose con un liderazgo individualista que impide el desarrollo potencial de la institución, ya que las nuevas condiciones exigen un “liderazgo institucional, ético y participativo”, porque por encima de las autoridades está la institución, las unidades académicas y los estamentos. La Universidad es lo permanente y las autoridades son transitorias. La exaltación personalista tiene que dar paso a una conducción institucional de la Universidad, donde tengan protagonismo los extraordinarios y consagrados profesores, investigadores, estudiantes y administrativos que tiene la institución.

Incorporar a los egresados para fortalecer la Universidad

La ruta hacia el centenario es propicia para establecer una imprescindible relación de la Universidad con sus egresados, puesto que más allá del número de graduados aportados al país, hay que incorporarlos con programas y acciones permanentes mediante una política institucional pública universitaria. Los egresados tienen mucho que contribuir al fortalecimiento y la transformación innovadora de la institución. Deben ser considerados como parte de la comunidad universitaria y afirmar su sentido de pertenencia por medio de una relación bilateral y participativa. La experiencia y la trayectoria de los profesionales titulados fortalece el prestigio de la imagen institucional de la Universidad. Con los egresados se puede evaluar constantemente la misión académica y social de la Alta Casa de Estudios superiores.

Redefinición de la misión y porvenir de la Universidad

La coyuntura es apropiada para retomar el valor estratégico de la misión universitaria, entendida como el propósito central, rumbo e identidad de la Universidad. Esto debe conllevarnos a reflexionar sobre las buenas prácticas a replicar, correcciones a realizar y las transformaciones que se exigen a las universidades en un mundo que cambia aceleradamente. La apertura a la innovación, a las transformaciones sociales y tecnológicas es congruente con la salvaguarda de los fundamentos que han conformado la personalidad universitaria y el tiempo para pensar con profundidad.

La existencia y el futuro de la Universidad podrá garantizarse con la capacidad de redefinir y actualizar su misión, lo que implica retomar los componentes paradigmáticos misionales que han proporcionado identidad institucional e incorporar nuevos paradigmas del siglo XXI, tales como el enfoque crítico y ético sobre el entorno digital, la perspectiva de género, la sostenibilidad, la educación a lo largo de la vida y formarse para enfrentar lo inesperado en una época de incertidumbre. Hay que recuperar la vida universitaria de discusión y confrontación de ideas. El pensamiento crítico, la construcción y custodia del conocimiento frente a las distorsiones de la posverdad, forma parte de la misión de la Universidad.

El camino al centenario debe arribar a la reconceptualización de la misión universitaria, fundamentándose en lo que la nueva época le exige a las nuevas mujeres y varones universitarios, con la guía de una formación integral, una preparación altamente técnica y una ciudadanía comprometida socialmente.

El autor es docente e investigador de la Universidad de Panamá

Pensamiento Social (PESOC) está conformado por un grupo de profesionales de las Ciencias Sociales que, a través de sus aportes, buscan impulsar y satisfacer necesidades en el conocimiento de estas disciplinas.
Su propósito es presentar a la población temas de análisis sobre los principales problemas que la aquejan, y contribuir con las estrategias de programas de solución.
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