El peso del papel

Actualizado
  • 23/08/2009 02:00
Creado
  • 23/08/2009 02:00
El libro parece sentenciado al mismo paredón en el que ya dieron su “último adiós” los discos de acetato y las fotografías instantáneas....

El libro parece sentenciado al mismo paredón en el que ya dieron su “último adiós” los discos de acetato y las fotografías instantáneas. Pero en este caso quien se resiste no es el formato, los propios lectores son quienes no han dejado que el libro sucumba ante una transformación que lo podría hacer desaparecer para siempre. Por lo menos hasta ahora.

Términos como “libro digital” o “e-book” no son nada nuevos. Es más, existen casi desde que se usaron letras en la computación, pero no han tenido el grado de fanatismo que tienen aún la tinta y el papel. En parte porque el hardware no había evolucionado para ofrecer la misma comodidad o una similar a la que ofrece el libro de guardarse en el bolsillo, leerse en posiciones acrobáticas y servir de referencia.

La otra parte, y que menos gente se atreve a mencionar, es que casi siempre el lector crea una relación un poco romántica con cada libro que lee, vínculo que no se ha logrado reproducir en la relación PC-humano.

Aun así hay quienes apuestan fuertemente a que el e-book conquistará tarde o temprano el corazón de la humanidad. Incluso le han puesto fecha de cumpleaños. Durante la reciente Feria del Libro de Frankfurt, una encuesta a más de mil profesionales del sector editorial mundial reveló que estos expertos no lo ven más lejano a una década, es decir que para 2018 los libros digitales superarán en número a los de papel.

LA REVOLUCIÓN

La industria ha estado buscando un aparato que se ajuste a las necesidades de los lectores y ya hay cerca de media docena de equipos que pueden ofrecer una experiencia similar a la que se experimenta con los libros impresos.

El Kindle, un lector de libros electrónicos comercializado a través de Amazon.com, parece ser lo que el iPod es para la música. Hasta este momento lleva casi un millón de unidades vendidas y permite descargar libros de una biblioteca que incluye 180 mil títulos. Su limitante es que sólo funciona a través de Amazon y en algunos países.

Sin embargo el mercado no lo ha dejado solo. Compañías como Sony, Samsung, Philips, Polymer Vision e iRex Technologies, ya cuentan con sus propias versiones de lectores de libros digitales y han comenzado a dar batalla en este mercado. Incluso los smarthphones están siendo utilizados para tal propósito. Vemos como el iPhone y el Blackberry ya cuentan con plataformas especiales para los lectores, que están funcionando exitosamente.

El hecho de que se nos permita almacenar miles de obras en un solo dispositivo, que las búsquedas de información se reduzcan a microsegundos, ligar el contenido de un libro con información en una página web, e incluir música, video o animaciones, ofrece una experiencia de lectura nunca antes vivida, que seguramente comenzará a seducir a las próximas generaciones. Además si contamos con el hecho de que una biblioteca completa puede simplificarse en unos cuantos megabites en el disco duro, todo se vuelve aún más interesante.

Sin embargo, todavía hay asuntos que resolver a nivel técnico, y aspectos legales que no se ven del todo claros.

El caso Orwell es un ejemplo. Hace poco, muchos de los usuarios de Kindle protestaron porque Amazon decidió retirar de sus Kindle los libros “1984” y “Animal Farm” de George Orwell, por un desacuerdo con la compañía editorial que los publicaba.

Los usuarios aún no logran entender por qué la compañía sigue teniendo derecho sobre el contenido que ya han adquirido, y porqué, sin previo aviso, el libro se retiró definitivamente de sus aparatos.

LA GANANCIA PARA EL AUTOR

Para la propia industria editorial el libro digital supone un cambio radical. El negocio de los e-book implica una gran ventaja para el autor, quien ahora puede beneficiarse hasta con un 80 por ciento de las utilidades de la venta, que antes oscilaban en promedio entre el 10 y 15 por ciento.

Todo debe encaminarse hacia un rediseño del negocio. Editoras como Harper Collins, lograron vender 30 por ciento más al permitir a sus usuarios leer el libro entero en la red 30 días antes de que saliera al mercado

Existen plataformas como Lulu y Bubok, compañías editoriales on line, que solo obtienen un 20 por ciento de las utilidades, gracias a que se ahorran costos de impresión y distribución.

La Asociación Estadounidense de Editores experimentó después del lanzamiento del Kindle un importante auge. Las ventas de e-books en Estados Unidos creció más de tres veces en relación con el 2008, reportando la nada despreciable cifra de $37,6 millones, que representan, de todos modos, menos de 2% del mercado global de libros.

Seguramente también nos enfrentemos a una industria que en parte podría ser gratuita. Ya sabemos que Google, desde hace años, viene digitalizando libros, a través de su servicio GoogleBooks y lleva una cifra cercana a los 10 millones de obras.

En el caso de las editoriales, se ha llegado a acuerdos con el gigante informático para que ellos obtengan el 70 por ciento de las ganancias y Google se quede con el 30 por ciento, en el caso de los libros que estén bajo derecho de autor. Esta idea intenta ir más allá de modelos como el de Amazon, que impone precios y, según algunas editoriales, “perjudica” sus ventas.

Otras iniciativas como la Biblioteca Digital, apoyada por la Unesco, ofrece libros digitales de todas las bibliotecas del mundo de forma gratuita.

Incluso los mismos autores están liderando sus propias iniciativas. Pablo Coelho es uno de ellos. Con ventas de libros que suman más de 100 millones de ejemplares, ofrece en su página web una copia gratuita de “El alquimista”.

Lo único claro en todo este asunto, es que esta historia aún no termina de escribirse. Tal vez en unos diez años, como pronosticaron en Frankfurt, usted sea un fanático del olor a plástico y circuitos de Kindle 3-D. Pero también puede ser que aún entonces no haya superado la desagradable manía de mojarse los dedos de saliva para pasar de página.

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