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Transformar la realidad a través de la cultura






- 10/05/2025 23:00
Jorge Melguizo conoce de primera mano el impacto que la formación de personas, de colectivos sociales y comunitarios así como de las instituciones públicas y el fortalecimiento del tejido social tienen en una comunidad y en una ciudad.
Como secretario de Cultura Ciudadana de Medellín (2005-2009) y secretario de Desarrollo social de Medellín (2009-2010), pero vinculado toda la vida a proyectos sociales de transformación de su ciudad natal, desde agrupaciones barriales y ONG hasta la administración pública ha estado en primera fila impulsando la transformación de Medellín, de ser la ciudad con mayor tasa de muertes violentas en el mundo, durante 20 años a ser una ciudad referente para otras ciudades del mundo; la ciudad con mejor calidad de vida en Colombia y la que más turismo atrae.
“Una de las nueve claves que siempre menciono en mi trabajo en Latinoamérica, de esta transformación urbana y social de Medellín es que, desde hace 30 años, decidimos enfrentarnos a nuestras peores violencias y a nuestro peor momento de desestabilización social, con formación de capacidad instalada”, dice el consultor y conferencista que ha visitado unas 135 ciudades de 18 países.
“Prepararnos mejor para enfrentar los desafíos de la inequidad y los desafíos de la violencia en Medellín es lo que hoy, 30 años después nos tiene en un estado muchísimo mejor del que estábamos en ese momento. Un solo dato: hoy tenemos el 3% de las muertes violentas que teníamos hace 30 años”, afirma.
Por ello, saber que en Panamá hay 101 nuevos gestores culturales a través de un diplomado y haber contribuido con esta formación, para Melguizo es un muy buen camino. “Nosotros en Medellín probamos que ese camino era cierto”, asegura.
El diplomado “Transformar la realidad desde la cultura – Innovación social, gestión y gobernanza cultural a nivel local”, gestado por EnRedArte Panamá y auspiciado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, la Fundación Privada del Desarrollo Económico y Social (PRODES) y la Secretaría Nacional de Políticas y Desarrollo para los Afropanameños (SENADAP), con aliados como el Centro Cultural de España Casa del Soldado, el Centro de Arte y Cultura de Colón, el Ministerio de Cultura de Panamá, la Alcaldía de San Miguelito, Generadora Gatún y Fundación AES, reunió a líderes comunitarios, funcionarios de juntas comunales y gestores culturales a lograr una formación que pueda justamente apoyar desde las comunidades, un trabajo que ha estado en marcha por muchos años y que está siempre en busca de constantes mejoras.
“Como una de las personas que trabajaron muchos años por la existencia de un ministerio de cultura, me han interesado siempre temas formativos que ayuden a generar mejores diálogos entre la institucionalidad y las comunidades culturales. Las políticas culturales deben siempre construirse entre buenos interlocutores”, explica Alexandra Schjelderup, directora Ejecutiva de EnRedArte Panamá.
Pero tomó varios años poder llevar este proyecto a la realidad. “El tiempo que demoró encontrar los fondos para el diplomado es el característico de un país que aún no tiene fondos concursables para estos temas. Afortunadamente, el entonces encargado de AECID, José Antonio González, venía de todo el movimiento de Cultura y Desarrollo que fue una parte importante de los planes de diplomacia cultural de España”, detalla.
El diplomado, que arrancó en octubre de 2024 y se extendió hasta marzo de 2025, tocó una diversidad de temas, “todos indispensables en la actualidad y el abanico de temas que conllevan las políticas públicas. Lo importante de cubrir tantos temas sin profundizar tanto en ninguno era permitir vislumbrar posibles caminos de especialización. La Animación Cultural, o el Patrimonio, o la gestión Cultura comunitaria, o la capacidad para levantar y desarrollar proyectos que coadyuven a las necesidades de desarrollo, cada una es un universo. Entender la dimensión del campo de conocimiento de la cultura es importante. Tan importante es lo que uno sabe, como entender qué le falta a uno por aprender”, sopesa Schjelderup. Se impartieron ocho módulos y siete conferencias que contaron con maestros iberoamericanos de la talla de José Antonio Mac Gregor, Jorge Melguizo, Mónica Sepúlveda, Jordi Tresserras, Gerardo Neugovsen, Andrés Zaratti, Diana Reyes, entre otros
La intención es apoyar desde las bases un trabajo muy necesario para la transformación y el desarrollo de las comunidades. Sería correcto establecer que este diplomado no solo fortalece a 101 líderes culturales en su capacidad individual, o en su proyecto cultural propio como privado o institucional, sino que es también una apuesta decidida por el fortalecimiento del sistema público privado y comunitario de cultura en Panamá. Pero hay que tener claro que los gestores son un elemento de la ecuación y que, sin el resto de los participantes, es muy difícil lograr los objetivos propuestos.
