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- 29/07/2010 02:00
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Una de las primeras dudas que tuvieron Germán y Patricia después de que se casaron fue decidir cuántos hijos tendrían. Él tenía un buen puesto en una compañía de arquitectos y ella terminaba una especialización en Administración.
Ambos sabían que traer hijos al mundo no es cualquier cosa y por eso, después de meditarlo por un tiempo, decidieron tener solo uno. ‘Queríamos saber lo que era ser papás, pero también teníamos que pensar la responsabilidad que eso implicaba’, cuenta
Patricia, madre de Alejandro, un niño de tres años. A pesar de que ella pudo terminar sus estudios y su esposo continúa estable en su trabajo, los dos tienen la certeza de que otro hijo no está entre sus planes. ‘Con uno es suficiente’, anota Germán.
Así como ellos, muchas parejas hoy están optando por tener un solo hijo, y esa tendencia ha tomado fuerza en varios países.
Según un artículo de la revista Time, que le dedicó su última portada al tema, varios estudios sobre las características de la personalidad de los hijos únicos han desacreditado las antiguas creencias según las cuales los niños que crecen sin hermanos son egoístas, malcriados, retraídos y solitarios. Toni Falbo, profesora de sicología de la Universidad de Texas, es quizá la persona que más se ha encargado de romper con la mala fama de los hijos únicos. En 1970, la experta empezó a investigar la experiencia infantil de los niños únicos en Estados Unidos y en China, donde la política de tener solo un hijo por familia estaba en vigor. Y hace 25 años, junto con su colega Denise Polit, realizó un meta-análisis de 115 estudios desde 1925 en los que se analizaban el carácter, la sociabilidad, el rendimiento y la inteligencia en los niños que crecían solos. Al final encontraron que no había ninguna diferencia significativa entre los hijos únicos y los otros niños, salvo que los primeros, así como los primogénitos y los que tenían un solo hermano, tenían mejores registros en pruebas de inteligencia. De hecho, otras investigaciones que han medido las habilidades mentales y verbales, como una realizada por el National Merit Scholarship, también permitieron establecer que los hijos sin hermanos obtenían mejores resultados que aquellos que crecían en familias numerosas. Esto se debe, según explicó Falbo a Semana, a que estos pequeños ‘pasan más tiempo con adultos por lo que adquieren un vocabulario más avanzado y desarrollan mejores habilidades de razonamiento’. Para otros expertos, la explicación es que los padres con un solo hijo invierten más recursos y dedican más tiempo en su formación que si tuvieran varios. Quizá por estos privilegios es que algunos tildan a los hijos únicos como pequeños emperadores que hacen lo que se les antoja y manipulan a sus papás. Sin embargo, para Carl Pickhardt, un sicólogo que durante cuatro décadas ha trabajado con familias con un solo hijo, si bien es cierto que los niños sin hermanos son altamente protegidos, esto no significa que sean malcriados. María Elena López, psicóloga y coautora del libro El hijo único, aclara que ‘estos niños no son malcriados por naturaleza, sino que la desobediencia es consecuencia de una disciplina inadecuada’. En esto coincide Carolyn White, autora del libro Los siete pecados comunes de la crianza de hijos únicos, quien le dijo a esta revista que sin importar el número de hijos, lo clave es que los padres les enseñen que el mundo no gira alrededor de ellos. Otro mito sonado es el del egoísmo. Los expertos aclaran que esta no es una característica exclusiva de los hijos únicos y, por el contrario, todos los niños pequeños pasan por la etapa de querer todo para ellos, así tengan hermanos. ‘Cuando maduran entienden el concepto de prestar’, anota López.
El artículo de la revista Time explica que una de las causas por las que la idea de un solo hijo está en auge es por el lento crecimiento de la economía y los costos que implica criar un niño.
Todo lo anterior es una muestra clara de que la idea de tener hermanos no es una garantía de un buen crecimiento y que tener un solo hijo sí es una opción. © Publicaciones Semana