Con rostro de mujer

A lgunas de ellas pasean sonrientes mientras que otras dejan ver en su rostro el cansancio de una vida no tan sencilla. Jóvenes, ancianas, niñas, madres, abuelas, hijas...

‘Qué se le ofrece, seño, mire que le doy buen precio nomás porque hoy no he vendido nada...’ se escucha la queja recurrente mientras de los bultos aparece infinidad de productos para la venta: chales, bufandas, caminos de mesa, juegos de individuales, collares... En la ciudad de Antigua la actividad es netamente comercial, pero en otros pueblos, más pequeños y apartados, se trabaja igual de duro, pero en otros menesteres.

San Antonio de Aguas Calientes es conocida por sus hermosos textiles, todos hechos a mano. ‘Nos enseñan desde que tenemos como seis años’, dice Erika, mientras extiende el telar de cintura e inicia su faena diaria. Más allá, en Santa María de Jesús, un pueblo tan pobre, que no tiene árboles, mujeres de todas las edades se encuentran en la pila, donde lavan su ropa. No importa que sea un día libre, el asueto no existe para ellas.

Fuerza, tesón y esperanza, es lo que se puede ver a través de sus coloridas ropas y sus insistentes palabras.