Melguizo, quien ha visitado Panamá con cierta frecuencia desde 2010, lamenta la debilidad institucional que observa con respecto al tema cultural. Con la excepción de algunos espacios culturales muy relevantes, básicamente del orden nacional, como el Ministerio de Cultura, el experto observa “una enorme debilidad en los gobiernos municipales y en los gobiernos provinciales en los procesos culturales. Y esa enorme debilidad hay que enfrentarla con el fortalecimiento de nuevos liderazgos culturales que sean capaces también de asumir nuevos desafíos, no solo comunitarios o también privados, sino también desafíos desde la institucionalidad pública”, sostiene.
Esto exige que la institucionalidad pública vea y comprenda la tarea de estos líderes y lideresas culturales que se están formando y, desde la institucionalidad pública, fortalecer sus direcciones de cultura y consolidar sus proyectos con presupuestos acordes.
Lecciones por aprender
Estos espacios de formación, considera Melguizo, “nos permiten generar reflexiones con visiones de diferentes países, de México, de Argentina, de Colombia, de España. Le permiten a Panamá tener reflexiones de casos comparados en otros países donde la cultura es hoy un elemento fundamental del desarrollo de las alcaldías municipales; donde el proyecto cultural no es solo el proyecto de la dirección de cultura, sino que es un proyecto del alcalde o de la alcaldesa, es un proyecto de muchas otras secretarías”.
Estos espacios nos hacen mirar los proyectos de países como México, Brasil, Argentina, Chile, Perú, algunos sectores de Ecuador y de Bolivia que muestran que la cultura es una gran posibilidad en las instituciones públicas y que se fortalecen con los ministerios de cultura. Con respecto a Colombia, hay muy buena institucionalidad cultural en Cali, en Bogotá, en Medellín, incluso en Ibagué, una pequeña ciudad colombiana intermedia. Hay muy buena institucionalidad cultural, alcaldías que dedican muy buenos presupuestos a la cultura. Melguizo revela que Bogotá, una ciudad con casi 10 millones de habitantes, destina anualmente unos 300 millones de dólares solo a la Secretaría de Cultura, en tanto “Medellín tiene 2, 700 mil habitantes y dedica anualmente un poco más de 50 millones de dólares solo al proyecto de la Secretaría de Cultura. Son ciudades que tienen una apuesta decidida por el proyecto cultural”.
Pero esto no ocurre en todas las ciudades. Evidentemente en otras “hay una falta de entendimiento de los gobernantes sobre el valor público de la cultura, pero también hay una miopía de no ver en la cultura una de las enormes posibilidades que tienen ellos y ellas como gobernantes para potenciar su propia acción y para entender que el proyecto cultural es un proyecto de todo el gobierno municipal”.
De acuerdo con Melguizo, cualquier ciudad panameña cuenta con “una enorme riqueza cultural”, y si desde la institucionalidad pública, si desde las alcaldías no se tienen gerencias culturales consolidadas, con personal calificado -para eso la formación de líderes culturales - y con presupuestos importantes para el proyecto cultural, se está dilapidando ese patrimonio cultural.
“Medellín es una evidencia, Bogotá es una evidencia, Guadalajara es una evidencia, Querétaro es una evidencia, Río de Janeiro, Sao Paulo, Porto Alegre, Buenos Aires, son evidencias todas en la América Latina de que con la cultura se construyen nuevas y mejores sociedades y que una enorme inversión en cultura, una muy buena inversión en cultura, en el fortalecimiento de proyectos de estos líderes y lideresas culturales, en la generación de nuevos hechos culturales, es también una inversión en el resto de asuntos de la ciudad”.
Incluso en los negocios. “Hoy Medellín es más competitiva para los empresarios, lo dijo en 2015 quien fuera el mayor líder empresarial del país, Nicanor Restrepo, con esta frase: ‘la mejor inversión que hemos hecho en los años recientes los empresarios y empresarias de Medellín ha sido la inversión en proyectos públicos de educación y de cultura, porque los proyectos educativos y culturales son los que han logrado que Medellín se vuelva una ciudad mucho más competitiva porque se construyen sociedades’”. Y se ah dicho también que ‘no puede haber empresas exitosas en sociedades fracasadas’.
Desde Colón hasta San Miguelito
En el diplomado participaron gestores de la provincia de Colón, y de los distritos de David, Chitré, San Miguelito y Arraiján.
“El proyecto originalmente estaba pensado para Colón por esta coyuntura particular de la provincia, resultado de una fuerte inversión en patrimonio a lo largo de varias administraciones, como lo son la restauración de los fuertes, el nuevo Museo de la Aduana, el centro de visitantes de Aguaclara, la declaratoria de los congos como patrimonio cultural inmaterial, y el nacimiento del CACCO (antiguo Abel Bravo) como un lugar con grandes posibilidades para los gestores de la provincia”, comenta Schjelderup. Pero dos años después, cuando finalmente cuajó el proyecto, la gestora cultural entraba en funciones en la Alcaldía de San Miguelito. “Fue una posibilidad que no podíamos desaprovechar, el poder incluir a gestores del Distrito de San Miguelito y de la zona metropolitana en este diplomado que contaba con profesores de tan alto nivel, así que hicimos un segundo grupo, lo que además fue un ejercicio de optimización de los recursos de la cooperación internacional”, agrega.
