Tortugas marinas batallan por la supervivencia

Actualizado
  • 01/07/2022 00:00
Creado
  • 01/07/2022 00:00
A medida que disminuyen las poblaciones de tortugas marinas, se reduce su capacidad para cumplir funciones vitales en los ecosistemas oceánicos
La Tortuga carey.

Las tortugas marinas han existido durante millones de años, sobreviviendo a grandes cambios climáticos y enfrentando una multitud de amenazas relacionadas con las actividades humanas y extinciones masivas.

Estos reptiles marinos desempeñan un papel importante en los ecosistemas marinos y costeros. Crecen lentamente y tardan entre 20 y 50 años en alcanzar la madurez reproductiva, según la especie.

En la actualidad existen siete especies de tortugas marinas en el mundo y cinco de ellas anidan en Panamá: la tortuga lora o golfina (Lepidochelys olivácea), cabezona o caguama (Caretta caretta), carey (Eretmochelys imbricata), verde o blanca (Chelonia mydas) y canal (Dermochelys coriácea), también conocida como laud, caná en Colón, trunkie turtle en Bocas del Toro, y baula en Costa Rica.

La lucha por la supervivencia de estas especies empieza desde que salen del huevo (llamado carúncula), moviéndose lentamente por la arena hasta llegar a la superficie marina. Las primeras 48 horas son las más críticas y deben protegerse de los depredadores.

La lucha por la supervivencia empieza desde la eclosión.

La bióloga Annissamyd Del Cid, de la Fundación MarViva, menciona que las tortugas marinas pueden recorrer grandes distancias y  ayudan a mantener la cadena de la vegetación marina. “La pérdida de estas especies da como resultado cambios importantes, no solo en nuestros océanos, sino también en la tierra”.

Según el 'Barómetro de la Vida', la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y los Recursos Naturales (UICN), la tortuga verde está “en peligro (EN)” y la tortuga carey, “en peligro crítico (CR)”. Las especies marinas lora, cabezona y canal están clasificadas como “en estado vulnerables (VU)”.

La bióloga Argelis Ruíz, coordinadora en Panamá de la Red para la Conservación de las Tortugas Marinas en el Gran Caribe (Widecast, por sus siglas en inglés), explica que, dependiendo de la distribución geográfica de estos quelonios, varían los ecosistemas y el estado de amenaza o riesgo de extinción que enfrentan.

Principales amenazas
Tortuga baula.

“En Panamá, como en otros países, las tortugas son propensas a ahogarse cuando quedan atrapadas accidentalmente por redes de enmalle, redes de arrastre y anzuelos de palangre; también son víctimas de la caza furtiva, la sobreexplotación y el saqueo de huevos enfrentando la destrucción del hábitat”, indica Del Cid.

Otra amenaza es la basura. Cada año, más de seis millones de toneladas de basura llegan a los océanos y hasta el 90% son plásticos.

Un factor que influye en las poblaciones de tortugas es la temperatura. “A medida que aumentan las temperaturas debido al calentamiento global, cuando es mayor a 29° C, nacen más hembras y si es menos de los 29° C todos serán machos, esta escasez podría eventualmente causar la extinción de la población”, detalla Argelis Ruiz.

La iluminación artificial cerca de las playas de anidación hace que las crías se desorienten y deambulen hacia la dirección equivocada donde, a menudo, mueren deshidratadas o por depredación.

A nivel mundial, se estima que aproximadamente el 52% de todas las tortugas marinas han comido basura. Los plásticos y desechos marinos son sustancias tóxicas para su sistema digestivo y pueden causarles la muerte, puntualizó Del Cid.

La científica Ruíz añade que en el caso de las tortugas carey, sus placas de caparazón marrón y amarillo se utilizan para hacer joyas y adornos artesanales. Esta “moda” se popularizó alrededor de 1830 en Buenos Aires, Argentina, cuando llegó procedente de España, Mateo Masculino, un fabricante de peines de marfil y peinetas de carey. Desde entonces, varios artesanos se dedicaron a trabajar con carey.

Conservación

A través de la Ley N°8 del 4 de enero de 2008, la República de Panamá suscribió la Convención Interamericana para la Protección y Conservación de las Tortugas Marinas, con el objetivo de promover la preservación y recuperación de las poblaciones de estas especies, por medio de datos científicos ambientales, socioeconómicas y culturales.

Mediante la resolución N°31 del 27 de enero de 2017, se aprobó el Plan de Acción Nacional para la Conservación de las Tortugas Marinas en la República de Panamá 2017-2021. Entre sus objetivos está el de fortalecer la capacidad normativa, financiera y técnica de las instituciones públicas vinculadas a la protección, conservación e investigación de las tortugas, con la participación de la sociedad civil.

La Fundación MarViva forma parte de las iniciativas para la protección de las tortugas marinas, que son lideradas por organizaciones institucionales y grupos comunitarios. La bióloga Annissamyd Del Cid comparte su experiencia con la Red Panatortugas como encargada de la asistencia técnica para la conservación.

En la década 1980, Argelis Ruiz realizó recorridos aéreos a las costas del Mar Caribe de Panamá, desde el Río Sixaola hasta Puerto Obaldía, en compañía de los científicos Fred Berry y Anne Meylan.

El año pasado, desarrolló en la Costa Arriba de la provincia de Colón, un proyecto de conservación de tortugas marinas a través de la educación, ciencia, intercambio de experiencias y trabajo en equipo con los moradores de Playa Chiquita, Cuango, Palmira y Santa Isabel. Uno de sus propósitos es poder identificar los rastros de las tortugas caná y carey.

En junio de este año, en la X Conferencia de las Partes (COP10) de la Convención Interamericana para la Protección y Conservación de las Tortugas Marinas, celebrada en Panamá, se aprobaron dos resoluciones para la protección de las tortugas baula y para reducir el impacto de la pesquería en las tortugas.

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