El folclorista que engalanó a panameñas

Actualizado
  • 26/01/2013 01:00
Creado
  • 26/01/2013 01:00
P oca gente nace con el don del buen gusto, y con el innegable genio creativo que les permite dejar huella por donde pasen. Eso ocurrió ...

P oca gente nace con el don del buen gusto, y con el innegable genio creativo que les permite dejar huella por donde pasen. Eso ocurrió con la vida de Edgardo De León Madariaga, el que para muchos fue simplemente ‘Chichi’ De León, el Profesor. Su muerte ha dejado una honda tristeza entre quienes le conocimos en cualquiera de sus facetas.

En mi caso como el maestro del que se aprenden lecciones para toda la vida. Pero su muerte deja una incógnita: quién seguirá con su permanente proyecto en hacer de la pollera un símbolo exquisito de la panameñidad. Y que gran parte de la vida profesional y personal de Edgardo De León, giró en torno a las polleras. Fueron su sueño, su inspiración y sus eternas enamoradas .Quien le conoció sabe perfectamente de lo que hablo. Pero es entendible, en ellas encontró el espacio perfecto en el que pudo explotar todo el genio creativo que nunca dejó de evolucionar él. Edgardo De León, fue un panameño a capa y espada.

Su frase: ‘Quien quiere lo propio no pretende lo ajeno’ es prueba de ello. Todo su trabajo estuvo dirigido a fortalecer la identidad a través del folklore. Siendo muy joven fue maestro rural en Los Santos donde entró en contacto directo con la más pura identidad campesina, y eso lo llevó hasta las aulas de universidades públicas y privadas e incluso a México siendo joven para estudiar arte, donde igual habló de lo que nos hace diferente y únicos, así como de las bellezas que encierra el ser panameño. Fue tenaz, pues su trabajo como promotor del folklore exigió hacer innovaciones para darle nuevas connotaciones a la pollera, a los bailes e incluso a la música, y eso le valió duras críticas de parte de quienes defienden la pureza del folklore.

Un tema escabroso y difícil. Aún así tuvo la valentía, y se atrevió. Mucho de los que hoy nos deslumbra al ver una empollerada se lo debemos a él. Promocionó los tembleques de colores, piezas que muchas panameñas lucen con orgullo, le dio a los diseños de la pollera un alto contenido artístico. Logró elevar piezas, casi anónima en algunos casos e inédita en otros, al nivel de orquesta sinfónica en sus trabajo como director artístico, junto al maestro de la música Edgardo Quintero, en los clásicos del teatro folklórico panameño Dos noches y una madrugada y La Tepesa y Las Lavanderas. Ambas piezas teatrales fueron parte de ese genio creativo que menciono anteriormente y que cambiaron la forma de hacer proyección folklórica, pues revolucionaron la manera de ver el folklore entre los panameños. En pocas palabras el trabajo de este panameño fue sin lugar a dudas promover y darle un lugar de respeto y relevancia a la belleza de nuestra gente, de nuestras manifestaciones y de nuestra música, una tarea que cumplió ejemplarmente.

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