“Tuvimos momentos digitales y yo tuve pues la fortuna de tener este momento presencial con todos y todas las alumnas de dos sesiones, una sesión que hicimos en San Miguelito que convocó alumnos y alumnas de Ciudad de Panamá, de Chitré, de David, de San Miguelito y una sesión específica en Colón que tuvo allí a los estudiantes de toda la provincia de Colón”, destaca Melguizo.
“Estas experiencias son muy enriquecedoras porque los dos momentos, tanto los digitales como los presenciales son momentos de mucho diálogo. Hay una necesidad de estos proyectos de ser, de que se conozcan, de que sean reconocidos, de que sean nombrados. Hubo momentos dramáticos y de angustia, estudiantes que sentían que todo esto existe, pero y ¿por qué no lo podemos hacer en Panamá?”
En las sesiones quedó en evidencia la desesperanza que sienten algunos líderes comunitarios al saberse solos, sin respaldo. “Todo eso es lo que permite un diplomado, pero también permiten que las personas que están en el proceso de aprendizaje conozcan los procesos de otras realidades y vean que es posible llevarlas a cabo”. Pero algo más importante aún es que estos estudiantes compartan sus experiencias y se generen tejidos. Que conozcan los proyectos que llevan a cabo los demás y empiecen a crear proyectos colectivos.
“Tanto el grupo reunido en san Miguelito como en la provincia de Colón, al final de los talleres los participantes expresaron su deseo de crearse como colectivo, crearse como movimiento. Y eso ya es muy importante”, señala Melguizo. El reto, dice el consultor es que estos movimientos superen el entusiasmo inicial e inicien el proceso de una tarea de construcción colectiva.
¿Cual es el siguiente paso?
Para Schjelderup, “el gran reto con relación al trabajo que justamente llevan las comunidades artísticas y culturales es ver más allá y entender que somos actores del desarrollo, pero que eso conlleva sostener conversaciones fuera de nuestra zona de confort”. La cultura, como se estableció en clases, no es el fin, más bien una herramienta para lograr el desarrollo de las comunidades.
De acuerdo con lo observado por Melguizo en este proceso, se atreve a hacer un par de proyecciones.
“Puedo casi que asegurar que se va a crear una red de direcciones o gerencias de cultura de ciudades panameñas. Que es una decisión que tomaron el director de cultura de David y el director de cultura de Arraiján. Creo que ellos, con el director de cultura de Colón podrían impulsar una un espacio colaborativo de trabajo entre las ciudades panameñas que hace mucha falta”, opina. Para ello se requiere del apoyo de entidades como el Ministerio de Cultura y la Agencia Española de Cooperación, auspiciantes del diplomado, y otras entidades se decida a acompañar este proceso.
Una segunda proyección es que “estoy seguro de que algunos y algunas de las participantes del diplomado conformarán un trabajo colectivo”, pero también está seguro de que no todos los estudiantes no estarán en ese trabajo colectivo. “Y es que no es necesario que estén todos. Cada uno tiene sus propios ritmos personales, sus propios intereses y tal vez no le interesa estar en otras acciones. Pero hay personas en todas estas ciudades que he nombrado en Arraiján, en David, en ciudad de Panamá, en San Miguelito, en Colón, que tienen la intención del trabajo colectivo con otros. Como espacios no solo de construcción colectiva, sino como espacios de incidencia para políticas, así como presupuestos públicos”.
La tercera proyección, aunque no asegura que se concrete, es que esto mueva las sensibilidades de los alcaldes de esas de las ciudades que participaron y que tomen decisiones en los próximos días, meses de tener como fortaleza sus propias gerencias de cultura”.
Los egresados del grupo de Colón declararon a Colón como Potencia Cultural de la República a través de un documento sustentado en la gran riqueza del patrimonio humano, natural y monumental con el que cuenta, así como en la exuberante diversidad cultural que la caracteriza.
En este documento, el nuevo colectivo además propone una serie de medidas a las instituciones y al sector privado para viabilizar el trabajo cultural en su provincia, comprometiéndose a su vez a poner todo lo aprendido al servicio de las necesidades de sus comunidades.
“Deberíamos avanzar en un fortalecimiento de este trabajo más colectivo y tener como un segundo momento, un diplomado, un segundo momento para el fortalecimiento y acompañamiento de estos proyectos”, considera Melguizo.
Son muchos los proyectos y también muchas las oportunidades de lograr una notoria mejoría en las comunidades, a través de sus gobiernos locales. Ciento un personas se suman a este propósito.
Comuna 13, biblioteca y espacios públicos para la cultura
Medellín se ha convertido, luego de un largo, pero constante proceso, en la ciudad de más alta calidad de vida en Colombia, en la ciudad que mayor cantidad de turistas atrae al país. Una ciudad que logró que sus índices de crímenes violentos se redujeran un 97%, luego de ser considerada una de las ciudad más violentas en todo el mundo.