Roles emocionales

Actualizado
  • 01/12/2009 01:00
Creado
  • 01/12/2009 01:00
Diariamente se descubren en los hijos rasgos de su personalidad que los hacen similares al padre, a la abuela, al tío. Sin embargo, cada...

Diariamente se descubren en los hijos rasgos de su personalidad que los hacen similares al padre, a la abuela, al tío. Sin embargo, cada uno de ellos tiene algo único que los distingue de los demás.

Si a esto se le suma el contacto con otros y el medio ambiente, tendremos la suma de todos los elementos que definen un determinado carácter que, unido a la inteligencia y la voluntad, constituye la personalidad. El proceso de creación de la personalidad culmina en la adolescencia. Mientras tanto, está en constante cambio.

El éxito de la familia como agrupación depende de la división de tareas que van más allá de las generales (el padre es proveedor, la madre cuida a los hijos, éstos deben estudiar), pues al ser la familia una unión de amor, también se reparten los roles emocionales. A quien corresponderá cada uno, depende de la facilidad para demostrar determinado aspecto de su temperamento.

“Los roles permiten que cada uno tenga una respuesta emocional diferente frente a determinadas circunstancias y con eso se logra un equilibrio”, establece Cecilia Fontaine en el artículo Cómo es mi hijo, que aparece en la página web hacerfamilia.net.

“Por ejemplo, en una crisis, un hijo se pone muy responsable y servicial, el otro ironiza y baja la tensión y un tercero exterioriza su angustia con peleas y portazos. Si no existiera tal división, todos se dedicarían a dar portazos o a llorar a mares y no habría forma de salir adelante”, dice la autora.

Esto significa que el establecimiento de roles no es negativo, lo que puede resultar peligroso es que estos se tornen estáticos y no se permita a los miembros de la familia mostrar o desarrollar otros aspectos de su carácter.

Si las etiquetas son rígidas, nadie verá los actos responsables que hace “el irresponsable”; “el perfecto” siempre estará exigido para hacer todo impecable y “el chistoso” nunca podrá tener un momento de pena.

El equilibrio está en lograr que cada uno muestre la mayor cantidad de características que tenga y se les permita dejar su rol de vez en cuando e, incluso, mostrar lo opuesto.

El rol que cada uno toma en la familia se ve influido por diversos factores que están ligados a la situación familiar. Es importante tenerlos en cuenta a la hora de analizar las etiquetas de cada uno de los hijos.

Situaciones como el orden de nacimiento, el sexo de los hermanos, la diferencia de edad, o alguna situación especial que se da en el momento del nacimiento del hijo puede crear toda una diferencia pues los hijos mayores están supuestos a ser los más responsables, mientras que los menores suelen ser más dependientes. La única niña de la casa puede fácilmente convertirse en la princesa caprichosa. Un hijo que nace con una diferencia de edad marcada entre sus otros hermanos tendrá mayor dependencia ante sus padres que los demás que nacieron con menos tiempo entre cada uno y crecieron como compañeros, amigos o hasta rivales. Y ni hablar del hijo “sandwich”.

Las variables son múltiples y cada caso único.

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