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- 15/11/2015 01:00
Ser creativo o ser innovador no es lo mismo que ser un improvisado. La gente tiende a confundir estos conceptos, lo cual genera una distorsión sobre la cual quiero hacer mis comentarios en este espacio.
El jazz, que es la más ‘libre' de las ‘músicas', es un excelente ejemplo de cómo funciona el asunto. Los músicos de jazz estudian escalas y estructuras durante años, lo cual les permite crear cosas nuevas y ‘creativas' que no salen ‘de la nada'. Más bien, surgen del estudio y la planificación.
He escuchado muchas veces, tanto en el sector privado como en el público, a los líderes diciendo cosas como, ‘a mí eso de planificar no me gusta, yo soy un líder de acción, de hacer'.
El concepto subyacente a esta aseveración es que ‘planificar' es lo opuesto a ‘hacer', idea tan arraigada y extendida que ha logrado meternos en la espiral de improvisación y de falta de orden y planificación que nos tiene donde estamos.
Lo que nos convirtió, para bien o para mal, en la especie dominante en este planeta, es nuestra capacidad de coordinación, el hecho de poder ordenar nuestros esfuerzos en el tiempo y tener una visión de para dónde queremos ir y cómo lo queremos lograr.
Tener la capacidad de juntar la información disponible, analizarla y luego crear un plan de acción, para después probarlo y hacerle los ajustes del caso hasta que las cosas funcionen, es lo que hace que la ciencia avance y las sociedades mejoren.
Si encima somos capaces de documentar lo que hicimos, estaremos creando además conocimientos para quienes nos sucedan.
Los japoneses tienen un dicho que aplica a este tema, ‘con el tiempo, la disciplina vencerá a la inteligencia'.
El líder más inteligente, carismático y creativo no llegará a sus objetivos a menos que logre crear a su alrededor un equipo dedicado, meticuloso y detallista, además de desarrollar un plan que todos puedan seguir, apoyar y adoptar.
¿Cómo nos afecta que nuestra sociedad considera que planificar y hacer son opuestos? Hay pistas por todos lados.
Cuando vemos que un día pavimentan una calle y luego a la semana la vuelven a romper para poner un tubo; cuando vemos a una empresa invirtiendo en aparatos o tecnología, pero no en sus posible clientes o consumidores; cuando hablamos del futuro del país, pero no invertimos en educación; cuando pensamos que las cosas deberían de cambiar, pero no queremos cambiar nosotros. En fin, cuando queremos llegar a alguna parte, pero no queremos vivir el proceso que se necesita para llegar.
En todas estas cosas podemos ver las pruebas de lo que nos ocurre como sociedad cuando creemos que planificar es una mala palabra.
Cuando la planificación se hace correctamente, la ejecución hace parte del plan.
Así pues, invito a quienes lean este artículo a tomarse un cafecito consigo mismos; revisen su hoja de ruta, miren bien hacia dónde van, hagan su plan a todo nivel.
Luego, salgan con toda la pasión del mundo a ejecutarlo, pues el uno sin el otro no tienen sentido.
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‘Lo que nos convirtió en la especie dominante en este planeta es... el hecho de poder ordenar nuestros esfuerzos en el tiempo y tener una visión de para dónde queremos ir y cómo lo queremos lograr',
PEDRO COLMENARES
ASESOR TIC