El palpable legado de Cristóbal Balenciaga

Actualizado
  • 27/07/2012 02:00
Creado
  • 27/07/2012 02:00
PANAMÁ. En el siglo XX nació un triunvirato, tres diseñadores de culto: Gabrielle Chanel (1883-1971), Christian Dior (1905-1957) y Crist...

PANAMÁ. En el siglo XX nació un triunvirato, tres diseñadores de culto: Gabrielle Chanel (1883-1971), Christian Dior (1905-1957) y Cristóbal Balenciaga (1895-1972), este último el más grande diseñador que ha parido España. ¡Conste que nació en el País Vasco, en Guetaria, un pueblo de pescadores!

Es precisamente en ese pueblito, distanciado del mundo, con carretera que serpentea el mar Cantábrico y ofrece estupendos paisajes, y no la cosmopolita y turística ciudad de San Sebastián la que acoge el ‘Cristóbal Balenciaga Museoa’ (nombre en euskera).

El lugar, que alberga unas mil 200 piezas del maestro de la alta costura, fue construido al lado del Palacio Aldamar, donde pasó buena parte de su infancia pues su madre era la costurera de la duquesa de Casa Torres.

Ambos edificios, uno al lado del otro, parecen hijos de una misma mamá (en efecto ambos pertenecen a la Fundación Cristóbal Balenciaga) pero de padres diferentes, uno es una construcción del siglo XIX y el otro del siglo XXI.

El nuevo, con dos plantas y seis secciones donde se exiben las creaciones del modisto, en vitrinas cerradas acondicionadas con 18 a 22 grados centígrados, 50% de humedad relativa y un máximo de 50 luxes de iluminación, ya muestra por estos días la segunda muestra.

Para desmontar la primera compuesta por 69 piezas, que fue con la que se inauguró el museo el 7 de junio de 2011 y donde aparecían varios vestidos que Balenciaga hizo para la princesa Kelly de Mónaco, fue necesario un equipo de cuatro personas, ‘un restaurador, una constructora de maniquíes y dos ayudantes’, indicó el director del Museo, Javier González de Durana.

Este equipo sustituyó las prendas que ‘estuvieron a la vista durante 11 meses por otras 69 piezas diferentes’.

ESTILO PROPIO

El genio de las líneas simples y geométricas, del volumen y del color, una vez alcanzó la costura perfecta creó, no siguió tendencias. Mientras Christian Dior llevaba una década arriba con el New Look (que promulgó en 1947 después de la II Guerra Mundial), Balenciaga se negó a seguir apretando la silueta de la mujer.

Creó el traje saco. La modelo que lo estreno en las calles de París de 1957 fue objeto de miradas desaprobatorias por parte de los hombres. Una figura tan holgada no se estilaba en esa época mas esta innovación, así como el corte barril en trajes y abrigos, las capas, el sombrero pillbox, las faldas bombachas, todo fue absorbido por la sociedad occidental a ambos lados del Atlántico. En 1940, la revista Harper’s Bazaar apuntó: ‘Casi todas las mujeres, directa o indirectamente, han llevado algo de Balenciaga’.

Indirectamente la mayoría pues las clientas del maestro del ‘gazar’ eran mujeres acaudaladas, de ‘la aristocracia y alta burguesía española y francesa’, así como algunas estadounidenses como ‘Rachel Mellon y Barbara Hutton’. Alguno de los Balenciaga que pertenecieron a estas féminas forman parte de la segunda muestra del museo, advierte de Durana. ‘En esta ocasión, no tenemos ningún vestido que perteneciera a actrices o mujeres del espectáculo’.

Según de Durana, esta exhibición es ‘más compacta, homogénea y con una continuidad cronológica más fluida’, distribuida en cinco secciones, donde cada una contiene un factor sorpresa, debido a la presencia de piezas no conocidas o no vistas desde hace muchos años.

‘Una sexta sala muestra una selección de vestidos de todas las tipologías en la que se hace evidente las innovaciones formales y compositivas de Balenciaga’.

En total, señala el director del museo, hay 70 vestidos, pues uno (de la primera instalación) se mantiene por su capacidad de resistencia.

Entre esa selección también está presente el vestido de las azafatas de Air France. A juicio de Durana, Balenciaga hizo ‘casi un prêt-à-porter porque era un traje para centenares de mujeres que trató de ajustar a cuatro tallas diferentes, una especie de mezcla entre prêt-à-porter y alta costura. Este uniforme estuvo vegente durante 10 años’.

Ese hombre que, en 1968, tras 50 años de trabajo, decidió cerrar su taller, en París, para descansar, aún despierta curiosidad.

‘La obra de Balenciaga interesa a la sociedad de hoy porque reconoce en él a un creador excepcional, a un artista. En los 12 primeros meses de vida recibimos 105 mil visitas, lo cual es excepcional teniendo en cuenta que el museo se encuentra en un pequeño pueblo de 2 mil 500 habitantes y alejado de las grandes rutas de comunicación’, indica Javier González de Durana.

La firma vive. Su director creativo desde 1997 es Nicolas Ghesquière, pero la genialidad del ‘guetarense’ es imposible que nazca dos veces.

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