Treinta y ocho en el MAC

PANAMÁ. Ropa vieja, 13 pantallas colgadas que mostraban imágenes sucesivas de Tegucigalpa, una hilera de cuchillos, la planta baja y el primer piso del Museo de Arte Contemporáneo (MAC) acoge 38 instalaciones, propuestas de 36 artistas centroamericanos y dos mexicanos.

LA NOCHE INAUGURAL

En el patio del MAC había música electrónica, mesas y banquitos alrededor de un quiosco de Heineken, la gente joven abarrotaba el lugar; en el portal del museo había otra notable cantidad de personas de un poco más edad, entre ellas un artista participante de la muestra, el panameño José Castrellón. Delante de la puerta dos anfitriones obsequiaban al público abanicos rojos con el logo de Claro. Y así como había gente afuera, había buena cantidad adentro.

Al lado de una de las dos pinturas pop del salvadoreño Luis Cornejo, realizadas en óleo, acrílico y lápiz de cera sobre lino, en un tamaño 200 x 140 cm, posaba el cantautor panameño Carlos Méndez, mientras un amigo le tomaba una foto con un teléfono inteligente.

Además de los fotógrafos profesionales, mucha gente asistió tanto con cámaras digitales, semiprofesiones como profesionales, para retratar (o retratarse con) la s instalaciones. Por ejemplo, la hilera de cuchillos, en el primer piso, fue una de las expresiones artísticas que más invitó a la gente a posar con ella; mas en la emoción del momento la gente descuidó tener cuidado con las instalaciones.

Recorriendo cada una de las salas estuvo Ana Pérez, candidata independiente a la alcaldía 2014; Alex Medela, presentador de televisión; Laura Flores, representante auxiliar del Fondo de Población de Naciones Unidas Panamá; Roberto Enrique King, uno de los fundadores del Festival Internacional de Artes Escénicas; así como Mónica Kupfer, directora fundadora de la Bienal de Arte de Panamá y editora del libro Mujeres en las artes de Panamá en el siglo XX.

UN EVENTO CON MODA

Dentro del público asistente, hubo estudiantes de secundaria y universidad, artistas emergentes y consolidados, profesionales de diferentes áreas, blogueros de moda y los artistas participantes de la bienal. En ese amplio abánico, las formas de vestir fueron tan divergentes y conciliadoras, donde un atuendo conservador y elegante ni uno que incluyera pantalón corto desencajó.