Regresa el clasicismo del Museo del Cine argentino con una narración moderna

Actualizado
  • 31/12/2017 20:04
Creado
  • 31/12/2017 20:04
El espacio dedicado a la muestra permanente ofrece un recorrido por la línea temporal del cine argentino que comienza en las últimas décadas del siglo XIX

La primera cámara con la que se filmó en Argentina en 1896, diseños originales del vestuario de intrépidas actrices de los años 50 e incluso documentos firmados por el censor más famoso del país se desvelan en la reapertura del Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken, de Buenos Aires.

Tras un año cerrado al público con fines de restauración, el museo cinematográfico volvió a abrir sus puertas en su sede de la Usina del Arte del histórico barrio de La Boca, ubicado al sur de la capital, desde la que propina un impulso a la oferta cultural de esta zona de la ciudad.

Una renovada planta superior, reservada para exposiciones transitorias, recoge una muestra dedicada al exiliado escenógrafo español Gori Muñoz (1906-1978), quien arribó en 1939 a Argentina junto a su mujer, la actriz Maricarmen García Antón, y otros intelectuales de la época tras el estallido de la Guerra Civil en España.

"Decidimos que fuese dedicada (la primera muestra) al escenógrafo más premiado y más prolífico del cine argentino. Es muy grande su legado y toda su producción artística tiene ese aura mística de ser el exiliado de la República española en Argentina", contó a Efe María del Carmen Vieites, comisaria de las exposiciones.

El espacio dedicado a la muestra permanente ofrece un recorrido por la línea temporal del cine argentino que comienza en las últimas décadas del siglo XIX, donde las imágenes se atropellaban, el sentido de unidad visual no existía y las voces de los protagonistas no podían ser escuchadas aún en la gran pantalla.

Continúa con la "época de oro" de la industria cinematográfica argentina, en la que la reconocida actriz y cantante Tita Merello taconeaba en la obra en blanco y negro "Tango!" (1933), un filme precursor en la utilización del sonido óptico, y el arte musical comenzaba a hacerse presente en muchas de las producciones.

Como contraste, este "viaje en el tiempo" también hace una parada en los años de la última dictadura (1976-1983), cuando la censura era la protagonista de muchos proyectos cinematográficos y las líneas rojas del director Miguel Paulino Tato, considerado el mayor censor de la historia del cine argentino, surcaban los guiones.

Entre la exposición de escenas, que poco a poco adquieren color y nitidez según se accede a las salas contiguas, se exhiben cámaras filmadoras que datan del siglo XIX, como la primera Lumière que se utilizó en el país sudamericano para filmar un cortometraje o la llamada "linterna mágica", empleada para proyectar imágenes fijas en murales y láminas de vidrio.

Sobre las paredes ya no predominan imágenes estáticas sino que, allá donde se mire, proyecciones recrean escenas de películas emblemáticas del cine argentino, entre ellas, "Nobleza Gaucha" (1915) o "Muñequitas Porteñas" (1931), que además fue el primer largometraje al que se le añadió voz.

Así es como la digitalización se ha incorporado en una colección que reúne la tradición y la contemporaneidad del cine clásico del país, que ha pasado de vislumbrarse en llanos carteles y fotografías a explicarse a través de tabletas táctiles con las que los visitantes pueden interactuar.

"Logramos una exhibición que puede llegar a ser, por los códigos y la tecnología que utiliza, más cercana a un público más amplio", remarcó Sebastián Yablón, comisario y coordinador de comunicación del Ducrós Hicken, que considera crucial el interés de la gente joven por el arte.

De esta manera, se ha incluido un nuevo auditorio, con capacidad para alrededor de 60 personas, al que se han incorporado dos proyectores de 35 y 16 milímetros capacitados para revelar las casi 80.000 cintas que guardan apenas a dos cuadras de distancia, en su archivo nacional.

Allí se ha dedicado un espacio exclusivo para realizar ciclos de cine con clásicos nacionales y proyectar estrenos a cargo del Instituto Nacional de Ciney Artes Audiovisuales.

"Estamos dispuestos a abrir el museo a colaboración externa de otros artistas y diálogos más contemporáneos pero nunca a dejar de lado la primera historia del cine argentino", apostilló Yablón.

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